La pasi¨®n vivi¨® en la grada, no en el campo

D¨ªas antes, horas antes, minutos antes el derby vasco era una soflama incendiaria, un laberinto de pasiones y anuncio de venganzas cruzadas. Pero en el fondo cuando las presuntas v¨ªctimas y los presuntos justicieros accedieron a la pradera todo el escenario se fue a pique. Poco import¨® que en el primer minuto Craioveanu aprovechara un error colegial de LarraInzar para batir a Valencia o que a la media hora Alb¨ªstegi obtuviera el segundo tanto cuando el Athletic defend¨ªa su mejor f¨²tbol muy lejos de Alberto.Te¨®ricamente era el preludio de una goleada o lo que es lo mismo la condici¨®n precisa para que la venganza se llevara a efecto. Y, sin embargo, en el c¨¦sped faltaba calor, tensi¨®n, incluso ambici¨®n. La grada herv¨ªa ante un partido g¨¦lido.

Cuando el p¨²blico, enardecido, clamaba por la goleada, los donostiarras disfrutaban de una jornada campestre. El derby apag¨® las velas y en esa oscuridad se vislumbr¨® el talento natural: Etxeberr¨ªa super¨® por en¨¦sima vez a la defensa y puso el bal¨®n en la cabeza de Guerrero que no acostumbra a perdonar. El gol era el suero que buscaba el Athletic para que el partido recuperase las constantes vitales.

Por el contrario el gol del Athletic exacerb¨® el esp¨ªritu conservador de los donostiarras que se fueron otros 10 metros m¨¢s atr¨¢s oxigenando a su rival que se adue?¨® del bal¨®n e impuso el ritmo del partido. El conjunto de Irureta apuraba entonces las sobras de su victoria.

El partido perdi¨® la lucidez. El Athletic impon¨ªa su estado de necesidad y el ansia le val¨ªa para dominar a un rival que sesteaba al gusto de sus figuras.

En la cuesta abajo encontr¨® el Athletic la resurrecci¨®n aunque necesitara una intervenci¨®n de urgencia de D¨ªaz Vega que sancion¨® como penalti una entrada de Fuentes a Etxeberr¨ªa presumiblemente ejecutada fuera del ¨¢rea. Garitano no desaprovech¨® la invitaci¨®n y obtuvo el empate que buscaban los rojiblancos y que vieron perdido desde el primer minuto.

El resultado revivi¨® a la Real Sociedad no tanto por lo que significaba como por la forma en que se produjo. S¨®lo por esa afrenta el partido restableci¨® el tono de disputa perdido hac¨ªa muchos minutos. Pero para entonces el Athletic hab¨ªa recuperado la moral. Ten¨ªa la pinta de un equipo compacto, suficiente para mantener un resultado al que no estaba invitado.