Entre vascos
Como los diputados que se necesitaban para formar Gobierno eran los de CiU, el pacto conseguido entre el PP y el PNV ha corrido el riesgo de entenderse como poco m¨¢s que un intento de ¨²ltima hora para que nadie quedara descolgado. Sin embargo, y por lo mismo que no era estrictamente necesario, los protagonistas de los hechos tienen toda la raz¨®n cuando califican de hist¨®rico el resultado de sus negociaciones. Y no porque se haya reconstituido, o constituido, un gran pacto entre todas las fuerzas de centro-derecha presentes en el sistema pol¨ªtico, sino porque el PNV, que era en su origen m¨¢s de derechas y m¨¢s cat¨®lico que la cat¨®lica derecha espa?ola, y el PP, que hunde sus ra¨ªces en la derecha espa?olista y centralista, han contribuido a resta?ar con esta acci¨®n una de las grandes heridas abiertas entre los vascos durante la guerra civil.Arzalluz tiene raz¨®n: "El PNV es un partido antiguo, democr¨¢tico y en algunas ocasiones pisoteado por la derecha espa?ola". Pero olvida un detalle: entre la derecha que pisote¨® al PNV contaba, y de qu¨¦ manera, el voluntariado vasco y navarro que acudi¨®, movido como por un resorte, en auxilio de la rebeli¨®n militar. Fue entre navarros y vascos donde los generales rebeldes encontraron su m¨¢s significativo apoyo popular, debido precisamente al acendrado catolicismo que impregnaba su ideolog¨ªa pol¨ªtica. Se dio as¨ª la paradoja de que mientras unos vascos cat¨®licos formaban las primeras milicias nacionalistas espa?olas, otros vascos no menos cat¨®licos se sentaban con republicanos, socialistas y comunistas en el Gobierno de la Rep¨²blica. El cardenal Gom¨¢ reprochaba a Jos¨¦ Antonio Aguirre su participaci¨®n en semejante "contubernio", mientras Franco denunciaba ante los diplom¨¢ticos del Vaticano, que se negaban a excomulgar a los nacionalistas vascos por comer en el mismo plato que los comunistas, la "monstruosa alianza" de aquellos cat¨®licos con los enemigos de la religi¨®n.
Recordar todo esto ahora no tiene otra intenci¨®n que destacar la relevancia hist¨®rica del pacto negociado entre vascos por el que el PP, que viene de la derecha espa?ola, ha podido encontrarse con el PNV, que viene de la derecha vasca.
Pero ver en el pacto el nacimiento de una coalici¨®n burguesa de centro-derecha ante la que se podr¨ªa alinear, esta vez sin complejos, toda la izquierda, desde el PSOE a IU, constituir¨ªa un notable error de perspectiva. Lo que el PNV, y en otra medida CiU, aporta con su participaci¨®n en el pacto es una prueba m¨¢s, y ahora definitiva, de que su posici¨®n en el continuo izquierda-derecha es absolutamente secundaria respecto a su identidad como partido nacionalista. Lo demostr¨® en 1936, colig¨¢ndose con los partidos del Frente Popular que gestionaron para Euskadi la concesi¨®n de su primer Estatuto de Autonom¨ªa, y lo confirma ahora no rehusando el pacto con una derecha que se compromete por escrito a un "pleno y leal desarrollo del Estatuto de Gernika".
Tal vez nuestros deseos vayan en estos momentos muy por delante de lo que la realidad da de s¨ª, pero, puestos a so?ar, nada impide imaginar una situaci¨®n en la que un vasco a cargo del Ministerio del Interior, o sea, jefe de la Polic¨ªa y de la Guardia Civil espa?olas, consiga en colaboraci¨®n con un vasco a cargo de la Consejer¨ªa de Interior de Euskadi, y jefe, por tanto, de la Polic¨ªa vasca, dejar a ETA sin terreno de maniobra. Es una nueva situaci¨®n, que pone de relieve algo que de todas maneras ya sab¨ªamos: que si alguna vez ETA desaparece ser¨¢ porque la sociedad vasca ha encontrado el camino para cerrar todas las fracturas abiertas desde la hecatombe de 1936.
El acuerdo entre el PP y el PNV es una buena noticia porque puede entenderse, seg¨²n dec¨ªa Jaime Mayor Oreja, como superaci¨®n del "fatalismo que condenaba al desencuentro" a amplios sectores de la sociedad vasca.
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