Enhorabuena, senora ministra
Quiz¨¢ sea ¨¦sta la ¨²ltima vez que yo sit¨²e detr¨¢s de mi firma, en un art¨ªculo para un peri¨®dico, el calificativo de ex vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), porque estimo que con la sentencia dictada contra el ya ex consejero se?or Luis Pascual Estevill y la fulminante destituci¨®n del mismo llevada a cabo por la Comisi¨®n Permanente del ¨®rgano Constitucional, para m¨ª ha quedado cerrado totalmente un cap¨ªtulo de mi historia m¨¢s reciente que tiene, sin lugar a dudas, un perfil muy sinuoso donde se conjugan, de una parte, los trabajos llevados a cabo en una primera etapa que me llenaron de satisfacci¨®n y de gozo por su inter¨¦s y su novedad; y de otra, los meses finales en los que, con el caso Luis Pascual Estevill, todo fue sufrimientos, al ver, de un lado, c¨®mo se rebajaba la dignidad institucional del ¨®rgano gubernativo del tercer poder del Estado y, de paso -no menos trascendente- c¨®mo surg¨ªa entre la ciudadan¨ªa un tono de desaliento y de estupor al ver c¨®mo pod¨ªa seguir ocupando tan elevado puesto una persona sobre la que ya reca¨ªan fundadas sospechas de corrupci¨®n.Pero tras mi renuncia voluntaria del puesto de vocal del Consejo General del Poder Judicial, por la imposibilidad de conseguir, siquiera, un di¨¢logo aceptable para sacar adelante, de una manera digna, este asunto ante lo que el presidente de la instituci¨®n, Pascual Sala, ha calificado de "defensa numantina" por parte de una minor¨ªa de vocales que, sin embargo, han conseguido que no se obtuviera el qu¨®rum necesario para la remoci¨®n del se?or Pascual Estevill, creo que hoy tengo derecho, ante el resultado del referido affaire, a dirigirme a la excelent¨ªsima se?ora ministra de Justicia Margarita Mariscal de Gante, quien en una entrevista publicada en la revista ?poca y de la que se han hecho eco otros medios de comunicaci¨®n, manifest¨® que quienes propugn¨¢bamos la salida de aquel vocal del Consejo General, lo que pretend¨ªamos era un " linchamiento moral", y que ellos se hab¨ªan ce?ido ¨²nicamente a defenderlo de tan indeseado e impresentable ataque.
Es por ello, repito, que me siento obligado a coger la pluma y ofrecer unos cuantos apuntes para que los ciudadanos "de a pie", esos que tan extra?ados y tan estupefactos se han sentido y se sienten ante la trayectoria de este asunto, sepan qu¨¦ pretend¨ªamos al solicitar la remoci¨®n del vocal mencionado.
Porque, continuamente, se han hecho referencias por ese grupo numantino en el que se integraba do?a Margarita Mariscal de Gante, a que carec¨ªamos de base legal y que todo se reduc¨ªa a una simple intenci¨®n de desestabilizar la Sala Segunda del Tribunal Supremo para, de esa forma, impedir la llegada de jueces "justos" que abordasen honestamente el conocimiento de los asuntos trascendentes a resolver por dicho ¨®rgano judicial en ¨¦poca pr¨®xima.
En primer lugar, yo repetir¨ªa, hasta la saciedad, que nosotros, los vocales del Consejo General del Poder Judicial, no pod¨ªamos actuar en este asunto como jueces, porque nunca se nos ha concedido esa condici¨®n, m¨¢xime a quien, como yo, no pertenece a la carrera judicial. Es por ello que estaban fuera de lugar las referencias al principio de presunci¨®n de inocencia, tal como se admite y reconoce constitucionalmente para las sanciones dentro del orden jurisdiccional penal.
Pero es que, ni aun siquiera hubiera podido aplicarse dicho principio, caso de que se quisiese tratar el tema como una sanci¨®n administrativa estricto sensu, porque ni siquiera se halla estatuido el procedimiento sancionador que es imprescindible en toda actuaci¨®n punitiva de este tipo.
As¨ª pues, lo que nosotros deb¨ªamos de haber afrontado, honestamente, para la soluci¨®n satisfactoria de este asunto era un juicio ¨¦tico-jur¨ªdico en base al principio de responsabilidad que es el que prima dentro del terreno de lo p¨²blico; o sea, en raz¨®n de la dignidad institucional del Consejo General del Poder Judicial, a la que tan reiteradamente se refer¨ªa el presidente se?or Sala S¨¢nchez en el pleno del pasado 6 de marzo.
Se trataba de que valor¨¢semos la trascendencia p¨²blica de que un vocal con esas caracter¨ªsticas permaneciese en el ¨®rgano colegiado de los jueces espa?oles. Y eso pudimos hacerlo en base, ciertamente, a lo que prescribe la Ley Org¨¢nica del Poder Judicial, ahora aplicada tan dr¨¢sticamente para la destituci¨®n por la Comisi¨®n Permanente; pero hubo quienes no lo quisieron as¨ª.
Llegado a este punto yo dir¨ªa que tan lamentable ha sido la actitud del se?or Luis, Pascual Estevill por no dimitir voluntariamente, ante las reiteradas solicitudes que a tal objeto se le hicieron, como la de quienes siempre lo apoyaron f¨¦rreamente, y en un momento determinado en que dicho se?or dud¨® en renunciar a su puesto, le aconsejaron que permaneciese porque, de lo contrario, ello significar¨ªa dar la raz¨®n al grupo que propon¨ªa su destituci¨®n.
Yo que firm¨¦, tan s¨®lo con otro vocal, la primera moci¨®n de censura el pasado 25 de julio de 1995 cuando ya exist¨ªa un antejuicio ante el propio Tribunal Supremo que admiti¨® la primera de las querellas presentadas, puedo afirmar que, en todo momento, s¨®lo quise salvar la dignidad del ¨®rgano constitucional al que con tanta ilusi¨®n y respeto acced¨ª a propuesta del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida.
Por eso, cuando hoy ya se sabe por sentencia del Tribunal Supremo que el se?or Luis Pascual Estevill es autor de un delito de prevaricaci¨®n, quiz¨¢ el m¨¢s oprobioso para un juez, puedo manifestar mi oposici¨®n y, casi dir¨ªa, mi repulsa a la actitud de quienes hicieron posible esta degeneraci¨®n del Sistema Judicial que, para m¨ª, sigue siendo de una enorme importancia en la vida democr¨¢tica de este pa¨ªs.
Por ello, perm¨ªtame excelent¨ªsima se?ora ministra, que le ruegue que rectifique, al menos interiormente, esa calificaci¨®n de "linchadores" que aplic¨® hacia quienes actuamos, precisamente, en pro y en beneficio. de la dignidad de una naci¨®n democr¨¢tica, por lo que tanto luchamos y en la que creemos firmemente, ya que me parecer¨ªa aut¨¦nticamente injusto el que pueda seguir manteniendo aquellas tesis.
Usted, se?ora ministra, desde aquel Consejo ha pasado a ostentar, nada menos, que la cartera del Ministerio de Justicia en el Gobierno del Partido Popular recientemente constituido, puesto en el que le deseo los mayores ¨¦xitos para beneficio de la justicia en nuestro pa¨ªs; aunque no s¨¦ si habr¨¢ tenido alguna repercusi¨®n en su ascenso esta misma actitud que yo ahora deploro profundamente.
Por mi parte, yo he regresado a mi tierra, a mi C¨®rdoba, a mi despacho profesional, y aqu¨ª sigo con la mayor tranquilidad de conciencia, dispuesto siempre, eso s¨ª, a luchar por lo que me parece m¨¢s justo.
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