"Hoy torea Cagancho"
Los carteles anunciaban cuatro rejoneadores, con sus nombres y apellidos ilustres,. el peonaje que cada uno llevaba tambi¨¦n, y en cambio dejaban fuera a Cagancho, que es la verdad de la vida. Los carteles debieron decir "Hoy torea Cagancho" (como en los viejos tiempos) y luego todo lo dem¨¢s.El Cagancho de los viejos tiempos, cuyo nombre bastaba para llenar la tracci¨®n de un cartel, era b¨ªpedo, gitano, artista, genial y torero. El Cagancho de los nuevos tiempos es cuadr¨²pedo, lusitano, noble, bruto y torero tambi¨¦n.
Hoy torea Cagancho...
Sale a la arena Cagancho y sacude la plaza un tr¨¦molo de emoci¨®n. Sale a la arena Cagancho: debajo de Pablo Hermoso de Mendoza, se pone a totear, y la emoci¨®n es est¨¦tica. Uno arriba, otro abajo, perfectamente coordinados, producen escenas de inusitada belleza: los cites en corto, templanza al recibir la embestida, cambios a izquierda y derecha durante la mudanza de terrenos; y cuando est¨¢ el toro en suerte, ya le presenta Cagancho el pecho, ya incita su jinete la galopada, ya re¨²nen banderillas, ya vac¨ªan el embroque sin dejar de torear. Y el p¨²blico salta de sus asientos, aut¨¦nticamente entusiasmado. Pero no fue ese el ¨²nico toreo que hubo en la tarde. Moura lleg¨® a superarlo.
Cobaleda / Cuatro rejoneadores
Toros despuntados para rejoneo de S¨¢nchez-Cobaleda, que dieron juego.Joao Moura: pinchazo, rej¨®n ca¨ªdo y, pie a tierra, descabello (aplausos y salida al tercio). Luis Domecq: dos pinchazos y rej¨®n trasero (ovaci¨®n y salida, al tercio). Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo y rej¨®n bajo (oreja). Antonio Domecq: rej¨®n trasero, pinchazo y rej¨®n descordando (silencio). Por colleras.- Moura, rej¨®n ca¨ªdo, y Hermoso, rej¨®n atravesad¨ªsimo que asoma por la paletilla contraria y rej¨®n bajo (algunas palmas). Hermanos Domecq, rej¨®n muy trasero (oreja con petici¨®n minoritaria). Plaza de Las Ventas, 25 de mayo. 15? corrida de feria. Lleno.
Joao Moura, maestro del toreo ecuestre.
Maestro del toreo ecuestre; maestro en la doma. en la monta y en el arte de torear es Joao Moura. Un toro querencioso a tablas le correspondi¨®, se aprest¨® a encelarle, lo sac¨® a los medios con las pasadas justas, le clav¨® el rej¨®n de castigo en el momento oportuno y la querencia hab¨ªa pasado al olvido.
El toreo es sobrio.
Sombrerazos y caballazos no suman nada; Moura no los necesit¨®, ni antes ni despu¨¦s, para dominar al toro. El toreo verdadero es sobrio, efectivamente y, practic¨¢ndolo, Moura consigui¨® con aquellas pasadas iniciales que el toro no estuviera pendiente de la barrera sino del caballo vivaz, que le retaba de, frente, templaba la arrancada cabalgando a dos pistas y en su punto y hora se volv¨ªa piara emprender la suerte de banderillas sin soluci¨®n de continuidad. La reuni¨®n se consumaba al estribo y tanto de entrada como de salida, toro y caballo se plantaban cara mir¨¢ndose a los ojitos. Toro y caballo vis a vis; hocico frente a morro. S¨®lo les falt¨® darse un beso. Todo esto constitu¨ªa un alarde de pura tauromaquia ecuestre mas el p¨²blico no estaba por la labor. Y si aplaudi¨®, es evidente que le iban otros fastos.
?Gol del Aleti!
Venc¨ªa la tarde -un Domecq caballero en plaza-, cuando alguien de los altos de sol proclam¨® la buena nueva: "?Gol del Aleti!". Ocurre esto cualquier tarde de toros y se arma en la plaza buen zafarrancho, ovaci¨®n de gala, algunos pitos tambi¨¦n, pues cada cual siente a su manera los colores del club. En la ocasi¨®n presente, en cambio, no hubo algarab¨ªa, aplausos se oyeron pocos, pitos m¨¢s. El p¨²blico que hab¨ªa en los tendidos luc¨ªa un lustre especial, mujeres hermosas, modelos elegantes, ejecutivos y ejecutivas, la nobleza, el capital... La pe?a atl¨¦tica tiene distinto color.
Casta Domecq.
Los hermanos Domecq pertenecen a la casta selecta tanto por genealog¨ªa como por raza torera y aunque no estuvieron muy brillantes dejaron constancia de su clase y de su arte. Mejor uno a uno que por colleras. Por colleras, los cuatro rejoneadores perpetraron la ignominia, con el toro en papel de v¨ªctima. Las colleras son un circo salvaje que no lo redime ni Cagancho. Si el sensible noble bruto Cagancho pudiera hablar (lo que no se descarta) denunciar¨ªa a los colleristas en el juzgado de guardia.
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