El rock de los pastos
6.000 personas llegan al valle d'?neu en las primeras horas del Doctor Music Festival
?Oh! Bonito. Buen rollo. Una expresi¨®n y dos conceptos que definen las primeras impresiones del p¨²blico que accedi¨® ayer al recinto del Doctor Music Festival, que comenz¨® por la tarde en Vall d'?neu en el Pirineo de Lleida, y durar¨¢ hasta bien entrada la noche del domingo. Unas 6.000 personas llegaron ayer al festival, seg¨²n un primer balance de la organizaci¨®n.El lugar que habr¨ªa escogido Nube Roja para instalar el campamento de verano de los Oglala, seguro. Es dif¨ªcil describir la belleza del paraje donde ha asentado sus reales el Doctor Music Festival. Un valle de un verdor que hiere la vista, rodeado de monta?as suaves, espesadas de bosques y, al noroeste, la Roca Blanca, una cima afilada de 2.600 metros con un reguero de nieve que se empeque?ece bajo el sol de una tarde espl¨¦ndida.
Tras atravesar las inevitables Horcas Caudinas de la entrada -seis carriles, por los que hay que pasar para el marcaje preceptivo (una pulserita)-, la gente acced¨ªa al espacio de acampada para plantar su tienda y -cabe imaginar- su esperanza de pasarlo estupendamente.
A partir de las seis de la tarde la zona de acampada comenz¨® a llenarse de una pol¨ªctoma cosecha de tiendas y del febril stacato de centenares de martillitos y piedras, al golpear las met¨¢licas clavijas de los vientos. "Buen suelo, pero nos van a comer los bichos", auguraba un tipo cuya experta apreciaci¨®n de campista se daba de patadas con una contundente camiseta de los Sex Pistols.
La buc¨®lica imagen de este abigarrado acampamento surgiendo de los pastos contrastaba ciertamente con el atuendo de algunos. Pero, diablos, c¨®mo se viste uno para estar a tono con Enid Blyton -Aventura en el prado- y Sepultura. Visto as¨ª, a nivel de suelo (?madre m¨ªa, qu¨¦ rubia!), desde el centro del campamento, puede afirmarse que la gente ha optado por tiendas peque?itas; alguna lo es tanto que uno se pregunta c¨®mo se lo har¨¢ esa pareja para caber sin ponerse uno encima de otro, fiu. Bueno, el caso es que la gente se dispuso a pasarlo, tan ricamente.
Mientras, detr¨¢s del escenario como si dij¨¦ramos, en las casetas de producci¨®n, el backstage, se viv¨ªa otra urgencia. Aquello era como el ambiente de M. A. S. H. con la llegada de todo un pelot¨®n de heridos. Cables, papeles, contratos, ordenadores port¨¢tiles, walky talkies y un estr¨¦s de ¨ªndice Nikei. Mundos diferentes. El de las tiendas. El de la jefa de relaciones externas de largas piernas en shorts. El del tipo de seguridad que se ha improvisado un toldito en un sendero polvoriento. El de los escenarios a¨²n mudos. El del joven de Alicante que aguarda pacientemente a que abran taquillas porque ha venido sin abono, el hombre. Es imposible abarcar todo el ¨¢rea del festival. Esto es como Little Big Horne: en un sitio todo est¨¢ tranquilo y en el otro ya irrumpe el S¨¦ptimo de Caballer¨ªa. Por cierto, la presencia policial es amplia (incluso unidades de ¨¦lite de la Guardia Civil), pero discreta.
Babelia
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