Privatizaciones
La clave del comportamiento empresarial en el mercado es la responsabilidad, medida en una magnitud cuantificable, econ¨®mica, por supuesto. El empresario es el responsable ¨²ltimo del resultado econ¨®mico de una actividad empresarial, y esa responsabilidad se materializa en su propio enriquecimiento o empobrecimiento, en la medida en que sea propietario de la empresa o en el de los otros propietarios que han centrado en ¨¦l la funci¨®n empresarial, como sucede normalmente en las sociedades mercantiles.Esta responsabilidad patrimonial, que es el, motor del empresario, no opera del mismo modo en la empresa p¨²blica. ?sta puede contar con gestores y gesti¨®n excelentes, pero en ella falla el resultado como medida de la excelencia empresarial, ya que el gestor no es propietario, y adem¨¢s tiene uno, m¨¢s o menos difuso, que no suele pensar en la empresa primordialmente como fuente de beneficios, sino en otras funciones que puede cubrir, como la buena prestaci¨®n de un servicio a la gente o el aseguramiento de un suministro a todo el mundo, o el precio reducido en ese servicio o suministro, o el mantenimiento de unos puestos de trabajo, o la defensa nacional, o la autarqu¨ªa econ¨®mico-pol¨ªtica, o qui¨¦n sabe qu¨¦ otros excelsos fines que exceden a la empresa misma.Por ello, los gestores de empresas p¨²blicas tienden a transformarse en empresarios en la medida en que las empresas se privatizan, aunque sea parcialmente: si hay que responder de los resultados ante una parte, aunque sea minoritaria, de propietarios, las cosas y la funci¨®n empieza a verse de otro modo. Porque se sabe que si un a?o, por ejemplo, no se reparten dividendos, el Estado propietario no suele conmoverse gran cosa; por importante que sea la empresa, el dividendo ser¨¢ una gota de agua en el mare magnum de los ingresos p¨²blicos; pero el socio privado al que se priva de dividendo experimenta un lucro cesante y adem¨¢s una disminuci¨®n del valor de su propiedad.
Ni siquiera la competencia suele ser un factor suficiente para transformar la empresa p¨²blica en una entidad con verdadero riesgo patrimonial, pues los problemas que la competencia plantee pueden resolverse tambi¨¦n mediante el recurso al favor p¨²blico en cualquiera de las m¨²ltiples formas, como mercados (p¨²blicos) cautivos, concesiones, autorizaciones, facilidades de capital o crediticias u otras que, aunque en un ambiente europeo como el actual de eliminaci¨®n de trampas de la competencia, siguen operando en buena medida de modo m¨¢s o menos solapado. M¨¢s a¨²n, puede pensarse, con buena l¨®gica, que las empresas p¨²blicas rentables lo son, casi siempre y en todo o en buena parte, porque llevan consigo alg¨²n privilegio monopol¨ªstico o de otro modo; hasta el punto de que esa rentabilidad puede cubrir, con frecuencia, una notable ineficacia.
Desde el punto de vista de la eficiencia econ¨®mica, nada como una empresa privada no monopol¨ªstica; es as¨ª de sencillo. Por ello, la privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas debe plantearse, en mi opini¨®n, m¨¢s que como una cuesti¨®n de discrepancia en cuestiones econ¨®micas, como una cuesti¨®n pura y descarnadamente pol¨ªtica. Podr¨¢n mantenerse como p¨²blicas aquellas empresas en las que la funci¨®n extraecon¨®mica que desarrollan no pueda mantenerse mediante la oportuna privatizaci¨®n, porque desde el punto de vista de la eficiencia econ¨®mica no hay mucho que discutir. La buena l¨®gica y buena administraci¨®n requieren, por tanto, la identificaci¨®n de esa funci¨®n extraecon¨®mica (pol¨ªtica) de cada empresa en particular, la cuantificaci¨®n del coste de mantenimiento de esa funci¨®n y la razonable conclusi¨®n de que esa funci¨®n no puede cumplirse igualmente mediante una privatizaci¨®n apropiada. As¨ª, lo m¨¢s claro es que la empresa p¨²blica que subsista est¨¦ normalmente subvencionada, como muestra evidente del coste para la colectividad del mantenimiento, a trav¨¦s de ella, de esa funci¨®n pol¨ªtica que excede de la pura funci¨®n econ¨®mica empresarial, tanto si se trata de mantener unos puestos de trabajo como de dar servicios a precios pol¨ªticos u otras variedades de esta foresta que suele enmascarar las m¨¢s inocentes o taimadas subvenciones. Y habida cuenta de que esta funci¨®n pol¨ªtica no debe ser el engordarmiento del poder pol¨ªtico mediante el manejo de una entidad empresarial econ¨®micamente poderosa. No siempre es f¨¢cil distinguir entre la funci¨®n p¨²blica proclamada para mantener a una empresa en la esfera p¨²blica y su virtualidad como elemento de poder adicional de los pol¨ªticos que ocupan los ¨®rganos del Estado de los que las empresas dependen.
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