Evocaci¨®n del tango
El c¨¦lebre pianista y director. de orquesta -y lo digo en el orden de destrezas que ¨¦l mismo prefiere- Daniel Barenboim acaba de lanzar un disco compacto de tangos -¨¦l al piano, junto al bandone¨®n de Rodolfo Mederes y el contrabajo de H¨¦ctor Console- al que ha dado el mismo t¨ªtulo que la m¨ªtica canci¨®n de Carlos Gardel: Mi Buenos Aires querido. No resulta nada extra?o que uno de los cultivadores m¨¢s eminentes de la m¨²sica cl¨¢sica vuelva su mirada a las melod¨ªas porte?as, porque, como nos cuenta, nacido en 1942 en la ciudad del Plata, "pas¨¦ los primeros a?os de mi vida en Argentina, solamente en Argentina. El resto del mundo estaba muy lejos y todo lo argentino estuvo junto a mi coraz¨®n. Los conceptos de existencia cosmopolita o pensamiento internacional a¨²n no hab¨ªan despertado. El aire que respir¨¦ fue Buenos Aires, el idioma que habl¨¦ fue el 'porte?o' y el ritmo que bail¨¦ (hablando en sentido figurado) fue el Tango! Mi ¨ªdolo era Carlos Gardel. Casi medio siglo despu¨¦s regres¨¦ no solamente a Argentina, no solamente a mi infancia, sino especialmente a Mi Buenos Aires querido y otras muchas maravillosas melod¨ªas que forman parte de este disco sentimental". Y con Barenboim y otros grupos e int¨¦rpretes est¨¢ as¨ª volviendo el tango a ponerse de moda una vez m¨¢s.El tango, canto urbano por excelencia, m¨¢s propio para ser cantado por, voces masculinas al ser siempre la queja de un hombre que a?ora a una mujer, es "un pensamiento triste que se baila" como lo defini¨® tan certeramente uno de sus m¨¢ximos creadores, Enrique Santos Disc¨¦polo. Pues no hay que olvidar que el tango es, a la vez, m¨²sica, letra y baile emparejado y sensual. Todos los grandes escritores argentinos han meditado sobre esta melod¨ªa trascendental porque en sus ritmos y sus letras se encuentran muchos secretos del modo de ser argentino. Pero ha sido Ernesto S¨¢bato, a quien admiro profundamente por su prosa y por su calidad moral, el que ha aportado ideas m¨¢s agudas sobre el sentido del tango. Su libro Tango: discusi¨®n y clave, escrito en 1963, se lo dedica a Borges, con el que andaba entonces mal -lo cual, por cierto, le pasaba frecuentemente con sus colegas al autor de El Aleph-: "Las vueltas que da el mundo, Borges: cuando yo era muchacho... versos suyos me ayudaron a descubrir melanc¨®licas bellezas de Buenos Aires... luego,cuando le conoc¨ª personalmente, supimos conversar sobre temas porte?os... y, a?os m¨¢s tarde, el rencor pol¨ªtico nos alej¨® y, as¨ª como Arist¨®teles dice que las cosas se diferencian en lo que se parecen, quiz¨¢ podr¨ªamos decir que los hombres se separan por lo mismo que quieren... El tango era una de ellas. Para S¨¢bato "el tango encarna los rasgos esenciales del pa¨ªs que empezamos a tener: el desajuste, la nostalgia, la tristeza, la frustraci¨®n... y el rencor" porque "al argentino le falta ese respaldo de la eternidad que es la tradici¨®n milenaria". Quiz¨¢ todos esos rasgos -me explicaba un amigo argentino- provengan de que, "despu¨¦s de decir adi¨®s en 1818 al respaldo paterno, fuimos perdiendo aquel ¨ªmpetu inicial y nos quedamos en lo, que somos: el pa¨ªs del primer esfuerzo, el pa¨ªs del inmigrante que viene a hacer fortuna, y si la hace se la lleva, y si no la consigue nos deja el resentimiento".
Conste que ¨¦stas son opiniones -tan rasgadas como los propios tangos- de ilustres argentinos y no m¨ªas. Yo siento por la Argentina una enorme atracci¨®n, pero, como en todos los pa¨ªses de nuestra lengua, al otro lado del mar veo a sus habitantes a la vez como nosotros y como otros, que es lo que les da la condici¨®n apasionante de enigma hist¨®rico.
La letra es tan importante como la m¨²sica en estas melod¨ªas de arrabal. S¨¢bato se?ala ¨¦sta, en que el cantor medita el paso del tiempo: "Esta noche para siempre/ terminaron mis haza?as/ un chamuyo misterioso / me acorrala el coraz¨®n. O esta otra que, para nuestro citado autor, proclama la m¨¢xima arrogancia del porte?o:. "Yo quiero morir conmigo / sin confesi¨®n y sin Dios / crucificado en mi pena / como abrazado a un rencor". Quiz¨¢ sea una herej¨ªa literaria m¨ªa afirmar que las primeras estrofas de ese maravilloso mester de gaucher¨ªa en que est¨¢ escrito el Mart¨ªn Fierro anuncian ya el tango: "Aqu¨ª me pongo a cantar / al comp¨¢s de la vih¨¹ela / que el hombre que lo desvela / una pena extraordinaria/ como el ave solitaria/ con el cantar se consuela". O este milonga, casi tango, del propio Borges: "Manuel Flores va a morir / eso es moneda corriente/ morir es una costumbre/ que sabe tener la gente".
Hubo momentos en que las dictaduras militares -frecuentes en la Argentina desde la del general Uriburu en 1930- silencian alg¨²n tango. El famoso Percal no pod¨ªa tocarse cuando mandaba el general Ram¨ªrez, all¨¢ por los a?os cuarenta, porque el verso ten¨¦s quince abriles demostraba que la protagonista era una menor y no pod¨ªa admitirse que una menor se dedicase a la prostituci¨®n.
En el Libro del tango, una verdadera enciclopedia de las figuras y las creaciones de la canci¨®n t¨ªpica argentina, escrito por Horacio Ferrer, periodista y poeta, la historia del tango confirma la teor¨ªa de las generaciones hist¨®ricas: hay cada cierto tiempo una renovaci¨®n o una ca¨ªda y cada generaci¨®n trae un nuevo estilo. Quiz¨¢ su admiraci¨®n por su hom¨®nimo Horacio Salg¨¢n, que hacia 1944 surgi¨® con fuerza como pianista, compositor y letrista, y que era lector de Carrel y de Ortega, le llevar¨¢ a separar esas generaciones de 15 en 15 a?os, muy orteguianamente: as¨ª enumera la generaci¨®n de 1880, en la que se "nacionaliza" el bandone¨®n, inventado d¨¦cadas antes en Prusia por el alem¨¢n Hans Band; la generaci¨®n de 1895, con el cantante Gobbi; la de 1910, una cima, con Canaro y Carlos Gardel, y la de 1925, que conquista plenamente al Par¨ªs de la posguerra.
Aquel extraordinario asturiano, Valent¨ªn Andr¨¦s Alvarez, aficionado a todo porque, en efecto, fue -y siempre con maestr¨ªa- poeta, novelista, dramaturgo -su famoso Tarari-, economista, profesor, decano... y gran bailar¨ªn del tango argentino, con el que coincidi¨® en sus a?os de estudiante en Par¨ªs, ha narrado que ense?¨® a bailar el tango a izquierdas a una hermosa francesa de la que estaba encandilado para que no pudiera bailar con otro posible pretendiente. Y cuando regres¨® a Madrid fue el primero en lanzar el tango tanto en las casas de baile barriobajeras como en los salones de post¨ªn. Ahora le hubiera gustado o¨ªr el disco de Barenboim o los conciertos que ha dado recientemente en Par¨ªs y en Madrid, y paladear de nuevo las melod¨ªas de su juventud.
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