La p¨¦rdida
Imponente el baile de altos cargos que se est¨¢ produciendo en Espa?a en estos d¨ªas: todo el pa¨ªs resuena con el chirrido de las patas de las sillas al correrse. Calvo Sotelo me cont¨® una vez que lo que ¨¦l llev¨® peor al dejar el poder fue la repentina mudez de los tel¨¦fonos. Qu¨¦ silencio tan ensordecedor: sin informaciones y sin halagos. Desde luego el poder afecta profundamente a las personas. Fraga, por ejemplo, est¨¢ mucho m¨¢s manso ahora, que es presidente de Galicia, que cuando andaba de l¨ªder pol¨ªtico vapuleado por las urnas. Tal vez la edad haya atemperado su furia vesubial, pero m¨¢s bien me creo que el cargo calm¨® cierto desasosiego de su orgullo.Y es que a algunos el poder les narcotiza, mientras que a otros les hace perder del todo la chaveta. Fuera como fuese, tiene un tremendo efecto en las neuronas, por lo que hay que dosificarlo con gran tiento. Por ejemplo, no parece que estarse trece a?os seguidos en el poder resulte de lo m¨¢s recomendable; de modo que a estos que entran ahora (por cierto, qu¨¦ est¨²pidos al prohibir las fotos de desnudos en Valencia) hay que echarles, como mucho, dentro de dos legislaturas.
En la fiesta del aniversario de EL PA?S me encontr¨¦ con Carmen Alborch, que estaba empapada por el aguacero: "Claro, como ahora ya ni te deja el coche a la puerta ni te llevan con el paraguas ni nada", coment¨®, muy sonriente, con su naturalidad tan estupenda. S¨ª, debe de ser el aclimatarse a la p¨¦rdida de poder, incluso para la gente m¨¢s normal y m¨¢s sabia, como Carmen y otros. En cuanto a los cretinos, los abusivos y los corruptos, seguro que esos se quedan biliosos y alelados durante mucho tiempo. Habr¨ªa que aprovechar este momento, ahora que est¨¢n estupefactos, para hacer lo que acaban de reclamar, con todo acierto, las Juventudes Socialistas: renovar de una vez ese partido.
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