La guerra de Liberia

LA IMAGENi del cochambroso buque Bulk Challenge bordeando la costa africana a la espera de un pa¨ªs dispuesto a acoger a los 3.600 liberianos que huyen de la guerra simboliza estos d¨ªas la tragedia de ese pa¨ªs. La presi¨®n internacional, y la promesa de ayuda por parte de Naciones Unidas, han hecho que Ghana acepte finalmente recibir a esos refugiados. Pero la pesadilla prosigue sobre el terreno. Liberia, rep¨²blica fundada en 1847 por esclavos negros liberados por sociedades fil¨¢ntropicas estadounidenses, a?ade su nombre a los de L¨ªbano, Somalia, Bosnia y Ruanda como escenario de una guerra civil extremadamente cruel y ante la que el resto del mundo s¨®lo reacciona cuando las im¨¢genes de horror le entran por el televisor.?Qui¨¦nes combaten en Liberia? Se?ores de la guerra que s¨®lo responden a sus ambiciones personales de poder y riqueza, entreveradas con intereses ¨¦tnicos y tribales. Dirigen bandas de j¨®venes y adolescentes que se dedican al pillaje con tanto entusiasmo como a la ejecuci¨®n sumaria y la decapitaci¨®n de sus rivales. En la fase actual del conflicto, las facciones liberianas pueden resumirse en dos: de un lado, el asediado Roosevelt Johnson, l¨ªder de la etnia krahn, y de otro, Charles Taylor, descendiente de los esclavos liberados, y su aliado Alhaji Kromah, l¨ªder del ala mandinga. Taylor y Kromah se proclaman representantes del Gobierno.

En realidad, Liberia est¨¢ sacudida desde hace seis anos por una catarata de guerras civiles que ya han causado la muerte de 150.000 personas y 750.000 refugiados en los territorios vecinos, es decir, m¨¢s de una tercera parte de los 2,6 millones de habitantes de este pa¨ªs de 97.754 kil¨®metros cuadrados. Todo empez¨® cuando entr¨® en crisis el poder tradicional que hab¨ªa ejercido sobre esta rep¨²blica africana -colonialismo dentro del colonialismo- el grupo social constituido por los descendientes de los esclavos estadounidenses libertos que la fundaron. ?stos monopolizaron el poder hasta que, en abril de 1980, el presidente William R. Tolbert fue asesinado en un golpe de Estado dirigido por el sargento -era el de graduaci¨®n m¨¢s alta de los amotinados- Samuel Doe, de la etnia aut¨®ctona de los krahn. En diciembre de 1989 estall¨® una rebeli¨®n dirigida por Charles Taylor contra Doe, a quien ejecut¨®, abri¨¦ndose as¨ª un largo periodo de guerra civil, que se prolonga pese a un ef¨ªmero acuerdo firmado en agosto pasado.

Una vez m¨¢s, el nuevo orden internacional ha dejado ver sus graves carencias, al tiempo que el concepto de Estado parece diluirse en esta parte de ?frica. Los casi 10.000 cascos blancos enviados como fuerza de pacificaci¨®n a Liberia a principios de la d¨¦cada por los pa¨ªses de ?frica occidental, no s¨®lo no han logrado desarmar a los 60.000 milicianos que hay en el pa¨ªs, sino que se han hecho c¨¦lebres por su ineficacia y corrupci¨®n, y participan en los pillajes con tanta avidez como los. combatientes locales. Las esperanzas de tregua que se hab¨ªan abierto el lunes quedaron ayer deshechas al reanudarse los combates en Monrovia. Parar desde fuera una guerra enquistada es dif¨ªcil. Algunos liberianos proclaman: "Queremos hacer nuestra propia paz". Pero la comunidad internacional y, desde luego, los pa¨ªses vecinos s¨ª deber¨ªan contribuir al menos a paliar la situaci¨®n de los refugiados. La Comisi¨®n Europea ha propuesto crear un espacio humanitario para acogerlos, mientras la ONU ofrec¨ªa su apoyo en una crisis en cuyo alivio las Organizaciones No Gubernamentales, una vez m¨¢s, parecen desempe?ar un papel m¨¢s relevante que los Gobiernos.