Aznar intenta que la visita de Sampaio sirva para reducir los recelos de Portugal
Felipe Gonz¨¢lez logr¨® suavizarlos, pero no eliminarlos. A Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le corresponde ahora, con motivo de la visita que el presidente portugu¨¦s, Jorge Sampaio, inicia hoy en Madrid, intentar acabar con los recelos y las suspicacias de Portugal hacia Espa?a. Lo tendr¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que su antecesor. Sus interlocutores son de un signo pol¨ªtico distinto que, adem¨¢s, se ha te?ido de, antiespa?olismo durante las pasadas elecciones. Los socialistas portugueses acaparan el Gobierno y la Presidencia de la Rep¨²blica.
A la diplomacia espa?ola le habr¨ªa gustado que el primer viaje de Jorge Sampaio al extranjero, tras su elecci¨®n, fuese a Espa?a, pero eligi¨® Cabo Verde. Hoy, en cambio, empieza una gira de una semana por Madrid, Toledo, Barcelona, Santiago y Salamanca.Al ceremonial tradicional -almuerzo con los Reyes en la Zarzuela y cena de gala en el Palacio Real- se le ha a?adido una guinda, el discurso que Sampaio, de 56 a?os, pronunciar¨¢ ma?ana ante las Cortes, una deferencia inhabitual. Acabar¨¢ causando problemas, vaticinan fuentes diplom¨¢ticas, cuando alg¨²n dictador se empe?e, a su paso por Madrid, en dirigirse tambi¨¦n a las C¨¢maras.
Al ofrecerle la tribuna del Congreso, el Gobierno hace un gesto, halagador con el que pretende aplacar el antiespa?olismo difuso arraigado en Portugal y que los socialistas explotaron durante la campa?a electoral de noviembre, acusando a la derecha de "arrodillarse" ante Espa?a, y que dio la victoria a Antonio Guterres.
El programa de la visita de Sampaio no es solo protocolario. No en balde le acompa?an tres ministros, empezando por el de Exteriores, Jaime Gama, reputado tambi¨¦n por sus reservas ante Espa?a, ahora m¨¢s matizadas. Forman adem¨¢s parte de la comitiva los titulares de Equipamiento, Joao Gomes Gravinho, y Cultura, Manuel Carrilho.
Gama y Gomes Gravinho se esforzar¨¢n, con sus hom¨®logos espa?oles, en allanar el camino para resolver el principal problema bilateral: el agua. En Espa?a apenas se habla de ¨¦l, pero en Portugal es una obsesi¨®n colectiva constantemente recogida por los medios de comunicaci¨®n, que acusan al vecino occidental de querer privarle de los recursos h¨ªdricos que comparten.
Durante la ¨²ltima cumbre hispano-lusa, en enero, Felipe Gonz¨¢lez y Guterres anunciaron un "fuerte impulso pol¨ªtico" para solucionar el contencioso. Desde entonces s¨®lo se ha producido, sin embargo, una novedad. A finales de marzo, Lisboa contest¨®, por fin, con una propuesta alternativa a la que Madrid le plante¨® en 1995.
El objetivo es firmar un Convenio para el Aprovechamiento Sostenible y la Protecci¨®n de los Recursos H¨ªdricos Transfronterizos. Pero Espa?a necesita previamente dise?ar una pol¨ªtica de trasvases. Esto hace temer a los portugueses que el acuerdo s¨®lo sirva para la utilizaci¨®n espa?ola de las aguas comunes.
Para complicar m¨¢s las cosas, Portugal se ha empe?ado en construir, incluso sin financiaci¨®n comunitaria, una presa gigantesca en Alqueva (Alentejo). A Espa?a le plantea un doble problema: inundar¨¢ una gran extensi¨®n de la provincia de Badajoz y necesitar¨¢ parte del caudal del r¨ªo Guadiana.
Tras el agua, el siguiente conflicto ser¨¢ la OTAN. La plena integraci¨®n de Espa?a, anticipada por el rey Juan Carlos en abril en Bruselas, en la nueva estructura militar reducir¨¢ el papel de Portugal, que luchar¨¢ por conservar el mando regional de Lisboa (Iberland).
Si la clase pol¨ªtica portuguesa a¨²n es a veces reacia a Espa?a, los agentes econ¨®micos han dejado de serlo. En 1995 las exportaciones espa?olas aumentaron un 25%, alcanzando la cifra r¨¦cord de 951.100 millones de pesetas -un sup¨¦ravit de 530.000-, que coloca a Portugal como el cuarto cliente, justo por delante del Reino Unido. Espa?a es el primer proveedor de Portugal, pa¨ªs con el que mantiene un comercio que supera a los intercambios con Latinoam¨¦rica o Estados Unidos.
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