Se desata la Fura dels Baus en 'Atl¨¢ntida'
El grupo teatral catal¨¢n convoc¨® una gran multitud en la plaza de las Pasiegas granadina
Anoche, la plaza de las Pasiegas se llen¨® hasta los topes de un p¨²blico variopinto: gentes de erudici¨®n, seguidores de "lo que se lleva" y, mayoritariamente, p¨²blico llano y sin prejuicios, dispuesto a participar en todo acontecimiento que considera importante. Y este acontecimiento era Atl¨¢ntida, la obra p¨®stuma de Falla, completada por su m¨¢s destacado disc¨ªpulo, Ernesto Halffter. Se hab¨ªa escuchado ya la obra en Granada, tanto en el monasterio de los Jer¨®nimos, ante un retablo que puede competir con las m¨¢s ambiciosas invenciones de un gran escen¨®grafo y en versi¨®n de concierto, cuando el centenario del nacimiento de Falla. Pero lo de ahora deb¨ªa ser y fue distinto, pues el montaje estaba en manos de La Fura dels Baus, grupo o movimiento teatral de tan gran fuerza creativa como rica pluralidad. El suceso estuvo a la altura de las expectativas que hab¨ªa creado.
Con ellos estuvo la Orquesta Sinf¨®nica de Barcelona, el Coro de Valencia, la escolan¨ªa granadina de La Presentaci¨®n, todos ellos gobernados por el maestro Josep Pons. El ¨¦xito fue claro y sin disensiones, aun cuando no particularmente entusiasta, quiz¨¢ porque la asistencia se encontraba, por lo pronto, con algo sorprendente.Atl¨¢ntida es obra dif¨ªcil y problem¨¢tica. El planteamiento mismo de su forma oscil¨® en el ¨¢nimo de los autores entre la cantata esc¨¦nica y el oratorio con ilustraciones pl¨¢sticas, que deb¨ªa realizar el pintor Jos¨¦ Mar¨ªa Sert. Al fin, qued¨® la partitura, inspirada parcialmente en el poema de Verdaguer y el resto en textos religiosos latinos. Tras la labor de terminaci¨®n de Halffter y su posterior revisi¨®n por ¨¦l mismo, la obra vale doblemente: como testimonio hist¨®rico, art¨ªstico y sensible del ¨²ltimo Falla y no menos por la belleza intr¨ªnseca de sus pentagramas.
Sin grandes estrellas l¨ªricas, la versi¨®n de Pons tuvo altura suficiente. Destac¨® en el Corifeo, el bar¨ªtono Manuel Lanza y en la reina Pirene, la mezzo Josefina Brivio y no tanto, la soprano Virginia Parram¨®n, en El sue?o de Isabel en La Alhambra, uno de los trozos m¨¢s dif¨ªciles de Atl¨¢ntida, aunque se escuche como algo aparantemente sencillo. Joan Cabero, Francisco Vas y ?ngel ?dena en el Tric¨¦falo; Estrella Est¨¦vez, Pilar Jurado, Silvia Tro, Margarida Llad¨®, Mar¨ªa Luisa Maeso, Svetlana Sidorova y Montserrat Torruella fueron las Pl¨¦yades.
Pons trabaj¨® con seguridad y me parece que ha iniciado un largo camino como int¨¦rprete de Atl¨¢ntida que le llevar¨¢ a mayores perfecciones. La de la Fura dels Baus resulta ejemplar, cualesquiera que sean sus planteamientos y soluciones. Dio la sensaci¨®n de que, en el fondo, su punto de partida para Atl¨¢ntida encerraba cierta intenci¨®n desmitificadora pero que, al fin y una vez m¨¢s, el genio de Falla les hab¨ªa ganado la partida y casi los llev¨® a su terreno.
Con una profesionalidad osada y hasta arriesgada, se sucedi¨® ante nosotros un repertorio inagotable de invenciones, unas veces unidas a la m¨²sica, otras simplemente superpuestas. Disfrutamos de momentos tan bellos como El hundimiento, El incendio de los Pirineos, la sobriedad para los himnos y cantos, el feliz hallazgo para las tres cabezas de Geri¨®n, son muy superiores a la escena de Isabel y La noche suprema, con la iluminaci¨®n de la catedral de Alonso Cano y la transparencia de sus vidrieras, mucho mejor que el atormentado acompa?amiento pl¨¢stico de El peregrino, m¨²sica serena y m¨ªstica all¨ª donde las haya. En fin, el a?adido de la aventura y la crisis de tres figuras ligadas a Atl¨¢ntida -Verdaguer, Sert y Falla- era tan innecesario que ni siquiera molesta y podr¨ªa prescindirse de ¨¦l.
Nunca un montaje de Atl¨¢ntida super¨® en imaginaci¨®n e invenci¨®n paralela a la de la Fura dels Baus. La versi¨®n esc¨¦nica corresponde a Alex Oll¨¦ y Carlos Padrissa; ¨¦ste y Jaume Plensa tuvieron a su cargo la escenograf¨ªa, el vestuario y el atrezzo; Sabine Dahrendorf movi¨® la escena -?y c¨®mo!- y Quico Guti¨¦rrez gobern¨® la iluminaci¨®n. En resumen, la expectaci¨®n ante el espect¨¢culo no se vio defraudada y la Atl¨¢ntida echa a andar por una de las muchas rutas que le son posibles a las obras maestras de la m¨²sica.
Estamos no ante una reliquia, sino ante una obra de arte capaz de alzarse por encima del tiempo y de las mutaciones est¨¦ticas. Y habita en este gran retablo el ser de la entera tradici¨®n general hispana, esta vez entonada en catal¨¢n y lat¨ªn.
El descubrimiento, en el clima de permanente fervor hacia Falla que se respira en Granada, de la perdurabilidad de Atl¨¢ntida, viene a renovar mensajes muy lejanos y a la vez sustantiva mente actuales. Que la obra m¨¢s contempor¨¢nea es, precisamente, la que sobrevive y palpita en tiempos muy diversos de la historia.
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