La fiesta es linchar al enemigo
Liberia vive desde hace semanas enloquecidamente la hora de la muerte. Y el linchamiento del enemigo se convierte en una fiesta. Alguien dijo ayer: "Vamos. Lo van a matar". Fue uno m¨¢s de los cr¨ªmenes que se producen cada d¨ªa en Monrovia, la capital liberiana, donde s¨®lo ayer se registraron 21 muertos en los choques entre facciones. El joven era muy alto y delgado. La sangre le embadurnaba la cara y le encharcaba la camiseta azul turquesa. Corr¨ªa en c¨ªrculos dejando un rastro de sangre: peque?as gotitas que el asfalto devoraba. Ped¨ªa piedad con las manos, pero la jaur¨ªa de jovenzuelos s¨®lo quer¨ªa terminar con ¨¦l. Le golpeaban con las culatas de viejos fusiles o le acuchillaban a la carrera como en una corrida popular: con bayonetas brillantes o cuchillos de cocina.
El coronel de los 'marines' dice que ninguna de las facciones podr¨¢ controlar la capital liberiana
21 muertos en los ¨²ltimos choques en Morovia
Un ni?o de nueve a?os quiso ensartarlo con una ca?a de pescar. El fugitivo intent¨® abrirse paso hacia nosotros, pero un muchacho sin piedad, vestido con un gorro multicolor de rastafari y gafas de sol cuadradas, le cerr¨® el paso con un Kal¨¢shnikov, le hizo retroceder hacia el centro del grupo salvaje y le descerraj¨® un tiro en el vientre. Fue uno de los asesinatos del d¨ªa en Monrovia, la capital de Liberia, una de las jornadas m¨¢s violentas de las ¨²ltimas cuatro semanas. La muerte se cotiza muy bajo en Liberia. Basta desembarcar de uno de los helic¨®pteros artillados en la Embajada de EE UU -convertida en un fort¨ªn en tierra hostil-, atravesar los muros coronados de alambre de espino y recorrer tres o cuatro calles para darse de bruces con el mal. El joven linchado en pleno d¨ªa pertenec¨ªa a las fuerzas del Frente Patri¨®tico Nacional de Liberia, la guerrilla del se?or de la guerra Charles Taylor, y fue descubierto agazapado en un s¨®tano por guerrilleros de la etnia krahn, que ayer desencadenaron una feroz ofensiva contra las posiciones de Taylor en el barrio diplom¨¢tico de Mamba Point. Pero es in¨²til hablar de tropas, etnias, estrategia. El pillaje y la muerte gratuita son la ¨²nica raz¨®n. El joven fue apaleado y acuchillado en medio del jolgorio y el delirio criminal de un grupo de muchachos de entre 9 y 15 a?os. El tiro no acab¨® con la vida del muchacho. Tendido boca abajo, cada inhalaci¨®n parec¨ªa la ¨²ltima y le desgarraba las entra?as mientras la sangre le sub¨ªa a los labios y se mezclaba con la tierra. Los jefecillos autonombrados generales y con t¨ªtulos tan vistosos como Tito, Franco, Castro o Fuck Me Quick (J¨®deme R¨¢pido) intentan poner un poco de orden en una horda sin m¨¢s porvenir que la destrucci¨®n. Nadie se encarg¨® de acortar la lenta agon¨ªa del joven partidario de Taylor. La guerra civil devora las entra?as de Liberia desde hace seis a?os. Pero desde el pasado 6 de abril no ha dejado de ensa?arse con Monrovia, una capital creada para conceder una patria de redenci¨®n a los esclavos negros emancipados en las plantaciones del sur de EE UU. Para el coronel de marines Wayne Forbush, los de ayer fueron Ios m¨¢s intensos y concentrados combates" desde el pasado 23 de abril, cuando lleg¨® a la capital liberiana. Forbush, cuyas tropas no abandonan el per¨ªmetro de su Embajada en lo que llaman tierra desolaci¨®n y que d¨ªa y noche vigilan con prism¨¢ticos y fusiles de mira telesc¨®pica el entorno de la legaci¨®n diplom¨¢tica, no cree que ninguna de las facciones en litigio tenga capacidad militar para hacerse con el control de Monrovia. Seg¨²n sus informaciones, medio centenar de guerrilleros de la etnia krahn atacaron ayer posiciones de Taylor en las proximidades de Mamba Point. Haciendo uso de peque?os morteros, lanzagranadas y fusiles de asalto, la guerrilla krahn logr¨® desalojar a las fuerzas de las inmediaciones del campo de Greystone, donde: cerca de 3.000 refugiados viven en penosas condiciones. Para Forbush, no se puede decir que: la batalla de Monrovia sea una, guerra de posiciones. Son asaltos m¨¢s o menos calculados en un toma y daca continuo, en los que prima sobre todo el pillaje y la pura violencia desatada. Por lo general, hay enfrentamientos a primera hora del d¨ªa. La situaci¨®n tiende a calmarse a la hora del almuerzo, para retornar con nuevo fragor a las primeras horas de la tarde, cuando los guerrilleros han encontrado el modo de estimularse con drogas o alcohol. Para Forbush, parece claro que los krahn, cuya etnia integraba mayoritariamente el Ej¨¦rcito liberiano del dictador Samuel Doe, contra el que Taylor lanz¨® a su guerrilla hace seis a?os, tienen un mayor entrenamiento militar y aplican alg¨²n tipo de estrategia. Sin embargo, por parte estadounidense no consideran m¨¢s misi¨®n que "esperar y ver". "Nuestra tarea es proteger la Embajada. No hay intenciones de cerrarla ni de involucrarse militarmente en los combates", advierte Forbush, que comanda una fuerza de casi 3.000 marines, buena parte de los cuales se encuentran en estado de alerta a bordo de varios buques anclados lejos del alcance de los fusileros liberianos. Frente al puerto de Monrovia, los 365 ocupantes del carguero ruso Zolotitsa soportan en lastimosas condiciones la falta de agua y la imposibilidad de desembarcar. Otro tanto les ocurre a los liberianos que tratan de llegar a tierra en Guinea-Conakry. A la desesperada, muchos liberianos eligieron la v¨ªa mar¨ªtima para huir de una ciudad sometida a la desolaci¨®n y la barbarie, donde pr¨¢cticamente ni una sola casa se ha librado del saqueo. Liberia se hunde en un mar sucio y sin redenci¨®n a la vista. La luz se desvanece y el estruendo de las ametralladoras parece celebrarlo una vez m¨¢s.
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