Biblioteca de guardia
La Complutense abre dos salas de estudio toda la noche y los fines de semana para los ex¨¢menes
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Son las cuatro de la ma?ana. Fuera, en la puerta, hay un par de estudiantes que, sentados en los escalones, toman un caf¨¦ de termo; un poco m¨¢s atr¨¢s otro saborea en silencio el cigarro del descanso; la noche es tranquila y fresca. Dentro, en alguno de los 150 puestos que la Complutense ha habilitado en la Facultad de Medicina para que se pueda estudiar de madrugada en periodo de ex¨¢menes, unos 35 alumnos insomnes y, fren¨¦ticos devoran apuntes.En Madrid no hab¨ªa hasta el lunes ning¨²n sitio donde estudiar a partir de las nueve de la noche. Susana Ara¨²jo, estudiante de primer curso de Ciencias Pol¨ªticas, de 21 a?os, busc¨® y pregunt¨® sin ¨¦xito durante todo el a?o hasta en bibliotecas de hospitales. La madrugada del viernes, descansaba a eso de las cuatro y media de la ma?ana a la puerta de la Facultad de Medicina de su particular carrera contra los 60 folios de la asignatura La construcci¨®n de la democracia. Para llegar al lunes con las 60 hojas grabadas en el cerebro Susana no dud¨® en acudir a la Ciudad Universitaria. La raz¨®n: "En casa esta la tele y la cama, y al final, uno no resiste la tentaci¨®n. Aqu¨ª hay m¨¢s ambiente de estudio".
Lo del "ambiente de estudio" es cierto: un silencio y una calma inusual, dentro y fuera de la sala, y un grupo de personas s¨®lo ocupadas en leer y en memorizar. No hay mucha distracci¨®n posible. Para el que tiene coche, cabe la posibilidad de acercarse a un Seven Eleven de Moncloa y comprar una coca-cola y una bolsa de algo: los que han venido en metro -que, por narices, tendr¨¢n que aguantar hasta las seis de la ma?ana para regresar a casa cuando arranque el primer vag¨®n- tienen que conformarse con charlar en voz baja o relajarse comprobando el imponente silencio de la Ciudad Universitaria a esas horas.
Ni una cosa ni otra hac¨ªan dos estudiantes que, en el vest¨ªbulo de esta biblioteca de guardia, con las hojas esparcidas por el suelo, atacaban el examen de Actividades Diarias, una asignatura de primer curso de Terapia Ocupacional. Las dos alumnas andaban un poco aceleradas. Estudiaron toda la madrugada del viernes para, s¨®lo unas pocas horas despu¨¦s, presentarse, a las once de la ma?ana, al examen. "Esta asignatura no es muy dif¨ªcil, pero s¨ª, nos ha pillado un poco el toro", comentaba, una de ellas, Bego?a Garc¨ªa, de 21 a?os. Tambi¨¦n coincide con la pr¨¢ctica de evitar a toda costa la tentaci¨®n a fin de no caer en ella: "S¨ª, si no ves la cama cerca, te entra menos sue?o. Si te pones el pijama, est¨¢s perdida", explica. Bego?a, acudi¨® a la biblioteca acompa?ada de su compa?era, Mercedes Mart¨ªn, tambi¨¦n de 21 a?os, a eso de las 10.30, una hora y media despu¨¦s de que abriera. A medianoche, no quedaba ni un puesto libre. Despu¨¦s, seg¨²n avanzaba la madrugada, los alumnos con coche que claudicaban abandonaban la sala. No as¨ª Bego?a y Mercedes, que segu¨ªan, con un tes¨®n impuesto por la cercan¨ªa dram¨¢tica del examen, pegadas a frases de esta catadura: "En la mu?eca a veces no se habla de flexi¨®n-extensi¨®n, sino de flexi¨®n palmar y flexi¨®n dorsal".
La iniciativa de abrir dos salas para que sirvan de biblioteca nocturna parti¨® de los mismos estudiantes, que as¨ª se lo plantearon al equipo rectoral de la Complutense. En un principio, abrir¨¢, de nueve a nueve, todos los d¨ªas de junio, incluidos los fines de semana. Despu¨¦s se estudiar¨¢ prolongar el plazo.
Alguno de los estudiantes coment¨® que la iniciativa, aunque buena, les parec¨ªa insuficiente: "Para la gente que va a clase en el turno de tarde no estar¨ªa mal que abrieran una biblioteca de estas caracter¨ªsticas durante todo el curso, y no s¨®lo el mes de los ex¨¢menes", coment¨® un alumno.
Los dos conserjes que vigilan se entretienen como pueden. Dos alumnos vuelven de Moncloa de una expedici¨®n en busca de provisiones. Alguien echa mano de un bocadillo envuelto en papel de plata. Son ya las cinco de la ma?ana y los alumnos siguen recorriendo apuntes.
No todos. Media hora despu¨¦s sale un estudiante con la cara rota de sue?o. Se echa las manos a los ojos, sonr¨ªe a dos compa?eras que descansan en la escalera. "?Te vas?", dicen las chicas. "S¨ª; me voy al coche a dormir un poco", contesta. "Luego seguir¨¦", a?ade, con un tono de voz que traduce un escas¨ªsimo convencimiento. Y se pierde en el aparcamiento cuando faltan pocas horas para que amanezca.
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