Olano se viste de rosa en el Pordoi
El guipuzcoano aventaj¨® a Tonkov en un segundo en la primera llegada dolom¨ªtica
Habr¨¢ que concluir, pues, que Cicciolina es virgen. En una de las ¨²ltimas curvas del Pordoi, una pancarta sobre fondo rosa abofeteaba al nuevo l¨ªder del Giro. "Si Olano es m¨¢gico, Cicciolina es virgen". La primera vez que los corredores ascendieron por el coloso dolom¨ªt¨ªco, la frase era cobarde, se aprovechaba de dos derrotas por un segundo; al regreso, una vez desarrollada la batalla de la Marmolada, era un puro sarcasmo pasado de moda. En los 70 kil¨®metros que mediaron entre uno y otro paso se vivieron los momentos m¨¢s intensos de ciclismo que mucha gente recuerda. Tanto que fue un combate de boxeo lo que se desarroll¨® sobre dos ruedas, entre descarnadas cimas alpinas plagadas de glaciares perpetuos y ascendiendo rampas imposibles bajo un sol devastador.El combate lo gan¨® Olano. Aparentemente a los puntos, pero en realidad por tiempo y casi por KO. S¨®lo unas cent¨¦simas le permitieron ayer a Olano ser el noveno espa?ol en vestir la maglia rosa del Giro. Aunque a efectos de la clasificaci¨®n tenga el mismo tiempo en segundos que Pavel Tonkov, le supera realmente ahora por 54 cent¨¦simas, pues Tonkov le aventajaba hasta ayer no por un segundo, sino por s¨®lo 46 cent¨¦simas desde la contrarreloj -Olano, que estaba a 1.27 minutos, del ruso, le sac¨® exactamente 1.26.54 contra el crono, con lo que se qued¨® a esas 46 cent¨¦simas-. Ayer, al dar los jueces un segundo de ventaja al espa?ol en la meta -100 cent¨¦simas-, el margen ha pasado a ser favorable a Olano por la diferencia -100-46 = 54-.
En el Giro de la igualdad, las diferencias las marcan la inteligencia, el car¨¢cter y la capacidad de sufrimiento. Y en estas tres virtudes, el campe¨®n del mundo aventaja largamente a sus rivales. Despu¨¦s de la Marmolada, si alguien dice que Olano no es m¨¢gico es que la magia no existe: resulta que cuando perdi¨® la oportunidad de vestir la maglia rosa en su terreno, se apodera de ella en plenos Dolomitas, en el terreno de los ¨¢giles escaladores. Aunque finalmente pierda un Giro que tiene al alcance de la mano, Cicciolina es virgen. Sus rivales son un ruso, Tonkov, que ha perdido en su terreno el poder de convencimiento que regala el liderato; otro ruso, Ugrumov, que est¨¢ lejos de poder encender su llama devastadora en las pendientes, y un italiano, Zaina, al que le vale con haber emulado a su compa?ero Chiappucci cabalgando en solitario. El tercer ruso Berzin, el frustrador de la contrarreloj, cay¨®, como estaba previsto. La victoria final s¨®lo depende de Olano. Aunque hoy tenga que afrontar, seg¨²n confesi¨®n propia la etapa m¨¢s dura de su vida: 250 kil¨®metros -m¨¢s de ocho horas sobre la bicicleta-, a trav¨¦s de los mitos de los Alpes.
Dicen los mec¨¢nicos que s¨®lo en dos puertos del mundo colocan un 39 x 25 de desarrollo: uno es el Mortirolo, el otro, la Marmolada de las kilom¨¦tricas rampas. Fue como un rayo en una tarde apacible. Una tormenta inesperada cuando la pendiente era la m¨¢xima, el 12%. Con una fuerza de arranque descomunal, Zaina solt¨® su primer golpe; inmediatamente Tonkov aprovech¨® la ocasi¨®n, y tras ¨¦l Ugrumov, y Gotti y Olano. Berzin ya qued¨® noqueado. Con una brutal aceleraci¨®n Zaina continu¨® golpeando. Alegremente, el t¨¢rtaro de los ojos rasgados y p¨®mulos elevados, se sum¨® al fest¨ªn. Ah¨ª se equivoc¨®. Su coraz¨®n se aceler¨®, se acerc¨® a su l¨ªmite y sigui¨® subiendo, sus pulsaciones entraron en n¨²meros rojos. En menos de un kil¨®metro se qued¨® sin gluc¨®geno. Y a¨²n as¨ª, alegre e inexpresivamente continu¨® dirigi¨¦ndose al matadero. Ugrumov desisti¨® de seguir el ritmo enfermante del italiano. Olano se hab¨ªa quedado antes. Doblado sobre su manillar, el maillot abierto hasta el ombligo, la boca abierta, la lengua intentando remojar los secos labios, las venas de las piernas a punto de reventar, de romper la piel, Olano se control¨®. Estuvo a punto de entrar en crisis, de dejar que el abandono le tomara como reh¨¦n, pero su coraz¨®n, su cabeza y su cerebro, su sexta marcha, resistieron.
Zaina se qued¨® solo y al t¨¢rtaro le salv¨® el que el puerto se acabara. El resto de la faena fue t¨¢ctico-t¨¦cnica. Pero s¨®lo un corredor fresco puede tener las ideas tan claras como las tuvo Olano. Encabez¨® el descenso como si fuera la locomotora de un tren. En el falso llano tambi¨¦n marc¨® el ritmo. Y tambi¨¦n en la ¨²ltima subida al Pordoi, un coloso que despu¨¦s de la Marmolada se quedaba en casi llano. Los golpes que all¨ª se dieron, casi todos lanzados por Olano, un poco menos Ugrumov y hasta el sorprendente Bugno, descolgado en la Marmolada- fueron pu?etazos de desgaste. Directos al pecho, esos que poco a poco minan las fuerzas y dejan sin respiraci¨®n. No fue una lucha espectacular, pero s¨ª efectiva. El objetivo era el liderato, y eso se consigui¨® no gracias a la bonificaci¨®n que se agenci¨® Bugno, sino gracias al segundo en que Olano distanci¨® a Tonkov en el sprint. El segundo que no le pudo sacar en la contrarreloj. En efecto, la m¨¢s conocida estrella del porno es virgen.
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