Equidad y solidaridad
En los momentos actuales y a la hora de abundar en el debate sobre las pensiones, es conveniente recordar las funciones que cumple el sistema de pensiones de la Seguridad Social: provee de rentas econ¨®micas, proporcionales al esfuerzo contributivo, cuando se cesa en la vida activa, permitiendo hacer una previsi¨®n para cuando, por edad o invalidez, ya no se perciben ingresos por el trabajo; es un mecanismo a trav¨¦s del cual se ejerce la solidaridad de los j¨®venes con los mayores, de los activos con los pasivos, de los sanos con los que padecen incapacidad; propicia la transferencia solidaria entre sectores productivos, que es el ¨²nico modo por el que sectores de alto coste y riesgo pueden tener una cobertura similar a la del resto; representa la manifestaci¨®n solidaria del conjunto de la sociedad con los incapacitados o ancianos que no tienen otros recursos econ¨®micos, a trav¨¦s de las pensiones no contributivas; y favorece la distribuci¨®n interregional derivando recursos hacia las comunidades con menor nivel de renta econ¨®mica.De esta forma, la previsi¨®n obligatoria, combinando la equidad y la solidaridad, ha permitido que en los pa¨ªses europeos se haya prevenido, mitigado o incluso erradicado, la pobreza m¨¢s severa, especialmente en la vejez, seg¨²n se han ido desarrollando los sistemas de pensiones de la Seguridad Social. Por eso, cuando se debate sobre los efectos del gasto en pensiones en las sociedades actuales no cabe centrar ese debate ¨²nicamente en aspectos econ¨®micos, sino que debe recordarse la funcionalidad del mismo y la eficacia que tiene en nuestra sociedad en relaci¨®n con la cohesi¨®n social.
En Espa?a, la evoluci¨®n del sistema de pensiones de la Seguridad Social, en los ¨²ltimos 15 a?os, ha sido muy importante, tanto por efecto de la maduraci¨®n del sistema, como por el crecimiento del importe de las pensiones, especialmente de las de cuant¨ªa m¨¢s baja y por la extensi¨®n de la cobertura, lo que ha supuesto un crecimiento del gasto superior al de la media europea, que se explica por el camino que ha habido que recorrer, en ese per¨ªodo, para cubrir fuertes carencias en la cobertura social.
Hay que se?alar que al sistema de pensiones le afectan la evoluci¨®n demogr¨¢fica, especialmente por el importante crecimiento de la esperanza de vida que prolonga el periodo de percepci¨®n de la pensi¨®n, repercutiendo de forma significativa en el gasto. Asimismo, incide en la variaci¨®n de las cuant¨ªas de las pensiones y por tanto en el gasto, el efecto de sustituci¨®n de las pensiones m¨¢s antiguas por las nuevas que se causan con importes m¨¢s elevados. Procesos a los que hay que a?adir el crecimiento vegetativo del n¨²mero de perceptores.
En el estudio econ¨®mico actual que realizamos a finales de 1995 sobre el futuro del sistema de pensiones, publicado bajo el t¨ªtulo de La Seguridad Social en el umbral del siglo XXI, se pone de manifiesto que el crecimiento del gasto a partir del a?o 2000 se situar¨¢, con una hip¨®tesis de inflaci¨®n del 3%, en torno a un 6%, siendo los factores m¨¢s determinantes en este crecimiento la actualizaci¨®n de las cuant¨ªas de las pensiones y el efecto sustituci¨®n. Adem¨¢s se pone de relieve que con una evoluci¨®n del PIB de un 2,5% de crecimiento interanual, en el horizonte del a?o 2030 dedicar¨ªamos un porcentaje similar de producto nacional para la cobertura de las pensiones contributivas de la Seguridad Social. Una evaluaci¨®n nada alarmante, por tanto, desde la perspectiva del gasto y su relaci¨®n con la generaci¨®n de riqueza.Es en la vertiente de los ingresos desde la que se ponen de manifiesto las tensiones en el futuro. Los sistemas econ¨®micos no presentan, en la actualidad, demasiada elasticidad en relaci¨®n con el mercado de trabajo, pudiendo generar crecimientos significativos en el producto nacional y fuertes beneficios en las empresas, sin un reflejo similar o proporcional en la creaci¨®n de empleo, efecto que, adem¨¢s, en el futuro se ver¨¢ agravado por la utilizaci¨®n intensiva de las nuevas tecnolog¨ªas. Todo ello hace que pueda preverse una moderada evoluci¨®n del n¨²mero de cotizantes, a lo que hay que a?adir un bajo crecimiento salarial, tanto en lo que son retribuciones ordinarias como en los llamados deslizamientos, variables que determinan los datos b¨¢sicos, junto al tipo de cotizaci¨®n, que configuran los ingresos contributivos de un sistema de pensiones. Por ello, en lo que constituyan decisiones que puedan incidir de forma inmediata y directa en los ingresos por cotizaciones, como el tipo de cotizaci¨®n, se debe adoptar una actitud de gran prudencia para evitar desequilibrios que afectar¨ªan a la estabilidad del sistema de pensiones y a las cuentas p¨²blicas. Podr¨ªa concluirse que el an¨¢lisis y valoraci¨®n del futuro del sistema de pensiones debe realizarse desde la consideraci¨®n de las funciones que cumple y de la capacidad de financiaci¨®n de nuestro sistema econ¨®mico en su conjunto, m¨¢s que desde la evoluci¨®n concreta de una determinada fuente de financiaci¨®n; considerando que la estabilidad de un sistema de pensiones depende de un conjunto de variables complejas que exigen una actuaci¨®n proporcionada y equilibrada sobre las mismas, y de la consideraci¨®n pol¨ªtica sobre los efectos sociales que puedan producir las medidas que se adopten.
El Pacto de Toledo es un instrumento adecuado que define un marco de actuaci¨®n perfectamente v¨¢lido, excluyendo la sustituci¨®n del actual sistema de reparto y solidaridad intergeneracional por otro de capitalizaci¨®n individual y rechazando cualquier derivaci¨®n hacia un sistema de m¨ªnimos, as¨ª como las transformaciones que hicieran irreconocible el actual sistema de pensiones. El Pacto de Toledo, por el contrario, postula una consolidaci¨®n del actual sistema de pensiones, cuyo gasto evolucione en armon¨ªa con los crecimiento de la econom¨ªa, mediante la adopci¨®n de medidas que perfeccionen y refuercen la Seguridad Social en consonancia con la realidad actual.
Una consideraci¨®n global de las recomendaciones del Pacto de Toledo sin duda facilitar¨¢ el consenso y el acuerdo, siendo necesario el equilibrio y distribuci¨®n de esfuerzos y la combinaci¨®n entre equidad y solidaridad. As¨ª se debe afrontar la separaci¨®n de las fuentes de financiaci¨®n seg¨²n la naturaleza de las prestaciones, continuando la reforma de 1989 y dando fin a la transitoriedad de la f¨®rmula provisional de financiaci¨®n de la parte no contributiva por la v¨ªa de los pr¨¦stamos del Estado ; el fortalecimiento del car¨¢cter contributivo del sistema, acentuando la equidad, a la vez que se refuerza el principio de solidaridad y de garant¨ªa de suficiencia; la flexibilizaci¨®n de la edad de jubilaci¨®n con car¨¢cter voluntario y, por ¨²ltimo, el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones, utilizando la f¨®rmula que se ha venido aplicando ¨²ltimamente. Aspectos, todos ellos, que en una aplicaci¨®n conjunta y simult¨¢nea crear¨ªan un marco adecuado para el acuerdo, tan importante y necesario en esta materia.Adolfo Jim¨¦nez Fern¨¢ndez es miembro del Instituto Europeo de Seguridad Social.
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