La situaci¨®n mexicana vista de fuera y desde dentro
Una vez m¨¢s, la brecha entre la percepci¨®n que tiene M¨¦xico de s¨ª mismo y la del resto del mundo a prop¨®sito de su situaci¨®n se ha apoderado del an¨¢lisis, de las previsiones y del entendimiento de lo que realmente acontece en el pa¨ªs azteca. Fuera de M¨¦xico, las impresiones en tomo a la recuperaci¨®n econ¨®mica, a la reforma pol¨ªtica y al liderazgo del presidente Ernesto Zedillo han mejorado notablemente, mientras que, internamente, el pesimismo y la negrura presentes en el seno de la opini¨®n p¨²blica desde diciembre de 1994 se han ahondado y extendido a todos los sectores de la sociedad.Funcionarios y comentaristas extranjeros, ya sea pertenecientes a las instituciones internacionales financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y al Departamento del Tesoro en Washington, ya sea a la prensa Financiera mundial, subrayan los aspectos positivos del desempe?o mexicano, a saber, la estabilizaci¨®n de los indicadores macroecon¨®micos. Los mexicanos, en cambio, colocan el ¨¦nfasis en el continuo deterioro de su destino: no s¨®lo el empeoramiento de la situaci¨®n microecon¨®mica, sino tambi¨¦n la falta de perspectivas para el futuro, en vista de las restricciones invariables y dram¨¢ticas ante el crecimiento econ¨®mico. ?Qui¨¦n tiene raz¨®n, y por qu¨¦?
Los admiradores de Zedillo en el exterior se?alan varios ¨ªndices de mejoramiento. El tipo de cambio parece haberse estabilizado en aproximadamente 7,5 pesos por d¨®lar; la Bolsa mexicana de valores se encuentra en pleno auge, habiendo subido casi un 25% desde principios de a?o; las tasas de inter¨¦s, aunque se mantengan en niveles elevados, han descendido, y la inflaci¨®n, si bien a¨²n superior a las previsiones del Gobierno, casi est¨¢ bajo control.
Los 30.000 millones de d¨®lares de deuda a corto plazo en Tesobonos fueron pagados puntualmente y refinanciados, y la mayor¨ªa de las empresas mexicanas, cualquiera que sea la precariedad de su salud financiera, han eliminado, o por lo menos reducido, el riesgo de una suspensi¨®n de pagos. Si se le agrega a esta descripci¨®n color de rosa el inicio de un crecimiento, en todo caso aritm¨¦tico, del producto durante el segundo trimestre del a?o -nada dif¨ªcil, dada la ca¨ªda del 10% durante el trimestre equivalente el a?o pasado- se podr¨ªa concluir que existen bases s¨®lidas para una inversi¨®n alentadora del futuro y de la recuperaci¨®n de M¨¦xico.
La pregunta entonces consiste en saber por qu¨¦ tan pocos sectores de la sociedad mexicana, si es que alguno, comparten dicho optimismo, y por qu¨¦ el presidente Zedillo y su equipo se encuentran cada vez m¨¢s aislados, acosados y v¨ªctimas de una impopularidad creciente. Existen algunas explicaciones evidentes: millones de mexicanos se hallan endeudados hasta el cuello, en la medida en que se han capitalizado los intereses moratorios provocados por la elevaci¨®n astron¨®mica de las tasas; el sector bancario ha requerido de infusiones cada vez m¨¢s masivas de recursos para ser salvado; la demanda interna no se recupera, las ventas siguen estancadas y las empresas no exportadoras se han empantanado en una mezcla explosiva de deuda y par¨¢lisis; y, por ¨²ltimo, millones de mexicanos han perdido su empleo gracias a una contracci¨®n de la econom¨ªa el a?o pasado del 7%, s¨®lo un tercio de la cual se podr¨¢ recuperar este a?o. Resulta cada vez m¨¢s dif¨ªcil comprender c¨®mo volver¨¢ a crecer la econom¨ªa, a la luz de los 170.000 millones de deuda externa total que carga, correspondiente a un porcentaje del PIB superior al que prevalec¨ªa en 1982, al comenzar la crisis latinoamericana de la deuda. Sobre todo, se ha difundido la virtual certeza de que el Gobierno de Ernesto Zedillo, debido a sus calamitosos primeros dos a?os, jam¨¢s podr¨¢ despegar, condenando as¨ª al pa¨ªs a un tercer sexenio consecutivo de estancamiento econ¨®mico. Los trabajadores, la comunidad empresarial, la Iglesia y amplios segmentos del propio PRI se encuentran entonces en un comprensible estado de alarma y descontento frente a la pol¨ªtica econ¨®mica y social del r¨¦gimen. El ¨²ltimo apoyo del Gobierno reside, de hecho, en Washington.
La confusi¨®n y el choque de percepciones se derivan de dos factores, uno v¨¢lido, el otro simple y llanamente falso. Desde el punto de vista del observador extranjero de corto plazo parece, en efecto, que M¨¦xico si se ha recuperado: el peligro de la moratoria ha sido superado; han vuelto las ganancias -tal vez m¨¢s exiguas-, y las perspectivas de crecimiento a largo plazo de un alza de ingresos y del empleo, as¨ª como una mejora en la distribuci¨®n del empleo, sencillamente carecen de pertinencia.
Tal vez nos podamos preguntar por qu¨¦ el enfoque del inversionista especulativo de corto plazo ha sido asimilado por todos, incluyendo al Departamento de Estado y a la academia norteamericana, pero ¨¦sa es una pregunta distinta. En tanto mercado emergente, M¨¦xico ha vuelto a la palestra.
La mencionada premisa falsa estriba en la viabilidad de mediano plazo de esta manera de ver las cosas. Lo que ha llevado a muchos c¨ªrculos mexicanos previamente esperanzados a perder toda confianza es el sentimiento de peligro inminente generado por la situaci¨®n actual del pa¨ªs. Muchos mexicanos que hasta ahora cre¨ªan que el pueblo aguantaba un piano -como se dice com¨²nmente-, y que con el tiempo la econom¨ªa y todo lo dem¨¢s se compondr¨ªa casi por inercia, han empezado a preocuparse seriamente por el futuro inmediato. No pueden dejar de lamentar la total ausencia de estrategia gubernamental, ya sea para fijar la pol¨ªtica industrial o combatir el narcotr¨¢fico, ya sea para definir una pol¨ªtica industrial o combatir la pobreza. Asimismo, la incapacidad persistente del sistema pol¨ªtico para permitir el dise?o y la materializaci¨®n de los grandes pactos sociales que el pa¨ªs siempre ha necesitado para crecer ha suscitado un malestar que ning¨²n alza en la Bolsa de valores puede disipar. Quince a?os sin crecimiento econ¨®mico y de regresi¨®n social obligan a pensar con claridad.
Los dos errores que ser¨ªa deseable evitar en esta ocasi¨®n saltan a la vista. El primero consiste en diferenciar la opini¨®n de las corredur¨ªas financieras del enfoque que deber¨ªan adoptar otros intereses extranjeros. Por ejemplo, tiene perfecto sentido que Wall Street se sienta de nuevo c¨®modo con sus inversiones en el mercado mexicano, pero resultar¨ªa absurdo, por ejemplo, que el Gobierno de Estados Unidos concluyera que los problemas migratorios en la frontera con M¨¦xico se han desvanecido, o que los ministerios de Finanzas del resto de Am¨¦rica Latina creyeran que la crisis mexicana ha terminado.
En segundo lugar, M¨¦xico deber¨ªa evitar confusiones sobre la imagen que guarda de s¨ª mismo. Casi a cualquier coste, el pa¨ªs debe entender que las ¨²ltimas fuentes de an¨¢lisis o previsi¨®n a las que conviene hacer caso son los mercados internacionales. He aqu¨ª exactamente el enga?o tejido por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari: convencer a los mexicanos de que el pa¨ªs iba bien porque as¨ª lo dec¨ªan los titulares de la prensa internacional y los manejadores de los fondos especulativos. Los mexicanos siempre tendr¨¢n mayor sensibilidad ante su propia realidad y destino que todos los dem¨¢s; esto es cierto para todos los pa¨ªses. La gran diferencia la vez pasada fue que por alguna extra?a raz¨®n M¨¦xico escuch¨® a quienes ignoraban por completo lo que suced¨ªa en el pa¨ªs; hoy, con la ventaja que brinda el tiempo, sabemos a ciencia cierta que es preciso proceder de otra manera.
Jorge G. Casta?eda es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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