Tierra quemada en el sur del L¨ªbano
La estrategia del Ej¨¦rcito israel¨ª pasa por crear una 'zona muerta' al norte de su 'zona de seguridad' en la frontera
Am¨ªn Bukdud se fuma sombr¨ªamente un cigarrillo atisbando de vez en cuando la calle principal de Nabatiye desde el port¨®n de su casa. Lo que ve es un panorama desolador sin posibilidad de cambio a corto plazo: dos autom¨®viles destrozados, los restos ennegrecidos de un negocio incendiado y montones de naranjas que se pudren bajo la lluvia en el mercado del pueblo. Tal ha sido la prisa con la que gran mayor¨ªa de los 80.000. habitantes de Nabatiye emprendieron la fuga bajo el fuego de la artiller¨ªa israel¨ª, que en algunos balcones sigue tendida ropa lavada hace dos semanas. "Esto es exactamente lo que quieren los israel¨ªes", dice Bukdud se?alando a la calle desierta: "Que nos vayamos todos de aqu¨ª".Bukdud, un sesent¨®n afable que se ganaba la vida atendiendo un restaurante local, interpreta fielmente uno de los evidentes objetivos y logros de la operaci¨®n Uvas de Ira: el ¨¦xodo forzado de cerca de 400.000 libaneses de pueblos, aldeas y villorrios shi¨ªes justo al norte de la franja ocupada por Israel en el sur de L¨ªbano y que el Estado israel¨ª llama su "zona de seguridad".
Pero la ofensiva israel¨ª, que ya ha cumplido dos semanas, en medio de intensos bombardeos y, nuevas gestiones diplom¨¢ticas para frenar el conflicto con un plan norteamericano que el secretario de Estado Warren Christopher llev¨® a Sir¨ªa y luego a L¨ªbano, tiene, para muchos l¨ªderes libaneses, prop¨®sitos mucho m¨¢s ambiciosos. Uno de ellos es crear una zona muerta al norte de la franja ocupada para proteger la llamada 11 zona de seguridad" de nueve ki¨®metros de ancho al norte de la frontera internacional. Otro es transtormar el apoyo de la poblaci¨®n a la guerrilla shi¨ª en ostilidad y resentimiento popular hacia Hezbol¨¢.
Nabatiye, con sus aldeas circundantes, es hoy una prueba de que el presunto objetivo n¨²mero uno, la aplicaci¨®n de una implacable pol¨ªtica de tierra quemada, ha sido pr¨¢cticamente alcanzado. La otrora pujante capital provincial del sur, por ejemplo, es hoy un pueblo fantasma de edificios devastados y calles cubiertas e escombros en las que hay personas. No hay un lugar seguro, eso qued¨® ilustrado la semana asada cuando un proyectil israel¨ª demoli¨® un refugio matando a una mujer llamada Fauzi Alavan el Abed y a sus siete hijos, incluida una nacida cuatro d¨ªas antes, "De aqu¨ª no nos mover¨¢n", dice Bukdud, impasible a las explosiones que sacuden Nabatiye cada dos minutos. Haj Ibrahim Zihri, uno de sus vecinos y contempor¨¢neos, expresa id¨¦ntica resoluci¨®n: "Moriremos en nuestro pueblo".
Es una posibilidad nada descartable. Seg¨²n portavoces de la impotente fuerza de paz de las Naciones Unidas en L¨ªbano, Israel descarga diariamente un promedio de 2.000 bombas sobre las aldeas shi¨ªes, en un vano intento por silenciar las bater¨ªas de cohetes de Hezbol¨¢.
Mientras en Beirut expertos del Ministerio de Finanzas tratan de establecer la magnitud de los da?os materiales causados por. la artiller¨ªa, la aviaci¨®n y la fuerza naval de Israel en el sur liban¨¦s, en Jerusal¨¦n existe creciente entusiasmo por la pol¨ªtica de tierra quemada. Clinton Bailey, asesor del Ministerio de Defensa israel¨ª para cuestiones relacionadas con el fen¨®meno shi¨ª en L¨ªbano, escrib¨ªa el martes en The Jerusalem Post: "Las operaciones contra L¨ªbano tambi¨¦n tienen que estar dirigidas contra el Ej¨¦rcito liban¨¦s. Si eso no empuja al Gobierno liban¨¦s a actuar contra Hezbol¨¢, se podr¨ªan lanzar ataques contra instalaciones vitales para la econom¨ªa. En el esfuerzo por distanciar la poblaci¨®n civil shi¨ª y Hezbol¨¢, el Ej¨¦rcito israel¨ª deber¨ªa evacuar a la poblaci¨®n de una aldea y destruir un n¨²mero de casas, sin entrar en distinciones si sus propietarios apoyan o no a Hezbol¨¢".
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