Un adjunto europeo al general americano

La nueva estructura de mandos de la OTAN debe responder, al menos, a tres retos. El primero, es hacer frente a las nuevas misiones surgidas tras el fin de la guerra fr¨ªa. Estas ya no se limitan a la defensa del territorio aliado, sino que incluyen la intervenci¨®n en crisis y operaciones de paz fuera de sus fronteras, como ocurre ahora en Bosnia, donde la OTAN opera por en cargo de la ONU.Adem¨¢s, la nueva estructura debe ser lo bastante flexible como para acoger en su momento a los pa¨ªses del centro y este de Europa que han llamado a su puerta. Por ¨²ltimo, debe reflejar la existencia del "pilar europeo" de defensa, que Francia y los otros socios de la UE parecen cada vez m¨¢s inclinados a construir en el seno de la OTAN y no fuera. Nadie cuestiona que el Comandante Supremo de la OTAN para Europa (Saceur) siga siendo un general norteamericano, ya que se teme debilitar el v¨ªnculo transatl¨¢ntico" en un momento en que Estados Unidos ha reducido al m¨ªnimo sus tropas en el viejo continente. Algunos pa¨ªses han planteado, sin embargo, que el Saceur cuente con un adjunto europeo, que asumir¨ªa el mando en aquellas operaciones en que no participase EE UU.

Esta propuesta encaja en el concepto CJTF (Fuerzas Operativas Combinadas Conjuntas), que previsiblemente ser¨¢ aprobado en el Consejo Atl¨¢ntico de junio en Berl¨ªn: las llamadas "fuerzas separables, no separadas". Se trata de que la infraestructura (cuarteles generales y sistemas de comunicaci¨®n) y algunas unidades de la OTAN puedan emplearse en operaciones en las qu¨¦ no participen todos sus miembros y, en particular, EE UU.