Por un pedacito de tierra
Los refugiados que huyeron a M¨¦xico vuelven a Guatemala con aprensi¨®n y la esperanza de rehacer sus vidas
En el precario barrac¨®n que desde mayo les sirve de vivienda, C¨¢ndido y Eustaquia recuerdan el desesperado viaje que hace quince a?os les llev¨® a trav¨¦s de la selva hasta M¨¦xico. Huyeron con lo que ten¨ªan entonces: siete hijos y una m¨¢quina de coser que cargaron en un burro. Ignoraban cu¨¢l ser¨ªa su futuro al otro lado de la frontera. Pero siempre ser¨ªa mejor que el negro destino de toda la familia de Eustaquia, que como alrededor de cien mil campesinos guatemaltecos muri¨® asesinada a manos de los militares que desde hace 35 a?os combaten a la guerrilla.Las cosas han cambiado. Parece que antes de fin de a?o se firmar¨¢ la paz. Y la familia Rodr¨ªguez ha regresado a su pa¨ªs. Volvieron con dos hijos m¨¢s, la m¨¢quina de coser con la que Eustaquia resucitaba y resucita la desgastada ropa familiar y una esperanza: poseer "un pedacito de tierra y unos animalitos", explica C¨¢ndido ` Este sue?o ha animado a m¨¢s de 30.000 personas, desde reci¨¦n nacidos hasta ancianos centenarios, a volver a su pa¨ªs. Ninguno de ellos ha olvidado el viaje; sobre todo, quienes regresaron en aviones de las Naciones Unidas. Para casi todos, incluidos los Rodr¨ªguez, fue su bautismo a¨¦reo.
. En el asentamiento del sur de M¨¦xico "ten¨ªamos de todo: agua, una casa y un poquito de terreno", seg¨²n recuerda C¨¢ndido en su nuevo hogar, construido con maderas y un techo de pl¨¢stico en la comunidad de retornados El Tumbo. Pero all¨ª viv¨ªan de prestado. "No ten¨ªamos derecho a comprar tierra, ni a pedir un cr¨¦dito, ni a votar", cuenta ?ngel, quien pas¨® la mitad de sus 27 a?os al otro lado. El campamento donde viven ahora est¨¢ en unas tierras, pertenecientes a terratenientes, que el Gobierno guatemalteco compr¨® en plena selva de Pet¨¦n, al norte del pa¨ªs. Una zona de sol abrasador y humedad que hace que uno sienta constantemente que acaba de salir de la ducha.
La familia Rodr¨ªguez espera pagar el cr¨¦dito con lo que obtenga de sus cosechas, como el resto de las 50.000 personas que, seg¨²n el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), han vuelto desde 1993. Los observadores internacionales reconocen que ser¨¢ muy dif¨ªcil que los campesinos puedan saldar su deuda con el Gobierno, que invertir¨¢ miles de millones de pesetas en la compra de tierras. A¨²n pasar¨¢n varios meses hasta que las tierras hayan sido repartidas y los retornados puedan sembrar. Ahora subsisten gracias al ma¨ªz y los frijoles donados por la comunidad internacional,. y que cocinan las mujeres mientras la mayor¨ªa de los hombres ve pasar las horas desde una hamaca.
En La Esmeralda, otra comunidad de retornados en la misma regi¨®n y a la que tambi¨¦n se llega tras un viaje de varias horas por una pista sin asfaltar, la vida se parece m¨¢s al sue?o que los refugiados trajeron al llegar, hace un a?o. Han recogido su primera cosecha, los ni?os van a la escuela y hay un ambulatorio sin m¨¦dico Siete vecinos se turnan para abandonar los aperos de labranza y convertirse en enfermeros o dentistas. Uno de ellos, Gaspar, se queja de la escasez de medicinas, que son donadas como el resto del material. Ellos no atienden partos que son tarea de las comadronas En 11 meses han nacido 13 beb¨¦s la mayor¨ªa de madres adolescentes. En estas comunidades el control de la natalidad es muy impopular. Gaspar cuenta que "s¨®lo siete u ocho mujeres", de las 170 familias, se han acercado a la consulta para pedir anticonceptivos.
V¨ªctimas de la desnutrici¨®n
Para comprobarlo, basta con echar una mirada alrededor: la mayor¨ªa de los habitantes no levanta un palmo del suelo. Ellos son las primeras v¨ªctimas de la desnutrici¨®n. Cada d¨ªa, todos los ni?os reciben su raci¨®n de atole, una bebida tradicional hecha a base de harina de ma¨ªz y leche. "Poco a poco van mejorando, pero m¨¢s de la mitad de los cr¨ªos ven¨ªan desnutridos", explica una joven holandesa que lleg¨® a La Esmeralda de la mano de una ONG.Casi 40.000 guatemaltecos quieren permanecer, por ahora, en M¨¦xico. La mitad naci¨® all¨ª, as¨ª que son mexicanos, y, adem¨¢s, jam¨¢s han pisado la patria de sus padres. El Gobierno guatemalteco debe acabar con la impunidad del Ej¨¦rcito porque en este momento los refugiados "tienen razones de qu¨¦ temer a su vuelta", seg¨²n asegura el m¨¢ximo responsable de la misi¨®n del ACNUR para Guatemala, Carlos Boggio.
La reciente puesta en libertad condicional de la patrulla del Ej¨¦rcito responsable de la matanza de 11 ind¨ªgenas en el poblado de retornados Xam¨¢n el a?o pasado pone la carne de gallina a este argentino, quien ve con desilusi¨®n que "las cosas no han cambiado". Est¨¢ convencido de que es un mensaje nefasto para quienes a¨²n dudan sobre el regreso. Boggio reconoce que este fallo judicial, muy criticado en el pa¨ªs, ha tenido una consecuencia "hist¨®rica": los militares que cometan delitos comunes ser¨¢n juzgados por tribunales civiles. "Desde navidades no ha habido actividades militares", seg¨²n asegura Cristina, una responsable de Minugua, la misi¨®n de la ONU que vela por el respeto de los derechos humanos.
Los retornos empezaron hace m¨¢s de una d¨¦cada. Durante a?os fue un goteo. En 1993, los avances del proceso de paz desataron regresos masivos que financia la ONU. Manuel Cedillo, representante de los refugiados, augura que continuar¨¢n hasta 1999. Si los planes no fallan, para entonces la familia Rodr¨ªguez tendr¨¢ una casa de verdad y vivir¨¢ de sus tierras.
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