La creaci¨®n de empleo y la mejora de la competencia
Que el problema del empleo ocupe el primer puesto entre las cuestiones que m¨¢s preocupan al conjunto de la poblaci¨®n constituye un claro reflejo de la sensibilidad social que respecto a este fen¨®meno existe en nuestro pa¨ªs. Un elemento de consenso entre la mayor parte de quienes, desde diferentes posiciones, tenemos responsabilidades en esta materia es la constataci¨®n de que cada vez m¨¢s el crecimiento econ¨®mico constituye una condici¨®n necesaria pero no suficiente para la generaci¨®n de empleo. As¨ª, en todas las sociedades de nuestro entorno se ha producido una evoluci¨®n similar: se ha incrementado la capacidad de creaci¨®n de riqueza y paralelamente los niveles de desempleo crecen, consolid¨¢ndose un desempleo estructural creciente.Este problema incide de forma especial en pa¨ªses como el nuestro, con reducida tasa de, actividad, para los cuales la necesidad de generar empleo suficiente es tanto o mas imperiosa, no s¨®lo para compensar las p¨¦rdidas que se han producido en los ¨²ltimos a?os por las transformaciones experimentales en los diferentes sectores productivos, sino tambi¨¦n para dar respuesta al crecimiento de la poblaci¨®n demandante de empleo.
Por esta raz¨®n, probablemente el reto m¨¢s importante al que tiene que hacer frente la sociedad espa?ola en los pr¨®ximos a?os es c¨®mo conjugar la mejora de la competencia de las empresas con el objetivo de aumentar el empleo y mejorar sus condiciones. Con la campa?a unitaria por el empleo que CC OO y UGT hemos iniciado, queremos que se produzca, en el conjunto de la sociedad y especialmente entre los agentes sociales, una discusi¨®n abierta sobre la problem¨¢tica existente en tomo al empleo y a su escasez, a fin de establecer. objetivos, propuestas concretas y compromisos.
Pensamos que el objetivo prioritario de la pol¨ªtica econ¨®mica debe responder a la creaci¨®n de empleo, no s¨®lo porque el mantenimiento del proceso inversor requiere un aumento significativo del consumo privado -cuesti¨®n relacionada con el poder adquisitivo, de los salarios y la estabilidad laboral-, sino porque, medidas como el fomento de la inversi¨®n productiva frente a la especulativa, la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s el la realizaci¨®n de un mayor esfuerzo en inversi¨®n p¨²blica act¨²an beneficiosamente sobre el empleo, pero, adem¨¢s, son piezas fundamentales para la consolidaci¨®n de la recuperaci¨®n econ¨®mica.
Otro aspecto que debe debatirse es la revisi¨®n del gasto p¨²blico en relaci¨®n a los incentivos fiscales a las empresas. Este gasto fiscal, que se sit¨²a actualmente en tomo a los 700.000 millones de pesetas, deber¨ªa transformarse en ayudas directas condicionadas a la creaci¨®n de empleo, seleccionando los objetivos y permitiendo un mejor control y evaluaci¨®n de los resultados obtenidos.
Un factor determinante, no s¨®lo en la creaci¨®n de empleo, sino tambi¨¦n en su calidad, es la definici¨®n del modelo de competencia comercial por el que se apuesta. Potenciar el desarrollo de sectores y empresas basados en la calidad y el valor a?adido de los bienes y servicios producidos, en la formaci¨®n y cualificaci¨®n de la mano de obra, y no s¨®lo en los bajos costes laborales, es una elecci¨®n necesaria. Porque en Espa?a tan importante como la lucha contra el paro es la mejora de las condiciones del empleo. Los procesos de descentralizaci¨®n y de divisi¨®n del trabajo entre empresas est¨¢n configurando tejidos productivos muy fragmentados, redes de peque?as y medianas empresas con relaciones de subcontrataci¨®n, que a su vez generan condiciones de trabajo tambi¨¦n segmentadas y una dualizaci¨®n social creciente: entre empleo fijo e inestable, entre quienes realizan una jornada completa o trabajan a tiempo parcial, o entre quienes por el hecho de ser j¨®venes o mujeres est¨¢n subempleados.
Paralelamente, las reformas introducidas en nuestro ordenamiento laboral en materia de contrataci¨®n no han resuelto el problema del paro y han deteriorado el empleo. La temporalidad y la rotaci¨®n son las caracter¨ªsticas dominantes de las nuevas contrataciones, situaci¨®n que, parad¨®jicamente, ya es reconocida como alarmante por los agentes econ¨®micos.
En este sentido, UGT y CC OO creemos necesario realizar modificaciones legislativas para recuperar la estabilidad en el empleo: reducir las modalidades contractuales temporales y hacer cumplir el principio de causalidad de estos contratos, para que los contratos de pr¨¢cticas y aprendizaje sean realmente formativos, para que el contrato parcial sea una modalidad con todos los derechos y realmente elegida por las mujeres y los hombres que buscan empleo o quieren trabajar menos.
Pero las reformas legislativas no bastan. La negociaci¨®n colectiva es un instrumento fundamental para aumentar y estabilizar el empleo a partir de un conocimiento m¨¢s pr¨®ximo a la realidad de cada sector y empresa y del acuerdo entre los agentes sociales. Para ello es necesario mejorar este instrumento mediante la articulaci¨®n de los ¨¢mbitos de negociaci¨®n para llegar al conjunto de la poblaci¨®n asalariada, a las peque?as y medianas empresas. Conectar tambi¨¦n a empresas centrales y auxiliares, a empresas de trabajo temporal y usuarias. Hay que equilibrar el v¨ªnculo de relaciones actualmente existente entre redes de empresas, fuerte en las relaciones productivas y comerciales y muy d¨¦bil o inexistente en las relaciones laborales.
Un marco de relaciones laborales m¨¢s participativo y responsable es otro instrumento a desarrollar para alcanzar acuerdos por el empleo. La corresponsabilidad de los trabajadores con las decisiones que afectan al empleo requiere de una participaci¨®n activa en la organizaci¨®n productiva, en los procesos de cambio tecnol¨®gico, de descentralizaci¨®n de actividades, en la distribuci¨®n del tiempo, de trabajo, en el ¨¢mbito de la formaci¨®n. La moderaci¨®n salarial mantenida por los sindicatos durante el ¨²ltimo a?o para favorecer la creaci¨®n de empleo es una buena prueba de esa corresponsabilidad.
El tiempo de trabajo y su distribuci¨®n son elementos estrat¨¦gicos de las condiciones de? empleo y de su mejor reparto en el conjunto de la sociedad. Es necesario compatibilizar los intereses empresariales con las necesidades. personales de quienes trabajan. Una mayor flexibilidad del tiempo de trabajo debe contemplar ambas necesidades: permitir interrupciones voluntarias de la actividad laboral de las personas a lo largo de su vida para dedicarlas a formaci¨®n, a la atenci¨®n de responsabilidades sociales y familiares, adelantar el tiempo, de jubilaci¨®n. Estas reducciones individuales de tiempo de trabajo deber¨¢n suponer en las empresas nuevas contrataciones de sustituci¨®n. Paralelamente, se deber¨¢ ajustar el marco jur¨ªdico para, que quienes quieran trabajar menos horas no sufran una p¨¦rdida en la protecci¨®n social o en las condiciones de trabajo.
Avanzar hacia la jornada laboral de 35 horas semanales, conseguir una reducci¨®n significativa de las horas extraordinarias y su retribuci¨®n mediante tiempo compensado o reducir el tiempo de trabajo para quienes realizan horarios a turnos, trabajo nocturno, son aspectos que requieren un debate y negociaci¨®n para concretar, su aplicaci¨®n.
Finalmente, si el protagonismo de los agentes sociales est¨¢ en la negociaci¨®n colectiva y en la organizaci¨®n del trabajo, el Estado tiene un papel fundamental que cumplir, tanto en la definici¨®n, potenciaci¨®n y coordinaci¨®n de las pol¨ªticas activas de empleo, como para insertarlas en el sistema de protecci¨®n social, ya que dichas pol¨ªticas no pueden realizarse a costa de reducir las prestaciones sociales.
Potenciar el desarrollo de empleos y actividades que den respuesta a nuevas necesidades personales y sociales, mejorar la actividad desarrollada por el instituto Nacional de Empleo, especialmente la funci¨®n de intermediaci¨®n, son aspectos fundamentales en los que tienen que coparticipar, precisamente por su proximidad a quienes demandan empleo y a la oferta de trabajo, las administraciones p¨²blicas y los agentes sociales.
El empleo es uno de los elementos m¨¢s significativos de cohesi¨®n y estructuraci¨®n de la sociedad. Tener empleo no es s¨®lo un trabajo y un salario, es tener un lugar en la sociedad. Al mismo tiempo, la falta de empleo remite a lo colectivo, el paro juvenil y femenino o el desempleo de larga duraci¨®n condicionan las posibilidades individuales de encontrar trabajo. Buscar soluciones a la falta de empleo, por tanto, es una tarea social y no s¨®lo una cuesti¨®n para expertos de ajuste entre la oferta y la demanda en el mercado laboral.
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