El prisionero de Intxaurrondo
"Intxaurrondo es todo menos Fort Apache" se quejaba Enrique Rodr¨ªguez Galindo en una entrevista concedida a la revista oficial del cuerpo, hace ocho meses, despu¨¦s de que el entonces ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, le impusiera el faj¨ªn de general.El cuartel donostiarra no ser¨¢ un fort¨ªn, pero ¨¦l mismo hab¨ªa reconocido que se sent¨ªa "prisionero" del mastod¨®ntico complejo convertido en emblema de la lucha contra ETA. All¨ª ejerci¨® como una especie de alcalde de un extra?o poblado habitado por 2.000 adultos y 500 ni?os, repleto de armas y tanquetas.
El general est¨¢ ahora en una verdadera prisi¨®n, tras esquivar las m¨²ltiples acusaciones de malos tratos y corrupci¨®n con que fueron se?alados ¨¦l y sus hombres, sobre todo desde la izquierda abertzale. "Es dif¨ªcil soportar tanta infamia, tanta calumnia y tanto embuste sin replicar", se quej¨® hace unos meses, a la vez que proclamaba fe "ciega" en la justicia.
El ascenso al generalato produjo una gran convulsi¨®n, teniendo en cuenta que para entonces ya planeaba la sombra de la sospecha por el caso Lasa-Zabala. Rodr¨ªguez Galindo, tras ce?irse el faj¨ªn, proclam¨® que se hab¨ªa limitado a llevar "hasta las ¨²ltimas consecuencias el lema Todo por la patria" inscrito en los cuarteles del cuerpo fundado por el duque de Ahumada.
N¨²mero dos de su promoci¨®n, hijo de un brigada de la Guardia Civil, Enrique Rodr¨ªguez Galindo naci¨® en Granada tres meses antes del final de la guerra civil. Ingres¨® en 1960 en la academia militar de Zaragoza. Como cadete, conoci¨® a la que m¨¢s tarde ser¨ªa su esposa, Mar¨ªa Fernanda, hija de un militar. Tiene cinco hijos -tres hombres y dos mujeres- uno de los cuales es guardia civil y est¨¢ destinado en Euskadi. "El lo pidi¨® y tuve que aceptar su deseo", ha explicado en alguna ocasi¨®n el general.
Inici¨® su carrera como teniente, al frente del destacamento de Cantavieja, un pueblo de Teruel de 800 vecinos. Despu¨¦s fue destinado a Guinea, donde estuvo hasta el 4 de abril de 1969. "Fui el ¨²ltimo de los ¨²ltimos en salir de aquel pa¨ªs", ha contado, y a?adi¨® que fue la etapa m¨¢s bonita de su vida profesional.
Tras la etapa en la Guinea del dictador Francisco Mac¨ªas, el hoy general fue capit¨¢n de Tr¨¢fico en C¨¢diz y jefe del subsector de Tr¨¢fico de San Sebasti¨¢n. Desde entonces qued¨® prisionero de su destino en el Pa¨ªs Vasco, donde pas¨® los ¨²ltimos 26 a?os.
Quienes le conocen le describen como "un hombre serio en el trabajo y simp¨¢tico con los amigos". M¨¢s de una vez dijo sentirse prisionero en su cuartel del barrio donostiarra de Intxaurrondo, donde vive "m¨¢s gente que en mi primer destino de Cantavieja", apostillaba. En San Sebasti¨¢n nunca sal¨ªa del cuartel, excepto cuando dirig¨ªa una operaci¨®n contra ETA. Despu¨¦s volv¨ªa a encerrarse.
El propio Rodr¨ªguez Galindo pon¨ªa en "duda" que ¨¦l sea el m¨¢ximo experto sobre ETA en la Guardia Civil, pese a que as¨ª estaba considerado por muchos compa?eros. Su despacho de Intaxurrondo era una especie de museo de trofeos de guerra, lleno de panfletos, bombas y granadas de ETA.
El general luce la pechera del uniforme plagada de medallas. Tiene 26 condecoraciones, entre ellas la de oro de la Guardia Civil, que s¨®lo poseen ¨¦l, un cabo que result¨® herido en un tiroteo con terroristas de ETA y el sargento Guerrero, que hace a?os liber¨® con un pu?ado de hombres al industrial Saturnino Orbegozo, secuestrado en una caba?a por un comando de la misma organizaci¨®n.
A?oraba un destino "m¨¢s tranquilo". Pero cuando se lo dieron a finales del a?o pasado, despu¨¦s de tantos a?os en primera l¨ªnea, echaba de menos la acci¨®n. El cargo de asesor del director general, en Madrid, se le quedaba peque?o.
La operaci¨®n que le catapult¨® a la fama fue la captura de la direcci¨®n de ETA en Bidart (Pa¨ªs Vasco franc¨¦s), en 1992. Entonces cont¨® que ¨¦l y Francisco M¨²gica Garmendia, Pakito, el jefe m¨¢ximo de ETA, ten¨ªan pendiente una vieja cuenta. "Se sald¨® mir¨¢ndonos a los ojos", explic¨®.
Cuando se le preguntaba si a¨²n faltan a?os para acabar con ETA, Rodr¨ªguez Galindo contestaba que "quiz¨¢s sea hora de ir quit¨¢ndole eses". Aunque a la vez aparentaba desconcierto por la capacidad mort¨ªfera acumulada desde aquella lejana ¨¦poca en que "ETA le sonaba a la mayor¨ªa de la gente como una marca de detergente".
Sus compa?eros reconocen que Rodr¨ªguez Galindo "tiene enemigos incluso en la Guardia Civil", mientras ¨¦l lamentaba hace muy pocos anos no tener "ning¨²n recuerdo agradable" de su larga carrera en el instituto armado.
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