M¨²sica comprometida
En Sting no queda ya nada de Police. En solitario, Gordon Sumner ha evolucionado conservando su coherencia musical tan s¨®lo en su pasi¨®n por el jazz, siendo ahora ¨¦ste un engranaje m¨¢s de la ensalada de estilos a la que ha dedicado su ¨²ltima entrega en solitario, titulada Mercury falling. Precedido por Paul Carrack, ex componente de Mike and the Mechanics que ofreci¨® un buen recital ac¨²stico acompa?ado por otro guitarrista, apareci¨® puntual el inquilino de la mansi¨®n inglesa del siglo XVI.Sobre un escenario que ya se intu¨ªa sobrio, vestido de riguroso cuero negro, el cantante de Newcastle desvel¨® el primer secreto de su concierto: un sonido perfecto. Como pulcra es ahora su m¨²sica, impoluta y cristalina, sin dolor ni tan siquiera alegr¨ªa, est¨¢tico fue tambi¨¦n el sonido que nos brind¨®.
Sting
Sting (voz y bajo), Kenny Kirland (teclados), Vinnie Colaiuta (bater¨ªa), Dominic Miller (guitarra y coros), Conrad Thomas II (viento), Garner Gayton (viento). Entradas: 3.500 y 4.000 pesetas. Palacio de los Deportes. Madrid, 23 de abril.
Muy bien acompa?ado por los mismos m¨²sicos que han participado en la grabaci¨®n de Mercury falling, junto a otros dos instrumentistas en los vientos, Sting comenz¨® recorriendo los temas de este trabajo. The hounds of winter fue la canci¨®n que abri¨® la noche con el Palacio de los Deportes abarrotado de un p¨²blico tranquilo y receptivo, que mostr¨® su mayor entusiasmo cuando Sting arranc¨® los primeros acordes de Set them free. Esta vieja canci¨®n fue el primer aperitivo de un recordatorio de tiempos pasados aunque no tan lejanos, tiempos que tuvieron un protagonismo inusual para tratarse de un concierto en el que el artista acaba de editar un nuevo disco. Every hule thing she does is magic, Synchronicity, One world y la legendaria Roxanne ocuparon un hueco de honor en el directo, algo que ayud¨® a que la noche no pasara en exclusiva sobre las ciertamente ins¨ªpidas canciones de Mercury falling.
Relajado y dirigi¨¦ndose al p¨²blico con un perfecto acento castellano, Sting ofreci¨® lo mejor que puede dar un m¨²sico de su experiencia: la exquisitez en la elecci¨®n de sus m¨²sicos y el conseguir que todo funcione como si de las mejores canciones se tratase. Tal acierto logr¨® un inter¨¦s extraordinario para ciertos pasajes musicales que rozan la simpleza. Esto hizo posible que cualquier canci¨®n superara su m¨²sica, aunque no as¨ª de un propio valor.
El ¨¦xito tambi¨¦n tiene su inercia, y Sting, que hizo sus mejores obras hace ya algunos a?os, parece haber perdido el norte de su m¨²sica, aunque no as¨ª de un compromiso ideol¨®gico. Pero la calma se ha instalado en sus acordes y nada queda ya de aquella rebeld¨ªa primera; tan s¨®lo un buen hilo musical.
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