?D¨®nde est¨¢ Indur¨¢in?
El Banesto ha tenido que montar un sistema de protecci¨®n para que el navarro pueda respirar
Tony Rominger est¨¢ sentado tranquilamente en la barra de su bicicleta, bromeando con otros ciclistas o con el periodista que se le acerque. Explica que si est¨¢ sin afeitar y las gre?as le salen por debajo de su gorra de paseo es porque hab¨ªa ido por la ma?ana a la peluquer¨ªa pero estaba el futbolista Marco van Basten delante de ¨¦l y consum¨ªa demasiado tiempo y atenciones. Al lado, bajo una carpa atestada y h¨²meda, decenas de ciclistas matan la tarde sentados en amigable charla, las piernas estiradas encima de las mesas.Laurent Jalabert, apoyado en un tenderete que hace de cafeter¨ªa; Alex Z¨¹lle, al lado, habla en aleman-suizo con cuatro periodistas. Es la tarde de la presentaci¨®n de los equipos, la de los inevitables retrasos, y 197. ciclistas hacen lo que pueden para no aburrirse. Todo es calma y relajaci¨®n. Y una pregunta repetida mil veces. ?D¨®nde est¨¢ Indur¨¢in? Est¨¢ guardado, como si el testigo estrella de un superjuicio contra la Mafia fuera. Al lado de la mesa donde ocho corredores del Banesto han montado su tertulia, dos de los t¨¦cnicos del equipo pasean de arriba abajo con sendos walkie-talkie de la mano. Est¨¢n pendientes de la llamada del maestro de ceremonias. Al cabo de las horas se produce finalmente una consigna por el emisor: "Ya est¨¢, ya puede venir". A escasos cien metros del lugar est¨¢ aparcado el nuevo autob¨²s del Banesto. All¨ª, acompa?ado de otro t¨¦cnico, Indur¨¢in -¨¦ste s¨ª con el pelo corto, rapado casi al cero por las sienes: se lo hizo en Pamplona -espera la llamada. No puede permitirse el lujo de mezclarse con los dem¨¢s como hacen Rominger, Z¨¹lle, Olano o hasta Jalabert. Est¨¢ pagando parte de la hipoteca de haber ganado cinco Tours: vivir permanentemente aislado para poder respirar.Pese a que apenas cambie su discurso -todo lo que dijo hace un a?o, o dos, o tres, o cuatro vale perfectamente para hoy-, no hay periodista de los mil acreditados en elTour, fot¨®grafo, c¨¢mara de televisi¨®n o aficionado en busca de un aut¨®grafo que no se sienta atra¨ªdo por su aura, que inmediatamente no desee estar a su lado, que involuntariamente no quiera asfixiarle. "Y eso no es s¨®lo un minuto. Si estuviera ex puesto media hora, media hora que estar¨ªa sin poder dar un paso", dice Eusebio Unz¨²e, su director. "Para Indur¨¢in las etapas duran dos horas m¨¢s, el tiempo que le tenemos que tener protegido, el tiempo en el que no puede hacer lo que realmente le apetezca".
Finalmente se oye un tumulto cerca de la carpa. Hay carreras, empujones y preguntas entrecor tadas. Ruido de c¨¢maras de fotos, focos encendidos de televisi¨®n. Entre medias se ve una gorra coronando a la muchedumbre. Ya nadie pregunta d¨®nde est¨¢ Miguel.
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