Mirando al globo
Por no saber, no supieron ni destituirle. Le tienen tanta inquina y tanto miedo que no acertaban a c¨®mo decirle algo que sab¨ªa hasta el portero de N¨²?ez, as¨ª que le trataron como a cualquier otro. No encontraron ninguna otra salida que mandar al de siempre, ese funcionario cul¨¦ llamado Gaspart, a deshora (9.30 horas), para que le echara como cuando prescindieron de Kubala (lo dijo el mismo vicepresidente). No repararon siquiera en que el bueno de Kubala tard¨® ocho partidos en pasar del banquillo al f¨²tbol base y que Cruyff llevaba ocho a?os.Vino a decir Gaspart que como la prensa hab¨ªa publicado lo que la misma directiva hab¨ªa filtrado se impon¨ªa la destituci¨®n. Y ahora, encima, dir¨¢n que como Cruyff ya es historia, quien hoy silbe, proteste o simplemente se queje, es que es antibarcelonista.
Cruyff sabe que el aficionado no le quiere de presidente, sino de oponente de N¨²?ez. Mucho mejor si es en casa que fuera, pero de antagonista. El legado del holand¨¦s es, en este sentido, incomparable: llen¨® el campo, embelleci¨® la cancha, nos ense?¨® numerolog¨ªa (el 4, el 6, el 8 ... ), dignific¨® el camerino y convirti¨® el palco del Camp Nou en el mirador de la grada. "El vestuario es para vestirse", le dijo el primer d¨ªa a N¨²?ez, y N¨²?ez dej¨® de bajar al vestuario. Mand¨® a los directivos a la sala de juntas, a los periodistas a la sala de prensa y a los jugadores a la sala de juego, y llen¨® la sala de trofeos de ligas y copas.
Ha ense?ado c¨®mo vivir del f¨²tbol, ha hecho del Bar?a un equipo reconocible de d¨ªa y de noche, ha sacado aquel complejo victimista y perdedor que se heredaba de padres a hijos y ha conseguido que ser cul¨¦ sea un signo de distinci¨®n m¨¢s que de defensa. El problema es que su f¨²tbol no se hereda: cuando no lo explica ¨¦l, no se entiende. No s¨®lo eso: cuando a ¨¦l le da la gana, es capaz de quemarlo para que nadie lo disfrute.
Hoy, el primer d¨ªa despu¨¦s de Cruyff, ser¨¢ duro, pues N¨²?ez no ofrece nada capaz de hacer olvidar a Cruyff. El equipazo -como le llama Gaspart- consiste de momento en Bobby Robson, un t¨¦cnico puente de 63 a?os y dos futbolistas que acaban contrato, Luis Enrique y Pizzi (por muy Pichichi que sea, el hincha habla de Mijatovic y Suker, y de Capello, y del Madrid). Hay la sensaci¨®n de que el Madrid m¨¢s pobre de la historia se enriquece mientras el Bar?a m¨¢s rico, empobrece.
La destituci¨®n de Cruyff y el puente-Robson, a la espera de Clemente o Van Gaal -son capaces de ficharle, si pueden, tras la final de la Copa de Europa, y mandar a Robson a los despachos antes de tiempo-, le pueden costar a N¨²?ez m¨¢s que la torre Eiffel. Aunque tenga todas las razones del mundo para echar a Cruyff, cu¨¢ndo y c¨®mo lo ha hecho nadie lo ha entendido. Cruyff no se equivoc¨® cuando pronostic¨® c¨®mo se ir¨ªa. En globo.
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