Rafael Moneo: "La t¨¦cnica, el paisaje y la historia condicionan la arquitectura"
El ganador del Premio Pritzker afirma que no tiene tiempo "para la autocomplacencia"
"Si este premio Pritzker ha tenido m¨¢s eco en los medios espa?oles no creo que sea porque me lo hayan dado a m¨ª, un espa?ol, sino porque la informaci¨®n hoy es m¨¢s difusa, se ocupa pr¨¢cticamente de todo". No hay manera en una conversaci¨®n con este arquitecto, el m¨¢s conocido y reconocido de todos los espa?oles, socio de la m¨¢s alta ¨¦lite mundial, de que asome un ¨¢pice de su vanidad. Se intuye que la posee bien depositada y dispuesta, pero la utiliza para otras cosas m¨¢s ¨ªntimas. Ni siquiera con los clientes, asegura, puede imponer su relevancia profesional la mayor parte de las veces. Ganan los presupuestos econ¨®micos antes que sus destellos art¨ªsticos, m¨¢s el rigor de las necesidades empresariales que las hogueras de su fama.
Ni habiendo ganado el Pritzker, que es como el Nobel de la profesi¨®n, cree que las cosas vayan a cambiar. No van a alterarse -asegura- ni en lo que ¨¦l hace ni en lo que los dem¨¢s van a hacer respecto a ¨¦l. Hoy, sin embargo, que regresa a Harvard, donde imparte clases en la escuela de arquitectura y dise?o, en Cambridge Street, es dif¨ªcil que las cosas sigan conserv¨¢ndose como las dej¨®. Para los norteamericanos la distinci¨®n que ha obtenido Rafael Moneo es una excelencia de muy elevada cotizaci¨®n, y, con seguridad, los encargos que ya empezaron hace unos a?os aumentar¨¢n all¨ª o en Jap¨®n en n¨²mero y envergadura. Probablemente, el estudio que ha utilizado hasta ahora en la colonia de El Viso de Madrid, un chalecito racionalista con el piso cubierto de una estera que une hoy sus juntas con un papel de embalaje, puede cambiar de aspecto y hasta de emplazamiento. No se conquista este extraordinario galard¨®n en vano, aunque, como ¨¦l afirma, ni siquiera le queda reposo para saborearlo. En los ¨²ltimos a?os, su agitada actividad entre varios proyectos simult¨¢neos y viajes le ha impedido, dice, "conseguir el tiempo m¨ªnimo para permitirme una peque?a autocomplacencia".?Hacia d¨®nde se dirige su obra cuando est¨¢ en la madurez de los 58 a?os? ?Qu¨¦ mensaje se ha repetido con ella a lo largo de treinta y tantos a?os de ejercicio? A este arquitecto le resulta dif¨ªcil aislar una obsesi¨®n o alg¨²n estribillo ideol¨®gico que haya pretendido propagar. En primer lugar, en su gusto, la arquitectura verdadera es la que asume conscientemente sus mediaciones. "No estoy de acuerdo con una arquitectura de tipo inmediato como la que practica Frank Gehry, por ejemplo. ?l es un gran amigo m¨ªo, una persona grat¨ªsima y un excelente profesional, pero discutimos mucho sobre el sentido ¨²ltimo de nuestro oficio. Para m¨ª, la arquitectura es una actividad condicionada no s¨®lo por la t¨¦cnica o por los programas, lo est¨¢ por su destino, por el paisaje, por el entorno, por la misma historia de la arquitectura".
La arquitectura actual se enfrenta a un doble desaf¨ªo: el de construir sobre los solares de una ciudad dispersa, al estilo del urbanismo americano o al estilo en que van siendo las prolongaciones de las grandes urbes; y la de construir en el interior de una ciudad t¨ªpicamente europea, con el tejido urbano muy trenzado. En ambas situaciones, por antag¨®nicas que parezcan, Moneo encuentra una igualdad sustantiva. "Siempre", dice, "donde vaya a situarse un edificio la arquitectura escuchar¨¢ resonancias en su alrededor que orientar¨¢n el sentido de la obra". Su Museo Romano de M¨¦rida es romano hasta el pleonasmo; su Bankinter es el banco que recata su consciente hacer especulador; su estaci¨®n de Atocha, comunicando hacia el sur, es subtropical; su areopuerto de Sevilla es vivamente andaluz.
Un intelectual
M¨¢s que un arquitecto en sentido estricto, Rafael Moneo es un intelectual de la arquitectura tangible y de la arquitectura de las ideas. En su parecer, "la arquitectura actual tiende a una negaci¨®n de las formas, como tambi¨¦n la ideolog¨ªa en general se est¨¢ disipando". "Las grandes afirmaciones ideol¨®gicas de otro tiempo con el correlato de edificios que dejaban clara su iconograf¨ªa han sido sustituidas por actitudes m¨¢s livianas. Las obras no declaran con rotundidad nada a trav¨¦s de sus formas; pueden servir para usos diferentes, no osan sentar principios rotundos porque no creen en la permanencia de nada. Para ellas, el futuro no existe". "Si mi obra ha sido reconocida no ha sido desde luego porque haya yo recurrido a expresiones provocadoras ni porque me haya inclinado por el uso de tecnolog¨ªas nuevas. Todo lo que puede apreciarse en lo que he hecho ha sido una afirmaci¨®n ¨¦tica justificada externa e internamente y un quehacer m¨¢s bien artesano, alejado de las piruetas de la high-tec. Yo creo, yo pugno por el porvenir de una arquitectura consistente."
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