Armas y derechos
EL COMERCIO de armas siempre fue un comercio lucrativo. Hoy es adem¨¢s un negocio de enorme competencia, Ya que el fin de la guerra fr¨ªa ha producido un exceso de oferta, si bien la proliferaci¨®n de conflictos no deja que caiga la demanda. Muchas de estas armas no sirven, s¨®lo para fines estrictamente b¨¦licos, sino tambi¨¦n para la represi¨®n y muy amenudo para conculcar los derechos humanos y civiles. Amnist¨ªa-Internacional alerta en su ¨²ltimo informe anual contra la escalada de este fen¨®meno.Los informes de Amnist¨ªa Internacional han entrado ya a formar parte de nuestra conciencia colectiva. Que Gobiernos, traficantes de armas y ej¨¦rcitos en lucha hagan caso omiso de los mismos no debe hacer olvidar que son un eficaz baremo del respeto de los derechos humanos en el mundo. La situaci¨®n que describe s¨®lo puede calificarse de triste. En 114 de los 146 pa¨ªses. escrutados se practica la tortura. El censo de detenidos sometidos a malos tratos suma m¨¢s de 10.000 nombres, y sin duda la realidad es mucho m¨¢s dram¨¢tica. Unos 4.500 murieron por torturas. La lectura anual de estos informes no aclara, sin embargo, si la situaci¨®n general de los derechos humanos en el mundo mejora o no. Sin duda, el balance no es f¨¢cil.
?frica sigue siendo el continente en el que la situaci¨®n de los derechos humanos es m¨¢s dram¨¢tica. En Asia, el progreso econ¨®mico no puede disimular ampl¨ªsimas carencias en libertades. No puede sorprender que de las zonas analizadas en el Informe 1996, las que registran m¨¢s abismales desprecios hacia los derechos humanos. sean las que atraviesan situaciones de guerra, civil o internacional. En el mundo actual, no s¨®lo las guerras -peque?as para quien las vive desde fuera, dram¨¢ticas para los que las sufren- se han hecho m¨¢s f¨¢ciles, sino que los nuevos armamentos y su disponibilidad las han hecho m¨¢s cruentas. Incluso las violaciones de los derechos humanos -torturas, homicidios arbitrarios y desapariciones- se han convertido en parte de la t¨¢ctica para "obtener ventajas militares o pol¨ªticas". La conculcaci¨®n de los derechos humanos siempre form¨® parte de la guerra, pero, lejos de ser un efecto colateral, en los ¨²ltimos tiempos se perfila como una estrategia b¨¦lica. Bosnia, Ruanda y Liberia lo ilustran perfectamente.
Amnist¨ªa Internacional no pide que se proh¨ªba la venta de armas. Ser¨ªa ingenuo. Solicita que se impida su exportaci¨®n a pa¨ªses que no respetan los derechos humanos, y sobre todo a los que utilizar estas armas y equipo militar para violarlos. Exhorta a que se proh¨ªba la, fabricaci¨®n y exportaci¨®n de equipamiento "cuyo ¨²nico prop¨®sito sea la violaci¨®n de los derechos humanos". Por desgracia, el llamado doble uso es la norma, y el mercado rebosa de mercaderes y mercanc¨ªas con fines b¨¦licos utilizables por diversos reg¨ªmenes contra su propia poblaci¨®n civil. Que la normativa internacional que propone Amnist¨ªa Internacional para evitar tales abusos resulte muy dif¨ªcil de imponer -casi ut¨®pica- no significa que no deba lucharse por ella. La mejor arma para avanzar en este sentido es la movilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en las democracias.
Amnist¨ªa Internacional habla en este caso de comercio del terror. Y sin embargo, hay ocasiones en que la organizaci¨®n, no se sabe bien por qu¨¦, parece tener dificultades para utilizar los t¨¦rminos terror y terrorismo. Se percibe miedo a llamar a algunas cosas por su nombre. As¨ª, huye del concepto de terrorismo o terroristas. Y muy especialmente cuando se refiere a ETA, a la que suele llamar "grupo armado vasco" y a la que achaca "abusos" y "ataques". T¨¦rminos tan suaves para actividades tan canallas arrojan una sombra de falta de credibilidad sobre el informe que ¨¦ste, por lo dem¨¢s, no merece.
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