Un vino y unas virutas del jam¨®n de Jerem¨ªas
Una vez m¨¢s hay que recordarlo. Si a lo de comer y beber no se le echa la literatura que es la suya propia, pues a no perder tiempo, ni dinero, ni la alegr¨ªa de vivir: se come un bocadillo y se bebe un vaso de agua potable. Y ya est¨¢. Hila lo antedicho con otra iluminaci¨®n terrestre de los que quieren saber comer y beber y vivir: un restaurante es siempre un teatro; un restaurante / comedia ligera, drama, teatro de bolsillo como la Casa Perico de la calle de la Ballesta madrile?a, un teatro de alto vuelo valleinclanesco como lo es Casa Lucio, o un teatro a lo pobre como el teatro pobre del polaco Grotowski que a¨²n rebulle, y etc¨¦tera.Y lo que precede hila a su vez con el teatro que nos ha inflado de gozo esta semana ¨²ltima. Como por arte de magia, ca¨ªmos del cielo para encontrar el aut¨¦ntico cielo en El Torre¨®n, en Tordesillas, donde Jerem¨ªas es dios, y su mujer, Mar¨ªa ?ngeles, es la milagrera de la parrilla de le?a, del foiegras caliente y fr¨ªo y de las ensaladas vegetales... Es para no creerlo y, por ello, d¨ªa llegar¨¢ en que el rito anual de la Castilla comunera cambie de escenario: Villalar de los Comuneros bajar¨¢ la trampa y entrar¨¢ en acci¨®n.El Torre¨®n de Jerem¨ªas, primer actor y sabio; y con sus 10.000 botellas de vino se har¨¢n guerras milagrosas: nosotros degustamos -al lado mismo de la iglesia suprema de Vega Sicilia- un Chateau Laffitte de 1988 para enfrentarlo a un Balbuena 5? a?o de Vega. ?Y qu¨¦ batalla entre la seda y una cierta potencia espiritual bordelesa! Pero hay que ir al teatro Jerem¨ªas: s¨®lo as¨ª se le oir¨¢ como una m¨²sica hablar de "unas virutas o raspinas de jam¨®n", y se degustar¨¢ una carne a la brasa en plato como instruyen los c¨¢nones (y no de barro escandaloso), y de repente mirar¨¢ uno al cielo para quedar colgado de un artesonado salido de la historia, y que ya recita el siglo XXI amado por la lumbre, que desgrasa y evita despance de las morcillas de Burgos, y al que sostiene el barroquismo de unas paredes y maderas de orfebre de otro mundo. Hasta por 3.500 pesetas se come, los vinos de Espa?a, Francia, Australia y California es otra epopeya. Jerem¨ªas, que tocaba el plano y el acorde¨®n y el ¨®rgano, y hace 15 a?os se enganch¨® a su teatro y no se arrepiente, no tiene precio.
Horas despu¨¦s de la visita a este cobijo m¨¢gico del cielo, en Pe?afiel, los se?ores del Consejo Regulador de Ribera del Duero proclamaron la calificaci¨®n de "excelente" de sus vinos del 95 tras la cata de ocho muestras que sometieron a la consideraci¨®n de un comit¨¦ ad hoc. Hay quien dice no, y que el 94 fue mucho mejor, y que las bondades de los 22 millones de litros (la cosecha buena ser¨ªa casi el doble) del 95 al cabo de un a?o de heladas criminales para la uva son como milagrosas. Y un milagro nunca cura hasta el fin de las dudas. Ya se habl¨® tambi¨¦n de que el 96 va a ser un vino de fiesta. Y las autoridades reguladoras de la denominaci¨®n de origen calificada Rioja tambi¨¦n ha sentenciado: "Los 227 millones de litros elaborados en 1995 son excelentes". Espa?a ya tiene su ni?o vin¨ªcola reci¨¦n nacido puesto y compuesto. Los a?os dir¨¢n m¨¢s cosas.
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