Planteamiento cient¨ªfico de la conciencia
A Patrick Tort, con profundo aprecio por su cicl¨®pea labor, complementariamente compleja y rigurosa, y el m¨¢s cordial y agradecido afecto.Einstein dice "lo m¨¢s incomprensible del mundo es, precisamente, que sea comprensible". Ahora bien, para un monista riguroso como Einstein -y como me esfuerzo, por as¨ª decirlo, profesionalmente, en ser- lo anterior implica algo quiz¨¢ m¨¢s radicalmente incomprensible, a saber, 1, que el mundo se comprenda a s¨ª mismo". En efecto, para que no ya Einstein, sino los cient¨ªficos en general logren, con su esfuerzo, ir comprendiendo progresivamente el mundo es necesario no s¨®lo que ¨¦ste sea esencialmente comprensible, sino que los hombres, definidos por esta capacidad suya de comprender a su modo humano, sean asimismo potencialmente explicables en t¨¦rminos del proceso del mundo, como parte que ellos son de ¨¦ste. As¨ª se plantea a la ciencia, y muy en especial a la biolog¨ªa, inquirir qu¨¦ sea, c¨®mo se origine, la capacidad de tener noticia (la de conciencia entendida en este sentido) humana en t¨¦rminos de otros procesos reales ya conocidos.
Ante todo, es obvio que los cient¨ªficos aplican a su labor especializada la misma capacidad cong¨¦nita de tomar noticia -de conciencia- con que conducen sus restantes actividades y con la que todos y cada uno de los hombres se orientan en sus circunstancias particulares. Adem¨¢s, todo demuestra que la conciencia humana (en que radica nuestra esencial unidad) posee la misma naturaleza f¨ªsica que la conciencia animal en general, con la que comparte datos de ¨®rganos de los sentidos comunes; puede aseverarse que la conciencia humana corresponde a un modo espec¨ªfico de conducta animal -ciertamente el culminante en la evoluci¨®n animal-; gracias a ello, podemos imaginar c¨®mo se realiza en sed, en hambre, en gozo, en dolor, en afecto, en odio, etc¨¦tera, un animal, en t¨¦rminos de circunstancias de su ambiente espec¨ªfico, que tambi¨¦n podemos imaginar. En fin, todo animal, incluyendo todo hombre, es una unidad estricta (radicada en su psique) que nos es notoria por su capacidad de tomar noticia de los cambios de su ambiente espec¨ªfico -por su capacidad de conciencia- y de determinar conforme a lo percibido la respuesta corporal adecuada.
Unidad que, de un modo que creo ya potencialmente inteligible, por una parte, va resultando de pulsaciones discretas de la actividad coordinada de conjuntos de unidades del nivel directamente infraanimal -en concreto, de c¨¦lulas sensoriales y neuronales- y, por otra parte, ella, una vez surgida e independizada de las c¨¦lulas que la producen, pasa, en momentos alternos, a servir de gu¨ªa a la actividad coordinada de otros conjuntos de c¨¦lulas -neuronales y musculares- mediante la cual el soma animal act¨²a sobre su ambiente.
Conforme a lo dicho, la sucesi¨®n de pulsaciones de focos discontinuos de conciencia y libertad en que se realiza la unidad animal exige y depende de la conciencia y libertad sui g¨¦neris en que se realizan sus c¨¦lulas som¨¢ticas, y rec¨ªprocamente. Parece una conclusi¨®n firme que han de diferir cualitativamente la naturaleza f¨ªsica de la psique animal (y, en concreto, de su conciencia), incluyendo la humana y la naturaleza f¨ªsica de la psique celular, que, a fortiori, act¨²a sobre un tipo de ambiente asimismo cualitativamente distinto del tipo de todo ambiente animal. Ello hace que, a diferencia de lo que nos sucede con los animales -con los que compartimos ¨®rganos de los sentidos- , nos resulte inimaginable c¨®mo se sientan vivir las c¨¦lulas, lo que no obsta para que sean seres vivos como impuso Virchow hace casi siglo y medio.
Cuantos datos de diversa ¨ªndole he ido conociendo, a lo largo de casi cincuenta a?os de esfuerzo sostenido por entender los seres vivos, me han impuesto la convicci¨®n de que s¨®lo existen seres vivos de tres niveles biol¨®gicos, a saber: las prote¨ªnas globulares, de nivel directamente supramolecular; las c¨¦lulas, de nivel directamente supraprote¨ªnico; y los animales,, de nivel directamente supracelular; con ¨¦stos directamente se significa que el soma coordinadamente activo de un nivel est¨¢ constituido exclusivamente por seres vivos del nivel inmediato inferior. Fuera de los seres vivos de los tres niveles biol¨®gicos dichos, cuanto relativo a la vida podamos distinguir emp¨ªrica o experimentalmente, tanto en estado libre en la naturaleza como en los cuerpos animales, celulares o prote¨ªnicos, son mol¨¦culas o asociaciones de ellas o son asociaciones de c¨¦lulas que no se elevan a constituir, por su actividad coordinada, un foco unitario de acci¨®n y experiencia supracelular (el vegetal, el saprofito, la esponja, son asociaciones -no elevadas a conciencia supracelular- de c¨¦lulas, ellas s¨ª seres vivos). En consecuencia, s¨®lo los seres vivos de los tres niveles son verdaderos agentes definidos por sendas capacidades de acci¨®n y experiencia, mediante cuyo ejercicio ellos gobiernan su ambiente espec¨ªfico en provecho propio y de a?adidura proporcionan alimento con el que nutrir los seres vivos del nivel inmediato o inferior que interactuando constituyen su soma.
Pues bien, la acumulaci¨®n de datos emp¨ªricos y experimentales comienza a hacer comprensible la organizaci¨®n funcional de los seres vivos constituyentes del soma de uno inmediato superior, lo que, a su vez, parece a punto de permitir -al menos para la c¨¦lula y para el animal- idear modelos veros¨ªmiles -privativos de los seres vivos de cada nivel biol¨®gico- de la naturaleza f¨ªsica de los campos ps¨ªquicos de los seres vivos de cada nivel. Ello equivaldr¨ªa a comenzar a entender: a) c¨®mo, instante a instante, se produce la vinculaci¨®n entre el ser vivo y su ambiente espec¨ªfico as¨ª como entre los seres vivos de su cuerpo y los respectivos ambientes de ¨¦stos, y b) c¨®mo -en el cuerpo de todo ser vivo- se relacionan, de modo cualitativamente distinto entre s¨ª -conforme a las respectivas naturalezas f¨ªsicas-, las psiques de los seres vivos de los dos niveles que se relacionan directamente en el cuerpo del ser vivo superior (c¨®mo, por ejemplo, las neuronas producen de consuno la psique animal y obedecen sus indicaciones sin tener noticia del con unto de ella, y c¨®mo, por su parte, la psique animal gobierna la actividad conjunta de sus neuronas tambi¨¦n sin saber de ellas).
Insisto en mi convicci¨®n de que la acumulaci¨®n de datos emp¨ªricos y experimentales de la biolog¨ªa actual permite llevarlos a informar modelos veros¨ªmiles del surgimiento evolutivo de la psique de los seres vivos de cada uno de los tres niveles, y, congruentemente, de c¨®mo se produce el surgimiento embriol¨®gico de cada psique individual, y, en fin, de c¨®mo toda psique se realiza, en el curso de toda vida, en una serie discreta de pulsaciones de surgimiento y desaparici¨®n de ella. No es ¨¦ste lugar de esbozar un modelo veros¨ªmil de psique que exigir¨ªa una consideraci¨®n concreta de hechos biol¨®gicos de diversa ¨ªndole, pero s¨ª quisiera se?alar que tal interpretaci¨®n posible de psique (de la unidad esencial con sus facultades -que nos son subjetivamente evidentes- de conciencia y de libertad) en que se realiza un ser vivo ha de satisfacer el monismo propio de
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la ciencia, a saber, explicar la conciencia exclusivamente en t¨¦rminos de procesos de la realidad y de modo que contribuya, a su vez, a interpretar otros procesos reales.
Hecho el extenso pre¨¢mbulo anterior, entro en el tema principal de este art¨ªculo, a saber, que si bien un modelo cient¨ªfico puede explicar el origen y el dinamismo de las psiques de los seres vivos en t¨¦rminos de hechos reales, tambi¨¦n pone de relieve que la conciencia de todo ser vivo es esencialmente incognoscible. A esta inducci¨®n me llevan las dos consideraciones que siguen y que me parecen complementarias.
Por una parte, me inclino a pensar que la conciencia en s¨ª queda fuera del alcance de la ciencia por el siguiente primer indicio. Por el hecho de que, aunque parezca potencialmente inteligible al modo cient¨ªfico -esto es, en t¨¦rminos del resto de la realidad- lo que es la antesala misma de la conciencia de un ser vivo, a saber, su naturaleza de campo f¨ªsico concreto, cuyo origen y dinoanismo puede interpretarse, sin embargo, resulta incognoscible c¨®mo este campo f¨ªsico se transmuta en conciencia de s¨ª, se sustantiva en conciencia, en cu¨¢ntos de toma de noticia y de libertad, en algo esencialmente incognoscible y de lo que, no obstante, tenemos indudable noticia emp¨ªrica por lo que cada uno nos sentimos ser: la sucesi¨®n, que nos parece continua, de nuestros contenidos de conciencia, que conllevan cambios de libertad (de voluntad).
El segundo indicio de que la conciencia sea cient¨ªficamente incognoscible es el hecho de que parezca ser, como el movimiento, una propiedad general de la realidad. Del mismo modo que el movimiento remite a otras modalidades de movimiento -las transformaciones de las formas de energ¨ªa-, cada nivel de conciencia remite -y s¨®lo remitea otros niveles de conciencia, lo que la hace, como el movimiento, incognoscible en t¨¦rminos de otros aspectos de la realidad. Ahora bien, as¨ª como el movimiento, en cuanto propiedad reversible (medible) omnipresente en la realidad, ha constituido el hilo con el que las distintas ciencias experimentales han ido dominando sendos niveles de lo homog¨¦neo, por su parte, la conciencia es lo que resulta siempre de la vinculaci¨®n irreversible entre lo directamente heterog¨¦neo. (Lo no directamente heterog¨¦neo -por ejemplo, mol¨¦culas y c¨¦lulas- no puede vincularse, obviamente, entre s¨ª de ning¨²n modo y el estudio de ello exige ya el planteamiento de un complejo proceso evolutivo).
La relaci¨®n entre lo directamente heterog¨¦neo en que parece radicar la conciencia, remite cada forma de ella (propia de las unidades de un nivel) a la propia de las unidades del nivel inmediato inferior, sin que, de lo as¨ª entendido, pueda inducirse c¨®mo pueda producirse un foco de conciencia inicial, de nivel cero. En el otro sentido, al elevarse de un nivel al sucesivo, la conciencia en que se realizan las unidades de integraci¨®n resultantes toma noticia de un ambiente m¨¢s amplio y trabado in toto por unidades m¨¢s simples. En definitiva, todo ser, fen¨®meno o proceso debidamente enfocado remite a unidades de un nivel dado de integraci¨®n cuya comprensi¨®n se proyecta hacia dos polos opuestos que, por su naturaleza, parecen objetivamente incomprensibles, uno, el todo universal y, el otro, la base no consciente de la hipot¨¦tica conciencia primordial, todo lo que parece constituir a la conciencia en una cualidad b¨¢sica, incognoscible, de la materia universal, que, ciertamente, se sustantiva en campos aut¨®nomos de una naturaleza f¨ªsica y de un dinamismo que hoy en los biol¨®gicos comienzan a ser vislumbrados. En resumen, toda conciencia es la resultante de la evoluci¨®n conjunta del universo en cada punto y momento de ¨¦l.
Faustino Cord¨®n es bi¨®logo.
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