La medicina del teatro
Ser m¨¦dico, especializado en rehabilitaci¨®n, y medicina de empresa, es algo normal. Ser dramaturgo y explorar la condici¨®n humana a trav¨¦s de textos que aspiran a ser representados es menos normal y m¨¢s arriesgado, pero, por suerte, son muchos los que se atreven con ese oficio y mantienen valerosamente la mala salud de hierro del teatro. M¨¢s raro es que ambos oficios se a¨²nen en una misma persona. ?se es el caso de Jos¨¦ Luis Miranda, que est¨¢ encantado con sus benignos Dr. Jeckill y Mr. Hyde. Sobre todo teniendo en cuenta que el escritor que lleva dentro, adem¨¢s de estar en la junta directiva de la Asociaci¨®n d¨¦ Autores de Teatro posee los dos premios a textos teatrales m¨¢s importantes de nuestro pa¨ªs: el Tirso de Molina, que recibi¨® en 1988 por su obra Ram¨ªrez, y el Lope de Vega, que acaba de serle concedido por En el hoyo de las agujas. A ello hay que a?adir otras obras y otros galardones.En su literatura nunca ha habido ni m¨¦dicos, ni pacientes, ni siquiera inspiraciones relacionadas con la medicina: "Tendr¨¦ que plantearme por qu¨¦ lo he hecho as¨ª", dice Miranda, quien confiesa que sus pacientes y sus compa?eros saben que es autor de teatro: "A los primeros aparentemente les encanta, y me cuentan cosas que no me contar¨ªan si no supieran que soy escritor; a mis colegas les hace gracia y a veces les parece extra?a esta dualidad".
Su biograf¨ªa profesional es curiosa. Cuando empez¨® a escribir tenia seis anos, y con un peque?o teatrito de cart¨®n descubri¨® todo lo que se puede hacer en un escenario: mov¨ªa los decorados, recortaba los personajes y decidi¨® prescindir de los libretos del propio teatrillo para convertirse, sin saberlo, en dramaturgo. El resto de su infancia e incluso parte de la juventud los pas¨® alternando los estudios y los escarceos con la escritura teatral. A los 19 a?os estren¨® en Madrid, en funci¨®n ¨²nica y bajo la direcci¨®n de Antonio Guirau (hoy director del Centro Cultural de la Villa), Cartas marcadas, la ¨²nica obra suya que ha subido a los escenarios de la capital. "Recuerdo que aquel a?o no aprob¨¦ ninguna asignatura de la carrera; me lanc¨¦ a la aventura esc¨¦nica", dice con ese orgullo del que sabe entregarse como s¨®lo se puede hacer con una pasi¨®n.
Miranda ver¨¢ por fin estrenarse otra obra suya en ' Madrid, ya que su reciente premio ser¨¢ puesto en escena el a?o, que viene en el teatro Espa?ol, tal y como marcan las bases y la tradici¨®n de este galard¨®n.
A partir de que Miranda estrenara a los 19 a?os, se produjo un corte -ni provocado, ni deseado, ni rechazado- con su actividad teatral, y durante muchos a?os se entreg¨® por completo a su otro oficio, el, de m¨¦dico. Su afici¨®n como espectador nunca le abandon¨®, y ese h¨¢bito es el que "le perdi¨®", ya que a principios de la pasada d¨¦cada, viendo el espect¨¢culo brasile?o Mamcunaima, el veneno del teatro le volvi¨® a entrar y le pill¨® con su ant¨ªdoto natural caducado: "Fue un espect¨¢culo que de manera muy patente hizo que viera que el teatro es la posibilidad en lo prodigioso".
No s¨®lo volvi¨® a escribir, sino que aquel hecho le hace dar un gir¨® copernicano a su teatro: "En mi primera etapa como autor hab¨ªa una influencia beckettiana, algo que posteriormente ha sido nefasto para mi, porque me ha negado una forma de vivir, ya que estamos ante un teatro que niega la vida como lugar donde poder disfrutar y hacer cosas; es una acci¨®n mutilada, y la Vida es algo m¨¢s que concepto".
Puestas as¨ª las cosas, este m¨¦dico, gran aficionado y buen conocedor del mundo de los toros, se lanza al ruedo y escribe Ramirez, donde cuenta la aventura de un hombre que gana 314 millones a la primitiva: "Hablo de la desolaci¨®n de la quimera, de un hombre que ha guardado un deseo por encima de todas las adversidades, pero cuando se cumple ve c¨®mo la realidad destruye los sue?os".
Ram¨ªrez fue puesta en escena por Jaime de Armi?¨¢n, con Cristina Higueras y Manuel' Galiana. Tuvo ¨¦xito en la gira; pero el productor finalmente no la trajo, a Madrid. Pero la oportunidad de volver a estrenar parece que ya ha llegado al ganar el Premio Lope de Vega con un bello mon¨®logo en el que la protagonista es la hija de Ram¨ªrez. "Esta obra nace en otra par¨¢bola, aquella en que la mujer toma las riendas y planta cara al hombre en el terreno m¨¢s machista, el de los toros". Su personaje, Juana Ram¨ªrez, elige de nombre art¨ªstico para triunfar como torera Mar¨ªa de Utrera: "Juana es miedosa, llena de debilidades, con sue?os por cumplir, pero la Utrera somete a Juana a sus necesidades, todas salpicadas de ¨¦xito, gloria y poder". Para Miranda, su torera es una ganadora, s¨ªmbolo de la mujer que ha plantado cara al hombre y le ha ganado.
Aqu¨ª se pone de relieve que Miranda es tororista: "Para m¨ª el toro es una cosa an¨®nima, que representa la muerte, que es s¨®lo un elemento del rito. La personalidad del toro estriba en el hecho de que puede matar", dice Miranda, al tiempo que recuerda que los toros que han matado a alg¨²n torero eran de poco trap¨ªo, y muchos de ellos afeitados. "Los toreros son toreros, con una individualidad y una capacidad muy grande de antipat¨ªas y simpat¨ªas, algo que est¨¢ en funci¨®n y en relaci¨®n con la manera que tiene el espectador de enfrentarse a la muerte".
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