Acabar con una guerra interminable
, "Llevamos 35 a?os de guerra y no hay vencedores ni vencidos. Si la paz no se firma ahora, esto puede seguir otros 35 a?os". Este argumento, de un dirigente de los refugiados, es compartido por la inmensa mayor¨ªa de sus compatriotas, que se niegan a ser testigos del aumento de las cifras de la barbarie: 100.000 muertos y 40.000 desaparecidos. La hora de la paz ha llegado a Guatemala, el ¨²nico pa¨ªs centroamericano donde persiste un conflicto armado. El di¨¢logo entre el Gobierno y la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG) ha avanzado a ritmo trepidante desde que en enero el conservador Alvaro Arz¨² asumi¨® la presidencia.
Los optimistas conf¨ªan en los pron¨®sticos gubernamentales que estiman que la firma de la paz definitiva ser¨¢ este oto?o. Algunos observadores internacionales creen que la luna de miel que en primavera vivieron el Ejecutivo y los rebeldes ha terminado. Los frutos de esta relaci¨®n tan estrecha fueron la reuni¨®n secreta que Arz¨² y la comandancia guerrillera celebraron en febrero, el alto el fuego decretado despu¨¦s por ambas partes y la firma del acuerdo sobre la propiedad de la tierra, que llevaba m¨¢s de un a?o sobre la mesa.
Reacci¨®n militar
Las espinosas cuestiones que centran ahora las negociaciones son la depuraci¨®n del Ej¨¦rcito, la delimitaci¨®n de sus funciones y la reincorporaci¨®n de la guerrilla a la vida civil. La reacci¨®n de los militares a la reducci¨®n de sus efectivos a¨²n provoca inquietud en algunos sectores. El representante del ACNUR, Carlos Boggio, opina que "ser¨¢ el gran test", mientras alaba la actual consigna de respeto a los derechos humanos.De d¨®nde saldr¨¢ el dinero para pagar la paz es otra prueba de fuego a la que se enfrenta Arz¨². El precio de convertir lo acordado sobre el papel en algo tangible es muy alto: 2.300 millones de d¨®lares (casi 300.000 millones de pesetas), seg¨²n las estimaciones. El Gobierno conf¨ªa en la ayuda de la comunidad internacional y de los pa¨ªses mediadores (Espa?a, Venezuela, Noruega, Colombia y EE UU) para reformar las instituciones, comprar tierras y construir carreteras. El mensaje enviado a las autoridades guatemaltecas desde el extranjero es que la mitad de la financiaci¨®n deber¨¢ salir del bolsillo guatemalteco. Algunas de las medidas que se barajan para la financiaci¨®n de la paz son el aumento de los impuestos, que ahora son de los m¨¢s bajos de Latinoam¨¦rica, y la privatizaci¨®n de empresas estatales.
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