?Vamos hacia una recuperaci¨®n o una recesi¨®n?
En toda Europa vivimos en estos ¨²ltimos trimestres, una etapa de pausa o incluso retroceso en la recuperaci¨®n que se inici¨® con relativa fuerza despu¨¦s de la recesi¨®n de 1993. Todos los agentes econ¨®micos espa?oles se preguntan qu¨¦ va a pasar en los pr¨®ximos meses. ?Nos dirigimos hacia una nueva fase m¨¢s expansiva del ciclo, o esta pausa o reca¨ªda actual en el crecimiento va a llevarnos a una nueva recesi¨®n?Un an¨¢lisis descriptivo del actual ciclo de la econom¨ªa espa?ola y de los dos anteriores puede ayudarnos a comprender mejor la situaci¨®n y a inferir ciertas conclusiones. En el gr¨¢fico adjunto se refleja el comportamiento de la econom¨ªa espa?ola, a trav¨¦s de la evoluci¨®n trimestral del PIB, en los tres ¨²ltimos ciclos. La conclusi¨®n que se saca a primera vista es que, en los tres casos, tras haber tocado fondo el PIB respectivamente en 1975, 1981 y 1993, se ha dado una fase similar de recuperaci¨®n pero, al cabo de unos cuantos trimestres, ha habido una pausa o reca¨ªda en el crecimiento.
En el ciclo que comienza tras la recesi¨®n del tercer trimestre de 1975, provocada por la primera crisis energ¨¦tica, la recuperaci¨®n fue muy vigorosa ya que cinco trimestres m¨¢s tarde se alcanz¨® un crecimiento del 4,20%, pero, a partir de ese momento, comenz¨® una fase de descenso del ritmo de crecimiento que termin¨® en recesi¨®n, debido, fundamentalmente, a la segunda crisis energ¨¦tica; es decir, a un nuevo choque externo que provoc¨® ya un crecimiento negativo en 1979, y dos a?os m¨¢s tarde la recesi¨®n de 1981.
El ciclo que comenz¨® con la recesi¨®n del primer trimestre de 1981 inicia tambi¨¦n una recuperaci¨®n, aunque moderada, que nueve trimestres m¨¢s tarde, a partir de la mitad de 1983, sufri¨® tambi¨¦n una pausa que dur¨® un poco m¨¢s de un a?o y medio pero, m¨¢s tarde, se inici¨® la recuperaci¨®n m¨¢s vigorosa que la econom¨ªa espa?ola experiment¨® desde la de finales de los a?os sesenta, y principios de los a?os setenta, que dur¨® desde 1985 a 1990, para despu¨¦s ir perdiendo fuerza hasta llegar a la recesi¨®n de 1993.
El actual ciclo, que comienza en la recesi¨®n del segundo trimestre de 1993, que es la m¨¢s profunda que ha sufrido la econom¨ªa espa?ola en los ¨²ltimos 40 a?os, tambi¨¦n se inicia con una fase de recuperaci¨®n r¨¢pida que, al cabo de siete trimestres, empieza a perder fuerza e iniciar la etapa de reca¨ªda en la que nos encontramos en este momento.
?Cu¨¢l es el origen de estas pausas en medio de la recuperaci¨®n de cada ciclo? Lo m¨¢s probable es que, independientemente de las peculiaridades de cada ciclo, se deban al comportamiento de la inversi¨®n en existencias en las fases iniciales del mismo. Al comienzo de la fase de recuperaci¨®n de cada ciclo, las empresas, ante la expectativa de una aceleraci¨®n de la demanda final de inversi¨®n, de consumo y de exportaciones as¨ª como de un aumento de los precios de las materias primas de la energ¨ªa y de los bienes intermedios, intentan, precavidamente, acumular existencias y tambi¨¦n comprar bienes de equipo, ayudando as¨ª a iniciar una recuperacion vigorosa.
Cuando dichas empresas observan que sus expectativas no se cumplen en la medida que esperaban, detienen la acumulaci¨®n de existencias y reducen sus stocks provocando un efecto inverso sobre el crecimiento. Es decir, al principio de la recuperaci¨®n la contribuci¨®n de la acumulaci¨®n de existencias al crecimiento del PIB tiende a ser muy positiva y, posteriormente, el ajuste en las existencias suele contribuir negativamente a dicho crecimiento' lo que provoca su desaceleraci¨®n desanimando a la inversi¨®n y el consumo. Si, despu¨¦s de esa pausa, la inversi¨®n y el consumo terminan por recuperarse la expansi¨®n est¨¢ asegurada, como ocurri¨® en el ciclo anterior. Si la inversi¨®n y el consumo tardan mucho en recuperarse o se recibe un choque externo, como ocurri¨® en 1979 con la segunda crisis energ¨¦tica, la pausa termina en una nueva recesi¨®n. En el ciclo actual tambi¨¦n estamos ahora sufriendo un ajuste de existencias y todo depender¨¢ de que la confianza de los empresarios y consumidores se restablezca para que se reinicie de nuevo la recuperaci¨®n.
Naturalmente, ning¨²n ciclo tiene porqu¨¦ ser similar al anterior, ya que las condiciones econ¨®micas objetivas y de pol¨ªtica econ¨®mica difieren siempre entre un ciclo y otro. Por ejemplo, en 1983 y 1984 se hizo el llamado ajuste Boyer que permiti¨® que, aunque la reca¨ªda durase m¨¢s tiempo, la fase expansiva fuera m¨¢s s¨®lida ayudada, tambi¨¦n, por las expectativas de ingreso de la Comunidad Europea. En el ciclo anterior de 1975 no hubo ning¨²n ajuste hasta 1978, con los Pactos de la Moncloa, pero inmediatamente despu¨¦s lleg¨® una segunda crisis energ¨¦tica que aceler¨® la recesi¨®n. Tambi¨¦n en la actual fase del ciclo es a¨²n necesario otro ajuste, como veremos m¨¢s adelante, para hacer la recuperaci¨®n m¨¢s duradera.
?C¨®mo va a terminar la actual pausa? ?En una. recesi¨®n como la de 1979-1981 o en una fuerte expansi¨®n como la de 1985-1990? Probablemente, ni de una ni de otra manera. Creo que la expansi¨®n se reanudar¨¢ lentamente, que ¨¦sta ser¨¢ mucho m¨¢s moderada que la de 1985-1990 aunque si se hacen las reformas necesarias ser¨¢ m¨¢s duradera. El resultado final va a depender de la conjunci¨®n de unas condiciones objetivas m¨¢s favorables que las de los dos ciclos anteriores y de unos retos de pol¨ªtica econ¨®mica que permiten un menor margen de maniobra que en el ciclo pasado.
Por un lado, la situaci¨®n financiera de las empresas y familias es mucho m¨¢s sana que en los dos anteriores ciclos, con un super¨¢vit financiero que puede rondar el 3% del PIB, cuando en 1984 se encontraban con un d¨¦ficit del 1% del PIB. En segundo lugar, los tipos de inter¨¦s real, aunque a¨²n altos, son hoy ligeramente m¨¢s bajos que en la fue expansiva de la mitad de los a?os ochenta ya que a corto plazo se sit¨²an en cuatro puntos y a largo plazo en cinco puntos.
Por otro lado, la inclinaci¨®n de la curva de tipos, que es un buen indicador del PIB esperado, es cada vez m¨¢s positiva apuntando a una expansi¨®n. Adem¨¢s, la moderada pero continua relajaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria durante los dos ¨²ltimos a?os, tanto en Espa?a como en Europa, se tendr¨¢ que notar en un mayor crecimiento.
En cuarto lugar, el orden de recuperaci¨®n de los componentes de la demanda agregada espa?ola ha sido el m¨¢s adecuado para un correcto desarrollo del ciclo. El inicio se ha debido a las exportaciones, despu¨¦s ha tomado el relevo la inversi¨®n con crecimientos superiores al 8% desde, mediados de 1994 y el consumo, a¨²n d¨¦bil, deber¨¢ tornar el ¨²ltimo relevo. Las mayores exportaciones han permitido mejorar los resultados de las empresas, ¨¦stos, unido a la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s, han permitido una reducci¨®n del endeudamiento y un relanzamiento de la inversi¨®n privada y ¨¦sta es la que est¨¢ permitiendo que crezca el empleo y, ¨¦ste a su vez, permitir¨¢ que crezca el consumo.
Por ¨²ltimo, toda Europa y, por supuesto, Espa?a est¨¢n creciendo a¨²n muy por debajo de su crecimiento potencial, la "brecha de crecimiento", medida por la diferencia entre la producci¨®n y la capacidad productiva, es muy elevada lo que indica que es posible una expansi¨®n y que ¨¦sta no tiene porqu¨¦ producir tensiones inflacionistas a medio plazo.
Es decir, las condiciones objetivas son, sin duda, muy positivas de cara a una recuperaci¨®n firme y equilibrada.
Es por el lado de la pol¨ªtica econ¨®mica a corto plazo y, especialmente, por el compromiso de los pa¨ªses europeos de cumplir los valores de referencia de d¨¦ficit y de deuda p¨²blica del Tratado de Maastricht, donde se pueden plantear las mayores incertidumbres.
La restricci¨®n presupuestaria que supone, en el caso de Espa?a, reducir el d¨¦ficit p¨²blico en casi dos puntos de PIB desde ahora hasta finales de 1997, puede hacer que se ralentice la recuperaci¨®n, especialmente si todos los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea hacen esfuerzos similares para realizar un ajuste fiscal en los dos pr¨®ximos a?os.
Sin embargo, en contra de la sabidur¨ªa convencional, el efecto de la restricci¨®n fiscal puede ser positivo para el crecimiento espa?ol no s¨®lo a largo plazo, que es condici¨®n necesaria, sino incluso a medio plazo, y ello por varias razones.
En primer lugar, porque la justificaci¨®n actual de estancamiento del consumo es fundamentalmente psicol¨®gica por las dudas que tienen las familias sobre el futuro de las finanzas p¨²blicas y del empleo. Por dicha raz¨®n, un recorte presupuestario puede incentivar el relanzamiento del consumo si, al observar los ciudadanos que se reforma el sector p¨²blico y se hace frente con determinaci¨®n a la d¨¦bil situaci¨®n financiera del Estado, empiezan a recuperar cierta confianza en el futuro del Estado de bienestar. De hecho, tanto el empleo como el ¨ªndice de confianza del consumidor se est¨¢n ya recuperando moderadamente.
En segundo lugar, una fuerte reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico en Espa?a conllevar¨¢ un descenso, cada vez mayor, de la prima de riesgo que tienen los actuales tipos de inter¨¦s a largo plazo respecto del marco alem¨¢n, por tanto, el efecto contractivo de dicho recorte presupuestario se puede ver compensado por la mejora de los tipos de inter¨¦s.
Por ¨²ltimo, otra soluci¨®n a este conflicto de pol¨ªtica econ¨®mica podr¨ªa venir del exterior, es decir, de que contin¨²e la actual tendencia a la apreciaci¨®n del d¨®lar frente al marco y, por tanto, frente al franco y la peseta lo que nos permitir¨ªa compensar el efecto de la restricci¨®n fiscal sobre el crecimiento con una nueva expansi¨®n de las exportaciones.
En resumen, creo que, salvo que ocurra un choque externo imprevisto, lo l¨®gico es que las mejores condiciones objetivas o "fundamentales" se impongan a los problemas de pol¨ªtica econ¨®mica a corto plazo, y la recuperaci¨®n se reinicie dentro de los pr¨®ximos 12 meses. Ahora bien, ¨¦sta no ser¨¢ duradera ni equilibrada si no se toman las medidas de reforma que quedan pendientes para el nuevo Gobierno. Es decir, igual que se hizo un ajuste Boyer es necesario y urgente un programa Rato de ajuste, liberalizaci¨®n y reformas estructurales, si es que realmente se desea no s¨®lo que Espa?a converja y entre en la tercera fase de la Uni¨®n Monetaria, sino tambi¨¦n que dicha entrada sea sostenible.
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