Tres motivos
Tres son los motivos que explican que ETA haya logrado sobrevivir a su fracasado intento de convencer a la mayor¨ªa de los vascos, y los tres tienen que ver con la deslegitimaci¨®n del Estado que siempre ha buscado: la existencia de la guerra sucia en los a?os 80 es el primero; la resurreci¨®n judicial y medi¨¢tica del caso GAL, en los 90, el segundo.ETA intenta una matanza en C¨®rdoba con 200 kilos de explosivos, titulaba ayer este peri¨®dico junto a la noticia que informaba de las acusaciones del juez Garz¨®n contra el general Cassinello, encargado durante a?os de intentar impedir las matanzas de ETA. Pueden pronunciarse diversas frases de esas que gustan a los locutores, pero ninguna de ellas conseguir¨¢ que los ciudadanos consideren en el mismo plano a quienes intentan matarles colocando bombas en la v¨ªa p¨²blica y a quienes se supone que ordenaron matar a algunos de los que colocan o mandan colocar esas bombas; ambas cosas son ilegales y condenables, pero es absurdo pretender que la gente considere normal, en nombre de la superioridad moral de la democracia, que algunos de los que sugirieron o decidieron matanzas como la de Hipercor puedan circular libremente por la calle y quienes por entonces dirig¨ªan la lucha antiterrorista est¨¦n amenazados con ir a la c¨¢rcel.
El problema es que la alternativa es la impunidad, y ello supondr¨ªa reproducir el error cometido. Ojal¨¢ que los GAL no hubieran existido. Ojal¨¢ que a nadie se le hubiera ocurrido fichar a Garz¨®n, y que nadie le hubiera calentado la cabeza tras ver defraudadas sus expectativas ministeriales. Son factores que han conducido a la situaci¨®n actual, de la que s¨®lo ETA puede beneficiarse. Pero los GAL existieron y una serie de circunstancias hicieron que resucitaran period¨ªstica y judicialmente en 1994. Con lo que hoy se conoce, dejar impunes cr¨ªmenes como el secuestro, tortura y asesinato de Lasa y Zabala, por ejemplo, no podr¨ªa dejar de favorecer las expectativas de los terroristas. Las mismas razones por las que todo el mundo (excepto Damborenea) considera hoy que lo de los GAL fue un desgraciado invento abonar¨ªan la impresi¨®n de que cerrar el caso sin que nadie responda de sus consecuencias ser¨ªa otra desastrosa iniciativa. La paradoja de que sean quienes tuvieron aquella idea, y seguramente convencieron de ella a sus superiores, los mismos que han denunciado a estos ¨²ltimos revela su miseria moral, pero apenas cambia la naturaleza del problema: que nadie ha asumido la responsabilidad del error pol¨ªtico que supuso el horror de los GAL.
Hablando de esto, Arzalluz dijo el otro d¨ªa que el objetivo de la Comisi¨®n parlamentaria propuesta por su partido no era tanto investigar responsabilidades personales como conseguir que "desde el Parlamento se reconozcan los fallos antidemocr¨¢ticos habidos". Precis¨® que esa hab¨ªa sido ya la intenci¨®n del PNV en la anterior legislatura, y que de ah¨ª su insistencia en que la investigaci¨®n no se limitase a los GAL sino que incluyera la guerra sucia practicada en tiempos de UCD. Hoy tiende a admitirse que la simultaneidad de una investigaci¨®n judicial y otra parlamentaria sobre los mismos hechos plantea serios problemas. Pero si no una investigaci¨®n, tal vez fuera oportuna una declaraci¨®n de reconocimiento de la existencia de la guerra sucia y expreso repudio de la misma parte del Parlamento: un gesto pol¨ªtico que permitiera al menos salir de esta especie de envilecimiento colectivo que supone la negaci¨®n de la evidencia.
Para que ello fuera un paso hacia la paz y no un est¨ªmulo para la guerra ser¨ªa preciso, sin embargo, que la autocr¨ªtica por los GAL se acompa?ase de otra sobre el resto de factores que han determinado la sobrevivencia de ETA: no hace 12 a?os sino 12 d¨ªas que el portavoz del PNV, Joseba Egibar, declaraba, a prop¨®sito de la propuesta de negociaci¨®n presentada por ETA, lo siguiente: Hay que negociar pol¨ªticamente sin armas. Y si a ese Estado que se considera democr¨¢tico yo, democr¨¢ticamente, le presento ese nuevo modelo [de negociaci¨®n], o me lo acepta democr¨¢ticamente o, de lo contrario, le queda una s¨®la v¨ªa de impedirlo: el recurso a las armas. Y entonces ser¨ªa leg¨ªtimo responder con las armas". La tenaz persistencia de tales mensajes es el tercer motivo.
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