La extinci¨®n de las sirenas
El 28 de marzo de 19951 el patr¨®n del Mago del mar, fondeado frente al muelle de Barahona (Rep¨²blica Dominicana), estaba a medio afeitar, cuando descubri¨®, a trav¨¦s del improvisado espejo, un bulto gris brillante que flotaba hacia la proa. Se asom¨® con una mejilla enjabonada. Y se conmovi¨®. Un beb¨¦ de manat¨ª, de pocos d¨ªas, desorientado y deshidratado, gastaba sus ¨²ltimas energ¨ªas buscando un pez¨®n materno en la panza de la barca. El pescador sab¨ªa muy bien que en todo el largo del per¨ªmetro costero apenas nadan hoy dos docenas de este pac¨ªfico mam¨ªfero acu¨¢tico, el Trichechus manatus manatus.Poco despu¨¦s, el animal ya ten¨ªa nombre: Tamaury (en honor de dos j¨®venes bi¨®logos, Tammy Dom¨ªnguez y Amaury Villalba, muertos al caer la avioneta desde la que" justamente, preparaban el primer censo de los manat¨ªes libres). Tamaury figura en la portada de la ¨²ltima edici¨®n de la gu¨ªa telef¨®nica de la Rep¨²blica, es el emblema del Acuario Nacional y se espera, que pueda seguir unos 25 a?os como s¨ªmbolo de la resistencia a la extinci¨®n. De momerito, lo que m¨¢s parece necesitar es afecto, continuas raciones de afecto.
Durante las dos semanas que frecuent¨¦ el acuario, lo primero que hac¨ªa al llegar por la ma?ana era perderme para saludar a Tamaury. Un breve chapoteo con la mano en cualquier punto del tanque... y all¨ª estaba el animal loco de alegr¨ªa por el detalle. El manat¨ª es un sirenio, un t¨¦rmino de, dicen, justificada etimolog¨ªa. Una larga traves¨ªa sin avistamientos de inter¨¦s er¨®tico, un poco de vino o ron y las cl¨¢sicas mamas de mam¨ªfero escabull¨¦ndose entre la espuma de las olas dibujan un cuadro de alto riesgo alucin¨®geno pro concepto sirena. Es posible que la representaci¨®n de la ninfa marina se haya reinventado varias veces durante la antig¨¹edad. En biolog¨ªa, "la reinvenci¨®n" -n¨®tese, por ejemplo, el ojo de un pulpo versus el ojo humano- se llama convergencia. Una historia parecida a la del hu¨¦rfano Tamaury ya se ten¨ªa por cierta casi cinco siglos antes, cuando los manat¨ªes se contaban por millares en aquellas aguas. Es la historia del noble Matum.
En el Libro VIII de la Tercera D¨¦cada (compuesta en 1514 y 1515) del Tomo Uno de la obra D¨¦cadas del Nuevo Mundo, de Pedro M¨¢rtir de Angler¨ªa, primer cronista de Indias, se lee (traducci¨®n del lat¨ªn de Agust¨ªn Millares, 1989): "El reyezuelo de la regi¨®n, llamado Caramatex, era muy aficionado a la pesca, y un d¨ªa vino a caer en sus redes un cachorro de ese pez enorme que los ind¨ªgenas nombran manat¨ª, y que, a mi parecer, es una especie de monstruo. desconocido en nuestros mares; tr¨¢tese de un cuadr¨²pedo con forma de tortuga pero sin concha; su corambre es tan dura que desaf¨ªa a, las flechas y est¨¢ armado de infinitas verrugas. Aliment¨® al animalito el reyezuelo durante unos d¨ªas con pan de yuca y de otras ra¨ªces que comen los hombres. Todav¨ªa peque?o ech¨®lo en un lago cercano a su morada, como en un vivero; ... el pez anduvo libre en aquellas aguas durante 25 a?os y creci¨® extraordinariamente... Hab¨ªanle puesto el nombre de Matum, que quiere decir "bizarro", "noble", y cuando alg¨²n familiar del reyezuelo, particularmente aquellos que el pez conoc¨ªa, gritaba en la orilla de la laguna "matum, matum" ,o sea, noble, noble, acud¨ªa al que lo llamaba, recordando el beneficio recibido, alzando la cabeza y dej¨¢ndose alimentar por la mano. Cuando alguno daba muestras de querer cruzar al otro lado, el animal, tendiendo el cuerpo, lo invitaba a hacerlo; y es cosa averiguada que en ocasiones se montaron hasta diez personas de una vez...".
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