Vanidad herida
El tono y el contenido de la contestaci¨®n de M. V¨¢zquez Montalb¨¢n a mi art¨ªculo del d¨ªa 2 de julio no invita a r¨¦plicas. Una r¨¦plica resulta al fin un modo de di¨¢logo, y a m¨ª me es imposible dialogar con persona de tan p¨¦simos modales y tan pat¨¦tica agresividad como da la impresi¨®n de ser el escritor barcelon¨¦s. S¨ª quiero, en cambio, hacer unas breves puntualizaciones para los lectores del peri¨®dico.1. Dec¨ªa en mi art¨ªculo del d¨ªa 2 que V¨¢zquez Montalb¨¢n defend¨ªa la generalizada utilizaci¨®n del t¨¦rmino "polaco" como modo de referirse a los catalanes por parte de otros espa?oles, en particular por quienes vivimos en Madrid. Da a entender ahora V¨¢zquez Montalb¨¢n que mi afirmaci¨®n es exagerada. Sin embargo, entre otras referencias, visibles especialmente en las primeras 80 p¨¢ginas de su libro, escribe en respuesta a la pregunta del se?or Vall Taberner: "Un polaco en la Corte del Rey Juan Carlos es un t¨ªtulo. A los catalanes en Madrid se les llama 'polacos' y quiero describir c¨®mo un polaco respira esta fase de la transici¨®n..." A tenor de estas palabras, el lector juzgar¨¢ lo fundado o no de mi deducci¨®n.
2. Manten¨ªa en mi art¨ªculo que la utilizaci¨®n del t¨¦rmino "polaco" con intenci¨®n despectiva hacia los catalanes ten¨ªa un car¨¢cter marginal y carente de cualquier tradici¨®n en la vida p¨²blica espa?ola. Como contestaci¨®n a mis argumentos, reitera V¨¢zquez Montalb¨¢n la supuesta utilizaci¨®n inveterada del ep¨ªteto en el servicio militar. Yo no lo o¨ª nunca, pese a convivir con amigos catalanes, en mi servicio militar. He tenido conocimiento, sin embargo, de su uso ocasional en los cuarteles, en paralelo a la referencia a "los del foro" como modo de designar a los soldados procedentes de Madrid. No estoy seguro, en cambio, del alcance de la intenci¨®n peyorativa de ambas denominaciones. En cualquier caso, me tranquiliza o¨ªr, por boca del interesado, que el fundamento de su hallazgo l¨¦xico-pol¨ªtico descansa en base tan irrelevante. Confieso que no me la tom¨¦ en serio en el momento de leer el libro. Y que me olvid¨¦ de ella a la hora de preguntarme en mi articulo por las hipot¨¦ticas bases de la "cuesti¨®n polaca". Ah¨ª supravalor¨¦ a V¨¢zquez Montalb¨¢n.
3. Interpreta mal V¨¢zquez Montalb¨¢n mi referencia a los aficionados y al nacionalismo. Por lo que hace a mi alusi¨®n al "leninismo-estalinismo", es posible que fuera poco amable. En todo caso, trataba de subrayar en ella las negativas consecuencias que la obra de Lenin y Stalin han tenido para la visi¨®n del tema nacional en el movimiento comunista. No hab¨ªa intenci¨®n por mi parte de enviar a nadie a los infiernos del poscomunismo, much¨ªsimo menos amenazadores en todo caso que los del comunismo mismo.
4. Nunca me he permitido escribir de un libro, aunque el libro no fuera m¨¢s all¨¢ de las condici¨®n de pretexto, sin haberlo le¨ªdo. No hablo de otros aspectos del libro en cuesti¨®n, pese a que algunos de ellos me parecieron todav¨ªa m¨¢s injustos e irritantes que la historia de los "polacos", porque, simplemente, no quise hacer su cr¨ªtica. Las descalificaciones y los insultos que me dedica V¨¢zquez Montalb¨¢n me resultan casi incomprensibles. Ni siquiera encuentro suficiente pretexto para ellos en pecado tan venial como podr¨ªa ser la vanidad herida del escritor de ¨¦xito.
Quiz¨¢ sea m¨¢s realista pensar que la clave para tanto desprop¨®sito est¨¦ en la cuidadosa prevenci¨®n-represi¨®n de eventuales desviaciones en la debida aclamaci¨®n a su obra y a su persona / personaje. Termino. Pienso que la ocurrencia del "polaco" ha sido una modesta contribuci¨®n, tampoco hay que exagerar las cosas, de V¨¢zquez Monialb¨¢n al enturbiamiento de la convivencia de los espa?oles. Se?alar este aspecto del libro, se trate
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de colecci¨®n de entrevistas, libro de viajes o estudio antropol¨®gico desde la ortodoxia "xarnego-polaca", fue pr¨¢cticamente la ¨²nica intenci¨®n de mi art¨ªculo.-
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