El sue?o de Clemente
Era un muchacho de pelo pajizo y rostro pecoso, un zurdito que parec¨ªa sacado de alg¨²n callej¨®n de Glasgow. En aquel Barakaldo de aluvi¨®n pod¨ªan encontrarse todos los fenotipos posibles, cualquier perfil en los chicos de las barriadas que se arracimaban sobre los Altos Hornos. De Clemente se hablaba mucho.Acababa de ingresar en el Athletic juvenil y era un h¨¦roe entre la chavaler¨ªa. Se le ve¨ªa mucho en el patio de cemento del colegio La Salle, en medio de un tumulto de partidos, y en los duelos de barrios. Ten¨ªa car¨¢cter, una buena pierna izquierda y un sue?o: jugar como Bobby Charlton, el ¨ªdolo ingl¨¦s.
Aquello suced¨ªa en el verano del 66. La gente acud¨ªa a las casas de los privilegiados que dispon¨ªan de un televisor o se agolpaba en los bares. Fue el primer Mundial verdaderamente televisivo y, por lo tanto, el primero que gener¨® jugadores reconocibles: Eusebio, Beckenbatier, Yashin. El modelo de Clemente era Bobby Charlton, el l¨ªder de la selecci¨®n inglesa. Bobby le llamaban sus amigos de Barakaldo y despu¨¦s la hinchada de San Mam¨¦s.
Las lesiones le impidieron perseguir a su modelo. No pudo ser Bobby Charlton, ni apenas jugar al f¨²tbol, aunque su impacto en el Athletic fue extraordinario.
De aquellos d¨ªas le queda el car¨¢cter fogoso, su anglofilia irreductible y el sue?o que nunca pudo realizar: jugar en el estadio de Wembley. No lo hizo como futbolista y ha tardado casi veinte a?os en conseguirlo como entrenador.
Hoy es un d¨ªa emotivo para Clemente. Es m¨¢s que un duelo con Inglaterra. Es su partido.
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