El H¨¦rcules, a un paso
Le queda un soplido, un aliento. El H¨¦rcules est¨¢ a punto de hacerse un hueco entre los elegidos. La distancia que le separa del ascenso ya es apenas de dos puntos. Una minucia. Hace siglos que los de Jim¨¦nez lo han gritado bien alto: son los mejores. La carrera de fondo del H¨¦rcules es de lujo, ovacionable hasta decir basta. A veces, por suerte, el primero es el mejor.Porque cuando el H¨¦rcules ha levantado el pie del acelerador lo ha hecho casi por hast¨ªo. Ning¨²n rival ha conseguido imitarle. El Logro?¨¦s amag¨® con hacerlo y ayer se la peg¨® en Ecija, donde es complicad¨ªsimo peg¨¢rsela. El Mallorca sigue invicto con V¨ªctor en su banquillo. Y van ya 13 partidos. Pero no acaba de despegar. Hoy lo borda y ma?ana la pifia. Y el Legan¨¦s, en fin, se llev¨® ayer de Lleida un duro correctivo, uno de esos sopapos que le devuelven a uno al reino terrenal.
Descartados el Madrid B y el H¨¦rcules, uno porque no puede ascender y el otro porque, las cosas como son, ya ha ascendido, quedan siete equipos a los que les duran los sue?os. Y, por lo que parece, les van a durar hasta el postrer suspiro.
Al Toledo le dio por aliarse con la peor de las suertes. Empataba a dos con el Madrid y Tito fall¨® un penalti en el minuto 95, que ya son minutos. Tras el partido, aqu¨¦l se mostraba inconsolable. "Ha sido el d¨ªa m¨¢s triste de mi vida. Pido perd¨®n a la afici¨®n y a los compa?eros". Exagerado lamento. Un penalti no es ni un mundo, ni una Liga. Y si el Toledo no asciende, sus libros de historia no dir¨¢n que la culpa la tuvo el penalti de Tito.
Como no quedar¨¢ grabado en los anales del Villarreal el gol de Belodedic al Sestao. Y quiz¨¢ lo merecer¨ªa, porque su zapatazo, desde 30 metros, fue descomunal. Una derrota hubiera colocado a David Vidal, el t¨¦cnico, a la orilla de la pira, si no lo est¨¢ ya. Belodiedic, uno de esos jugadores que ha pasado del todo a la nada en un suspiro, lo evit¨®.
Algo similar le ha ocurrido a Sandro, que ha ca¨ªdo de h¨¦roe a villano en lo que se tarda en respirar. El adi¨®s de Valdano le cerr¨® las puertas del primer equipo. Y Arsenio, con la excusa de que el chaval hiciera ejercicio los domingos, le mand¨® al piso de abajo, con los peque?os. El s¨¢bado jug¨® en Toledo, formando una l¨ªnea media de ensue?o junto a G¨®mez, Jaime y ?lvaro. Pero Sandro no estuvo a la altura. Su gesto de desolaci¨®n, al ser sustituido, era la viva imagen de lo ef¨ªmera que es a veces la gloria. Excepto para el H¨¦rcules, por supuesto.
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