El diferencial
El hecho diferencial catal¨¢n no plantea, desde el punto de vista conceptual, mayores novedades. Es una formulaci¨®n que encaja plenamente en la puerilidad nacionalista, para usar la terminolog¨ªa que Bruckner pone en circulaci¨®n en La tentaci¨®n de la inocencia -un raro libro imprescindible- y con la que describe el apego de determinados colectivos a la proclamaci¨®n de sus derechos y la renuencia al cumplimiento de sus obligaciones. El nacionalismo persigue el mismo objetivo que el ni?o: singularidad, atenci¨®n preferente respecto a sus iguales. No s¨®lo en ese sentido el nacionalismo es una ni?er¨ªa. Por lo dem¨¢s, el ¨²ltimo antecedente ib¨¦rico del hecho diferencial es aquel inolvidable Spain is different -redactado, creo, en el primer apogeo de Fraga- con el que el franquismo quiso conjugar, no sin eficacia, la descripci¨®n racial y la apertura de fronteras.Contra lo que pudiera parecer, la plasmaci¨®n del hecho diferencial, al menos en su versi¨®n pujolista, es din¨¢mica: hoy no quiere decir exactamente lo mismo que diez a?os atr¨¢s. Hace diez a?os, el ni?o pataleaba; hoy ya es un peque?o tirano. La naci¨®n es un work in progress: eso es lo que tiene de bonito. Hoy Pujol, a lomos de su abstracta reivindicaci¨®n de la diferencia, prepara el terreno para la consecuci¨®n de dos objetivos concret¨ªsimos: el avance legislativo en la implantaci¨®n de la lengua catalana y la correcci¨®n satisfactoria de un sistema de financiaci¨®n que, seg¨²n su punto de vista, es discriminatorio para Catalu?a. Dos objetivos delicados pueden afectar al ejercicio de los derechos ling¨¹¨ªsticos individuales y a la solidaridad interterritorial para los que necesita pedagog¨ªa, mucha pedagog¨ªa diferencial. Perfectamente fiel a su etimol¨®gica puerilidad, el nacionalismo catal¨¢n exige adem¨¢s ahora que esa factura pedag¨®gica la paguen otros. ?l ha venido al mundo a disfrutar.
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