Calma Chica en el pelot¨®n
Los 'sprinters' controlan la carrera, establecen un ritmo lento y no permiten escapadas
A siete kil¨®metros de la meta acab¨® la aventura de Arrieta y sus compa?eros de ocasi¨®n, el franc¨¦s Seigneur y el italiano Lietti. Acab¨® sin remedio, en cuanto el equipo de Cipollini se puso al asunto. Su trabajo no fue del todo completo por cuanto el afamado sprinter se qued¨® algo corto en el c¨¢lculo y dej¨® la victoria para el alem¨¢n Zabel, otro sprinter de reconocido prestigio. Y para que la jornada redundara entre los especialistas, el franc¨¦s Moncassin logr¨® su prop¨®sito, que no era otro que rumiar alg¨²n segundo para vestir de l¨ªder por un d¨ªa. Era d¨ªa de reparto general: Jos¨¦ Luis Arrieta estren¨® maillot de rey de la monta?a, gracias a sus cinco puntos en el segunodo puerto de este Tour. El segundo puerto de los 62 de que consta la prueba. El premio le supone una dote de 2.000 francos para el equipo (unas 50.000 pesetas), mil por subir el puerto primero y mil por su sueldo diario como rey de la monta?a.El Tour transcurre sin incidentes. Impera el orden. No se va demasiado deprisa (ayer la media fue de 35 por hora) y los favoritos pueden tachar una hoja m¨¢s del calendario a la espera de las grandes jornadas. Algunas dudas se van resolviendo por el camino; por ejemplo, el comportamiento de la ONCE, que ha modificado su estilo respecto a otros a?os. En otras circunstancias, hubieran defendido el liderato de Z¨¹lle. Hoy, no est¨¢n dispuestos a ello. Manolo Saiz contaba con perderlo y no mover¨ªa un dedo para evitarlo. Tampoco Jalabert, como estaba anunciado, ha entrado en la competencia por el maillot verde. La ONCE juega ahora otro papel bien diferente: persigue la victoria final. Tanto la ONCE como el Banesto han dejado el mando de la carrera a quien corresponde. No hay interferencias.
Y dado que nadie quiere alterar este estado de cosas, las etapas se van resolviendo sin incidentes. No hay terreno para las escapadas, se permite la noble disputa por las bonificaciones y, llegado el momento, determinados equipos ponen el acelerador. Sucedi¨® ayer sin ir m¨¢s lejos: ninguna de las escapadas obtuvo una ventaja suficiente, como si el pelot¨®n controlara todo lo que sucede por delante con un mando a distancia. Cuando los escapados rozan el minuto de diferencia, el pelot¨®n se estira lo suficiente y pierde ese aspecto rechoncho y cansino que delata que, en realidad, los corredores van disfrutando del paisaje. Bien es cierto que el Saeco ha sido quien con m¨¢s profesionalidad ha ejercido su oficio y no ha obtenido todo el partido necesario, pero el espect¨¢culo no se ha resentido: el, deseado Cipollini ha sido protagonista de los tres finales disputados.
El liderato de Moncassin tiene otro efecto benefactor: obliga al Gan a defender su liderato y a poner el equipo a trabajar. No es una decisi¨®n gratuita porque si la carrera sigue bajo control Moncassin puede aguantar de amarillo hasta el pr¨®ximo s¨¢bado. As¨ª que la suma de Gan, m¨¢s Saeco, m¨¢s Telekom y TVM tiene su significado: es como si casi 40 corredores tuvieran especial empe?o en que no suceda nada anormal siempre y cuando el terreno lo permita. Todo un lujo para los equipos con l¨ªderes y todo un problema para los que tienen que ganarse el sustento cazando etapas. Ahora mismo, no hay terreno propicio para la emboscada ni ¨¢nimo para provocar grandes movimientos. El pelot¨®n viaja a una velocidad moderada y la disciplica se ha impuesto. Calma chicha se llama eso.
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