Marta y Maria
Si la suspensi¨®n de las leyes de la naturaleza que hace posibles los prodigios y los portentos exige la intervenci¨®n de la providencia en forma de milagro, la anulaci¨®n de las leyes de los hombres puede lograrse mediante la simple gesti¨®n de un obispo ante el poder pol¨ªtico. As¨ª pareci¨® ocurrir cuando la entrevista celebrada a principios de junio en el Palacio de la Moncloa entre monse?or Yanes y Jose Mar¨ªa Aznar precedi¨® al anuncio hecho por Eugenio Nasarre -secretario general de Educaci¨®n- de un decreto para modificar el tratamiento aplicado desde 1983 a 1996 a la ense?anza de la religi¨®n cat¨®lica en las escuelas. Las matizaciones y las cautelas posteriores de la ministra de Educaci¨®n y del propio Nasarre podr¨ªan significar, sin embargo, la aparici¨®n de ciertas resistencias dentro del Gobierno a la rendici¨®n incondicional del Estado frente a la Iglesia. Los obispos hab¨ªan criticado con especial severeridad dos aspectos de la pol¨ªtica educativa socialista: la negaci¨®n de valor acad¨¦mico a la asignatura de religi¨®n y los contenidos de la ense?anza alternativa impartida a los alumnos que se niegan a recibir -en el ejercicio de su derecho constitucional a la libertad religiosa- el adoctrinamiento cat¨®lico. Seg¨²n las declaraciones iniciales de Nasarre, la religi¨®n ser¨ªa en el futuro una ense?anza en pie de igualdad con las matem¨¢ticas: sus calificaciones contribuir¨ªan a la formaci¨®n de la media escolar del alumno y contar¨ªan para las becas y la selectividad universitaria. Y frente a la pol¨ªtica socialista de que la alternativa docente a, la religi¨®n cat¨®lica fuese el repaso asistido de materias obligatorias (una soluci¨®n rechazada en 1994 por el Supremo) o un amplio cat¨¢logo de actividades sin valor acad¨¦mico a elegir por el alumno, la Iglesia tambi¨¦n habr¨ªa impuesto que la variante no cat¨®lica de la asignatura se refiriese necesariamente a cuestiones de cultura religiosa o moral.
Las vacilaciones posteriores de la ministra de Educaci¨®n tal vez se deban a los serios problemas operativos planteados por la transformaci¨®n de la religi¨®n en materia puntuable con valor acad¨¦mico. Si los criterios de evaluaci¨®n fuesen puramente te¨®ricos, un alumno agn¨®stico con un alto cociente de inteligencia y un esp¨ªritu c¨ªnico no menos elevado podr¨ªa sacar las m¨¢ximas notas en la asignatura de religi¨®n, en tanto que un creyente piadoso de escasas luces correr¨ªa el peligro de suspender los ex¨¢menes por su lentitud para entender el misterio de la Sant¨ªsima Trinidad. Y si por el contrario las calificaciones se guiasen por enfoques fundamentalmente pr¨¢cticos, las notas de religi¨®n aptas para contribuir a la media escolar no depender¨ªan tanto de los conocimientos demostrados por los alumnos sobre la naturaleza salv¨ªfica de los sacramentos como de su piadosa frecuentaci¨®n de la confesi¨®n y la comuni¨®n.
En la universidad del franquismo, la religi¨®n formaba parte, junto a la educaci¨®n f¨ªsica y el esp¨ªritu nacional, de las llamadas mar¨ªas, unas semi-asignaturas in¨²tiles para el expediente acad¨¦mico de los futuros licenciados. La denominaci¨®n de mar¨ªa evoca la divisi¨®n de papeles entre las hermanas de L¨¢zaro durante la visita de Jes¨²s a su casa de Betania (Juan, 11): en tanto que Marta se azacanaba en los quehaceres de la casa, Mar¨ªa ung¨ªa con perfumes los pies del Se?or y los secaba con sus cabellos mientras escuchaba su Palabra. Ante las quejas de la hermana laboriosa por su soledad, Jesus le respondi¨®: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas,- o mejor, de una sola. Mar¨ªa ha elegido la parte buena, que no le ser¨¢ quitada" (Lucas,IV, 10). Si el anuncio hecho la semana pasada por Nasarre se confirmase, no dejar¨ªa de resultar parad¨®jico que el tratamiento dado en la universidad franquista a la asignatura de religi¨®n como contemplativa mar¨ªa estuviese mas cerca del mensaje evang¨¦lico que su posterior clasificaci¨®n como trabajadora marta de la escuela democr¨¢tica por decisi¨®n de un gobierno del PP con ¨ªnfulas laicas, centristas y liberales.
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