Jueces
Siempre vi a los jueces como seres superiores, con capacidad para sustraerse de su condici¨®n humana y, por tanto, capaces de actuar imparcialmente en cualquier caso. Hoy, y sobre todo circunscrito a la Audiencia Nacional, compruebo que son humanos y con los mismos defectos y virtudes que el resto de los mortales; esto me acerca a ellos como persona, pero me aleja como ciudadano.Al margen de la veracidad o no de los hechos y de la culpabilidad o no de los procesados, sobre lo cual no debemos manifestarnos hasta que haya una sentencia judicial firme, s¨ª quisiera reflexionar sobre las formas y los, modos de actuaci¨®n de los jueces, no sin reconocer que mi visi¨®n est¨¢ inducida desde los medios de comunicaci¨®n, cuya objetividad en algunos casos deja mucho que desear, y no digamos ya de los opinantes-tertulianos, ungidos la mayor¨ªa por el don divino de la raz¨®n suprema.
El caso Banesto nos ha demostrado que hay dos tipos de jueces muy diferentes y que de sus actitudes en la instrucci¨®n del caso obtenemos la sensaci¨®n de confiar o recelar de sus autos. Lo mismo nos pasa con otras actuaciones judiciales como son las relacionadas con la guerra sucia contra las bandas terroristas. La necesidad de notoriedad de algunos, la cons- Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior tante filtraci¨®n de datos hacia determinado sitio, etc¨¦tera, contrastan con la sobriedad y reserva de otros.
Estamos y hemos asistido a una utilizaci¨®n de la prisi¨®n preventiva desmesurada e inquisitoria; cuando escribo esta carta asistimos al ingreso en prisi¨®n de un general de la Guardia Civil por la imputaci¨®n de unos hechos no probados, cometidos hace m¨¢s de diez a?os. Sin valorar el servicio que este general haya hecho a la lucha antiterrorista, es obvio que si quer¨ªa huir pod¨ªa haberlo hecho y que si quer¨ªa destruir pruebas ha tenido 12 a?os para hacerlo; por tanto, parece que deben de ser otros los motivos que hoy por hoy le llevan a la c¨¢rcel.
El no conocer estos motivos o el sospechar una utilizaci¨®n ilegal de la prisi¨®n preventiva es lo que a muchos ciudadanos nos hace recelar de las decisiones judiciales.
La confianza ciega en la justicia que yo, como ciudadano libre, necesito para continuar viviendo me obliga a exigir a los jueces que los sumarios sean secretos o p¨²blicos, pero siempre y en las mismas condiciones para todos: que la prisi¨®n sea el resultado final y se ordene cuando exista la seguridad y no los indicios. Hace a?os dec¨ªamos que era preferible un culpable en la calle que un inocente en la c¨¢rcel, hoy sigo pensando lo mismo sea etarra, guardia civil o pol¨ªtico y tenga la ideolog¨ªa que tenga.Las frustraciones de los sue?os incumplidos, el deseo de venganza, la necesidad de notoriedad, las relaciones familiares, la influencia de procesados sin escr¨²pulos, etc¨¦tera, pueden hacer que los humanos cometamos injusticias en nombre de la justicia y sin conciencia de que as¨ª sea. Por eso era m¨¢s bonito cuando cre¨ªa que no eran humanos.-
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