La reforma checa se juega en las urnas
Las encuestas dan como favorito al primer ministro, V¨¢clav Klaus, en las elecciones generales
ENVIADO ESPECIAL Seis puntos separan en los ¨²ltimos sondeos de opini¨®n a los dos principales rivales en las elecciones generales que hoy y ma?ana deciden la suerte de la Rep¨²blica Checa durante los pr¨®ximos cuatro a?os. El primer ministro, V¨¢clav Klaus, favorito en todas las encuestas, cerr¨® una campa?a de dos semanas pidiendo a sus conciudadanos que no voten a la izquierda, "porque su Gobierno ser¨ªa malo para el pa¨ªs". Pero, por vez primera en tres a?os, la izquierda, aunque sea socialdem¨®crata, es una amenaza potencial, y su jefe, Milos Zeman, ha visto en los ¨²ltimos meses c¨®mo sus expectativas de voto sub¨ªan de casi nada al 22%. Los comicios son en realidad un refer¨¦ndum sobre los cuatro a?os de aceleradas reformas bajo la batuta de Klaus y el precio pagado por ellas.
Son las terceras elecciones desde 1989, pero las primeras despu¨¦s d¨¦ que la antigua Checoslovaquia se rompiera pac¨ªficamente en dos dejando a su mitad oriental, Eslovaquia, parada en el t¨²nel del tiempo. En los siete a?os transcurridos desde la revoluci¨®n de terciopelo, cuando las manifestaciones callejeras acabaron de derribar un r¨¦gimen que ya no se sosten¨ªa, el sistema pol¨ªtico checo ha adquirido una, silueta de lo m¨¢s convencional, consolid¨¢ndose en torno a dos partidos: el derechista Democr¨¢tico C¨ªvico, del primer ministro, que encabeza una coalici¨®n con, otros tres, y el Socialdem¨®crata. Un pu?ado de formaciones menores giran en su ¨®rbita. La Rep¨²blica Checa es, junto con Albania, el ¨²nico ex sat¨¦lite de Mosc¨² donde los ex comunistas no han vuelto al poder.
A muchos checos no les gusta Klaus, de quien critican su autoritaria arrogancia, pero muchos m¨¢s parecen temer que si los socialdem¨®cratas tuvieran los votos suficientes acabar¨ªan ali¨¢ndose con los comunistas, pese a sus promesas reiteradas en sentido contrario. Adem¨¢s de competir por el Gobierno, los dos pol¨ªticos se presentan en las listas de Moravia, la regi¨®n oriental que por su caduca estructura industrial (carb¨®n y siderometalurgia) ha pagado la mayor parte de la factura de la revoluci¨®n econ¨®mica conducida por el primer ministro.Los estudiosos han trazado en v¨ªsperas de los comicios el perfil de la clientela pol¨ªtica de los dos principales partidos. A V¨¢clav Klaus le siguen los j¨®venes en general y los muchos que han conseguido hacerse un hueco econ¨®mico pas¨¢ndose al imparable sector de los servicios. Los partidarios de Milos Zeman se sit¨²an mayoritariamente entre quienes han cumplido los 45 a?os y siguen desempe?ando actividades tradicionales.
La elecci¨®n del nuevo Parlamento, 200 esca?os, es crucial, para los dos bandos. Klaus, un conservador con esp¨ªritu de banquero de Francfort, pretende acabar y consolidar la transici¨®n al capitalismo que iniciara con singular ¨¦xito hace cuatro a?os y llevar al pa¨ªs a las puertas de la Uni¨®n Europea y la OTAN. Por lo que se refiere a las grandes cuentas, la Rep¨²blica Checa es un pa¨ªs de manual. Crece sostenidamente la econom¨ªa, aumentan los salarios, la inflaci¨®n est¨¢ contenida alrededor del 10%, y el desempleo, en un 4%, es virtualmente inexistente. Comparado con algunos a?os atr¨¢s, la prosperidad alcanzada por este pa¨ªs de 10 millones de habitantes es evidente, incluso aparatosa en lugares como Praga. Ninguna otra capital centroeuropea ha vuelto tan esplendorosamente a la luz.
Para los socialdem¨®cratas, cuyo partido no lleg¨® en 1992 al 7% de los votos, los comicios que acaban ma?ana son la oportunidad definitiva de, consolidarse como una alternativa real a la vuelta del milenio y de hacer sangre en las heridas abiertas por el modelo conservador. El reverso de la medalla de este milagro bien organizado son los efectos soc¨ªales de la contundente v¨ªa Klaus al capitalismo.
A pesar de que la Rep¨²blica Checa no ha pagado el alto precio en sufrimiento com¨²n a la mayor¨ªa de sus vecinos poscomunistas, sus ciudadanos parecen haber despertado de un sue?o rosa y han colocado en lugar preferente del debate pol¨ªtico algunos de los m¨¢s llamativos desajustes. Se trate de las pensiones, la edad de jubilaci¨®n, el estado calamitoso de la asistencia sanitaria o los numerosos rincones oscuros del masivo proceso privatizador que toca a su fin.
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