Jardinero en abril
Me dispon¨ªa a hablar del futuro de Madrid y Lo Madrile?o en el destino de Occidente pero he cometido el error de buscar la inspiraci¨®n en la ventana, la lejan¨ªa, la trascendencia, y he visto qu¨¦ verde est¨¢ la hiedra. ?Se han dado cuenta? Soy un p¨¦simo jardinero -el peor posible, un jardinero olvidadizo y avaro con el agua-, pero a¨²n as¨ª la hiedra de mi min¨²sculo jard¨ªn parece la de un parque: brilla durante el d¨ªa y brilla bajo la luna, y ahora, al abrir la puerta verde de mis posesiones, tengo que apartar tres hojas, igual que hace Tarz¨¢n cuando sale de su casa en la copa de un ¨¢rbol del pan.Evidentemente no es s¨®lo la hiedra la que me ha apartado de mi cita con Madrid y con la Historia. Es que de un tiempo a esta parte ya no s¨¦ mirar por la ventana. Me distraigo. Es a veces el azul del cielo -y eso que a m¨ª el azul del cielo me resbala-, el brillo del aire (parece octubre), o la brisa que se cuela por la ventana entreabierta y juega delicados aires de p¨¢jaro en el silencio de la habitaci¨®n.
Todo ese bucolismo no bastar¨ªa, sin embargo. Ni soy tan joven, ni chocheo, ni me he enamorado recientemente, ni me he comprado un perro. Mi signo no es de primavera y no estoy reconcili¨¢ndome con la madre tierra, tras siglos de alienaci¨®n urbana y tabaquismo, mediante el cuidado de dos potos y un rosal. Es que de pronto ya no me alcanzan los ojos, la nariz ni las yemas de los dedos. Hasta me parece que hay menos ruidos.
Por ejemplo: ?Han notado ustedes que en Madrid, desde hace unos d¨ªas, hay m¨¢s mujeres que en ninguna otra parte del mundo? No s¨¦ d¨®nde estaban en invierno, pero ahora se multiplican por las calles con la pierna larga, el paso el¨¢stico, el p¨¢rpado lento y la risa en los ojos. Una risa, advierto a los viajeros sin experiencia, peligros¨ªsima. Una risa, sonrisa m¨¢s bien, que puede mucho m¨¢s que la hiedra verde, el brillo de la luna y el arrullo de los p¨¢jaros' en el silencio de la ma?ana.
Extrav¨ªos de poetastro, dir¨¢n ustedes. Fiebres de abril. No comprenden que hablo completamente en Serio. Preso yo tambi¨¦n del t¨®pico, como todo el mundo, durante m¨¢s de tres d¨¦cadas he cre¨ªdo que en Espa?a en general y en Madrid en particular hab¨ªa menos mujeres que en otras partes, pese al sol y los balcones llenos de geranios, y que adem¨¢s en su mayor parte ten¨ªan que volver a casa antes de las diez para servirle la cena a un padre con bigote y ver Un, dos, tres en televisi¨®n. Tanta simpleza se comprende con una parte no despreciable de mi experiencia. Y de la de ustedes,' supongo.
Ahora, un d¨ªa de abril como otro cualquiera, algo hay en el olor de la hiedra reci¨¦n regada por la ma?ana porque uno sale a la calle y de pronto se da cuenta de que Madrid es una ciudad ocupada por las mujeres. Al menos en abril. Ya llegar¨¢ el verano y con ¨¦l el calor indigno (Borges) y la simplificaci¨®n del mundo entre los que sudan y los que no, pero de momento -disfrut¨¦moslo-, el mundo es un lugar lleno de matices y en la ciudad ocupada por las mujeres no se ve una igual que otra, y- m¨¢s o menos todas, no s¨¦ qu¨¦ pasa, tienen un punto.
Ojo: no es una ciudad de mujeres tipo Nueva York, Dios nos ampare; esas legiones de trajes sastre y peinados naturales de cien d¨®lares cargando por la Quinta Avenida como si se hubiesen doctorado en el gimnasio d¨¦ Jane Fonda y fuesen la versi¨®n pol¨ªticamente correcta del quinto de Caballer¨ªa. Ni tampoco Par¨ªs, Roma, o similares, donde demasiadas mujeres son conscientes de la leyenda de la ciudad, y posan. No: esto es distinto, y para comprobarlo no hace falta m¨¢s que observar (con disimulo) el brillo de los ojos de los visitantes, y tambi¨¦n de las visitantas, y mejor a¨²n si ya han viajado lo suficiente para saber qu¨¦ se puede esperar de una parisiense que tiene un no s¨¦ qu¨¦, cierto, pero que ella s¨ª lo sabe, y desde ni?a, o de una neuyorkina que se pasa la vida esculpi¨¦ndose el cuerpo (literalmente), s¨®lo para escupir al primer macho que la agreda con aquello de qu¨¦ bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas. Esto... esto todav¨ªa es otra cosa. Hiedra verde.
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