La vida p¨²blica de Hillary Clinton
Durante la campa?a electoral de 1992, y durante el primer a?o de la presidencia de su marido, Hillary Rodham Clinton se present¨® a s¨ª misma como una profesional de ¨¦xito, como compa?era de trabajo de Bill Clinton a nivel de igualdad y como una persona de profundos intereses y s¨®lidas opiniones sobre muchos de los dif¨ªciles problemas sociales estadounidenses. No obstante, ¨²ltimamente ha asumido, con la misma energ¨ªa, un papel m¨¢s tradicional de primera dama: ha visitado escuelas y hospitales por todo el mundo, acudi¨® acompa?ada de la primera hija, Chelsea, a la Conferencia Mundial de la Mujer en China y, no hace mucho, viaj¨® tambi¨¦n a las bases militares conjuntas de EE UU y la OTAN en Bosnia.Este notable cambio de actitudes ha sido su respuesta a un choque imprevisto y doloroso entre sus valores y los valores de la corriente principal estadounidense. Los elementos de este choque tienen sus ra¨ªces profundas en la vida norteamericana, pero tambi¨¦n pueden resultar muy interesantes para los lectores espa?oles, sobre todo porque, por primera vez en la historia espa?ola, solteras y casadas est¨¢n asumiendo importantes papeles profesionales y pol¨ªticos.
La se?ora Clinton procede de ese sector de la clase media acomodada estadounidense que cree que hay que dar estudios superiores tanto a las hijas como a los hijos y que paga gustosamente las elevadas tarifas de las mejores universidades femeninas, como WeIlesley (cerca de Boston), en la que se licenci¨® Hillary Roadham pronunciando el discurso de despedida de su curso. Unos a?os m¨¢s tarde, en la Facultad de Derecho de Yale, se cas¨® con su compa?ero de clase Bill Clinton, muy capacitado pero mucho menos acomodado, y combin¨® la pr¨¢ctica legal, que desarroll¨® con gran ¨¦xito en Washington, Chicago y Arkansas, con la maternidad y su activa colaboraci¨®n en la carrera pol¨ªtica de su marido. En todo momento, desde la escuela, pasando por la universidad y hasta su vida profesional, ha sido una l¨ªder y una persona preocupada por los problemas de la pobreza, el racismo y las relaciones familiares.
Corno pareja pol¨ªtica de mentalidad progresista, una de las mayores ambiciones de los Clinton era conseguir que su presidencia instituyera un sistema sanitario que cubriera las necesidades m¨¦dicas de todos los norteamericanos. Y les pareci¨® perfectamente adecuado que fuera la se?ora Clinton, con su demostrada capacidad ejecutiva y sus inquietudes sociales, la que actuara como presidenta del comit¨¦ que deb¨ªa formular un plan nacional y presentar ese plan a los correspondientes comit¨¦s del Congreso. Aqu¨ª cometieron un evidente error de orgullo, el orgullo, creo, de la clase media blanca, liberal y con estudios superiores. Los Clinton dijeron alegremente a los electores que con ¨¦l conseguir¨ªan "dos por el precio de. uno", y la se?ora Clinton pens¨® indudablemente que con sus t¨ªtulos de WeIlesley y Yale y su ¨¦xito profesional inclinar¨ªa a la mayor¨ªa de los norteamericanos a darle la bienvenida al servicio p¨²blico.
Pero, por diversas razones, ¨¦sta fue una presunci¨®n err¨®nea. En primer lugar, ella no fue elegida por los votantes, un hecho cuyas implicaciones hubieran resultado evidentes para una persona menos segura de su propia posici¨®n social, intelectual y profesional. En segundo lugar, la mayor¨ªa de los dirigentes empresariales y pol¨ªticos estadounidenses no sienten ning¨²n cari?o por el establishment acad¨¦mico-profesional de la Costa Este. Cuando la se?ora Clinton hizo su brillante presentaci¨®n a los comit¨¦s del Congreso, la elogiaron en p¨²blico, pero comenzaron de inmediato a minar la totalidad del plan de sanidad propuesto.
Los grupos de presi¨®n de la lucrativa industria del seguro m¨¦dico se divirtieron much¨ªsimo ridiculizando a la candorosa dama wasp (blanca, anglosajona y protestante) del establishment liberal. Tras lo cual, el poder de los amenazados intereses econ¨®micos privados, el antiintelectualismo intuitivo de la mayor¨ªa de la clase media hacia la chica de WeItesley (peor a¨²n, quiz¨¢, la que pronunci¨® el discurso de graduaci¨®n) y el error de designar a su esposa presidenta de un comit¨¦ cuasilegislativo, se combinaron r¨¢pidamente para destruir cualquier perspectiva que el presidente pudiera haber tenido de que un plan sanitario nacional fuera aprobado por un Congreso dominado por intereses privados frecuentemente inconfesables.
Mientras, los Clinton llevan tres a?os sufriendo el bochorno de una investigaci¨®n de sus operaciones financieras cuando ¨¦l fue gobernador de Arkansas. En una ocasi¨®n, la se?ora Clinton, siguiendo el consejo de un agente de Bolsa relacionado con la industria av¨ªcola de Arkansas, gan¨® 100.000 d¨®lares con una inversi¨®n de 1.000 en futuros. Los Clinton tambi¨¦n participaron en una operaci¨®n especulativa de bienes ra¨ªces, Whitewater, cuyos principales inversionistas eran funcionarios de una instituci¨®n de ahorro y cuyo fracaso cost¨® a los contribuyentes cerca de sesenta millones de d¨®lares.
Las indagaciones del Congreso, que contin¨²an, y las numerosas y detalladas investigaciones period¨ªsticas llevadas a cabo, han fracasado estrepitosamente a la hora de demostrar cualquier fraude o acto ilegal por parte de los Clinton. Pero tambi¨¦n es evidente que los Clinton han proclamado por una parte su disposici¨®n a cooperar en todas las investigaciones y, por otra, han utilizado todas las maniobras legales posibles para mantener los documentos relevantes a salvo del escrutinio p¨²blico.
Aqu¨ª est¨¢n involucrados los turbios niveles ¨¦ticos del capitalismo mundial. Muchas personas de las mejores han conseguido enormes beneficios especulando del mismo modo que lo hizo la se?ora Clinton y muchos m¨¢s desear¨ªan haber tenido esa oportunidad gracias al circuito del c¨®ctel, Es un mercado libre competitivo, ?no es cierto? Y no hay ninguna ley en contra de comprar barato para vender tan caro como se pueda. De hecho, en eso consiste el capitalismo. Tambi¨¦n cualquier pareja joven tiene derecho a invertir en bienes ra¨ªces. M¨¢s a¨²n, esa actividad demuestra que piensan responsablemente en su futuro y en el de sus hijos. Si un inversionista es gobernador de un Estado y otro es presidente de un banco, ?para qu¨¦ est¨¢n los amigos? ?Y si el proyecto va a la quiebra? Bueno, eso es el capitalismo de mercado, siempre hay ganadores y perdedores.
Los Clinton pertenecen a una minor¨ªa importante de progresistas pol¨ªticos que intentan simult¨¢neamente ganar dinero (calladamente) y servir a causas humanitarias (p¨²blicamente). Pero la ¨¦lite conservadora ha disfrutado ridiculizando los torpes esfuerzos de los Clinton por evitar todo examen p¨²blico de su participaci¨®n amoral en las costumbres sagradas de una econom¨ªa amoral. Sus ataques han destrozado la utilidad de la se?ora Clinton como par de su esposo. Pero ella es una persona fuerte, con una amplia gama de capacidades, y se ha remodelado a s¨ª misma como primera dama, m¨¢s tradicional, pero todav¨ªa muy eficaz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.