Israel contra los zombis
Esta guerra no es una guerra, sino otro juego virtual. El terreno en el que se desarrolla, L¨ªbano, no es un pa¨ªs, sino un lugar imaginario en el que todo est¨¢ azotado de irrealidad: los bombardeos y los refugiados, la vida y la muerte, hasta la materialidad de los seres. Cuando en nuestra pantalla de televisi¨®n aparece el visor de un avi¨®n y se pulveriza el objetivo como si tal cosa, somos evidentemente nosotros los que estamos sentados en el asiento del piloto. Los amos del juego se visten, hablan, viven como en Occidente. ?C¨®mo no creerles cuando explican que simplemente se trata de anular, de da?ar a los b¨¢rbaros que les lanzan proyectiles? O cuando un helic¨®ptero destruye una ambulancia en la que estaba una familia de siete personas y, en lugar de reconocer la metedura de pata, afirman que la ambulancia no era en realidad una ambulancia, sino un veh¨ªculo que pertenec¨ªa a conocido terrorista de Hezbol¨¢. La ni?a muerta en el asiento de atr¨¢s -cuya foto ha publicado la prensa- probablemente era una falsa ni?a. Otro ejemplo: cuando el Ej¨¦rcito israel¨ª advierte que disparar¨¢ contra "todo lo que se mueva" en las ciudades y pueblos del sur abandonados por la poblaci¨®n, ?sobre qui¨¦n dispara? Sobre fantasmas con la frente ce?ida por una banda verde que corren entre las casas desiertas, sobre la figura gen¨¦rica del ¨²ltimo Gran Enemigo de Occidente y del g¨¦nero humano: el terrorista-islamista-hechizado-por-Ir¨¢n. Se le puede aplastar sin problemas. Incluso se le puede matar cien veces: ello no le impedir¨¢ volver a levantarse todos los d¨ªas al alba para lanzar proyectiles sobre el norte de Israel. Es literalmente un zombi.Lo m¨¢s formidable es que el mismo Hezbol¨¢ aporta su piedra a. la fantasmagor¨ªa. Las im¨¢genes difundidas por la televisi¨®n que ¨¦l controla -y que todas las cadenas del mundo han difundido- muestran espec¨ªmenes de este ej¨¦rcito de aut¨®matas, con los rostros enegrecidos y el pecho ce?ido de explosivos, dispuestos a ir a la muerte como otros van a la vida. Es como si los dos adversarios trabajaran para reforzar la misma representaci¨®n dominante: unos, los h¨¦roes de la vida normal con la que cualquier occidental puede identificarse; otros, los portavoces de los que, por estar excluidos de esta vida, se transforman en ¨¢ngeles de la muerte.
?Qu¨¦ m¨¢s? ?Qu¨¦ el primer ministro liban¨¦s ha corrido a Par¨ªs para pedir ayuda de Francia? Tambi¨¦n ¨¦l es irreal. Casi tanto como el ministro de Asuntos Exteriores franc¨¦s, Herv¨¦ de Charette, que ha ido a intentar una mediaci¨®n sin comprender. que en esta partida no se permite a nadie jugar, a contratiempo. Mientras tanto, el Ej¨¦rcito israel¨ª bombardeaba dos centrales el¨¦ctricas en las afueras de Beirut. Otro juego: se trataba simplemente de apagar la luz de esa capital en todo caso inexistente.
El juego se llama las Uvas de la Ira. La ¨²nica cosa que se puede hacer es, pues, esperar a que se apacig¨¹e la ira. Salvo que haya un patinazo, cuando Peres haya mostrado su capacidad de matar terroristas lo suficientemente como para ganar las elecciones del 29 ole mayo; cuando Siria, marginalizada desde hace unos meses, vuelva al centro del tablero ole negociaciones y reciba cualquier contrapartida para que impida durante un tiempo que Hezbol¨¢ juegue a la guerra. Despu¨¦s, en la mejor de las hip¨®tesis, el proceso de paz podr¨¢ seguir su curso.
Los ¨²nicos y aut¨¦nticos cornudos del asunto ser¨¢n finalmente los habitantes del sur de L¨ªbano, a los que habr¨¢n bamboleado de un bombardeo a otro, de una demostraci¨®n de fuerza a otra, refugiados en su propio pa¨ªs, llorando l¨¢grimas de verdad y sangrando sangre de verdad. Hoy no sufren s¨®lo por sus muertos y sus heridos sino tambi¨¦n por la irrealidad a la que han sido condenados. Han visto c¨®mo el mundo corr¨ªa a Charm el-Cheij a dar testimonio de su compasi¨®n a los israel¨ªes que acababan de ser golpeados por una oleada de atentados terroristas especialmente sangrientos. Pero para ellos, nada ni nadie. Como si sus muertos, tambi¨¦n civiles, tambi¨¦n inocentes, no existieran. De alg¨²n modo, se les est¨¢ impidiendo hacer el duelo. En esas condiciones, zombis por zombis, ?cu¨¢ntos de ellos querr¨¢n transformarse en ¨¢ngeles de la muerte?
La otra v¨ªctima es L¨ªbano como pa¨ªs. Tras 15 a?os de guerra y un t¨ªmido esbozo de reconstrucci¨®n, habr¨¢ servido una vez m¨¢s de mujer p¨²blica sobre la que cualquiera puede pasar en funci¨®n de sus necesidades de demostraci¨®n. Una vez m¨¢s deber¨¢ tragarse su resentimiento y besar la mano de su tutor sino, a cuyos brazos la operaci¨®n irael¨ª les habr¨¢ echado todav¨ªa m¨¢s.
Durante un momento se crey¨® que la paz pod¨ªa significar la reconciliaci¨®n y la construcci¨®n de un Nuevo Oriente Pr¨®ximo democr¨¢tico y pr¨®spero. Hasta ahora se trata de algo muy diferente: hacer todo para que Israel pueda vivir con seguridad -en democracia-, es decir normalmente; que los palestinos admitan de una vez los estrechos l¨ªmites de la autonom¨ªa que les ha sido concedida; que los reg¨ªmenes. ¨¢rabes sigan m¨¢s dictatoriales que nunca para garantizar la sumisi¨®n de sus poblaciones; que los americanos sigan siendo los padrinos incontestables de la regi¨®n.
As¨ª es y sin duda no se puede hacer gran cosa. Pero nada nos obliga a creer que la imposici¨®n de la ley del m¨¢s fuerte sea el videojuego m¨¢s leg¨ªtimo del mundo.
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