Vancouver, esperanza para pocos
Las nuevas terapias del sida deber¨ªan poder estar al alcance de todos los pa¨ªses y no s¨®lo de los ricos, mantiene la autora del art¨ªculo.
Los resultados de las ¨²ltimas investigaciones sobre el sida abren una puerta a la esperanza. Cuando se clausure el congreso de Vancouver, millones de enfermos tendr¨¢n motivos reales para ser optimistas, gracias alas terapias combinadas. Sin embargo, el problema para m¨¢s del 90% de los enfermos es, precisamente, la dificultad para acceder a los nuevos, tratamientos. Dificultad econ¨®mica, porque el coste de un solo f¨¢rmaco supone, aproximadamente 350.000 pesetas anuales, y la terapia combinada, los an¨¢lisis y los gastos derivados d¨¦ las consultas m¨¦dicas podr¨ªan suponer entre dos y tres millones de pesetas anuales. Esta cifra global supera a las inversiones en la mayor¨ªa de las ¨¢reas de salud de muchos pa¨ªses afectados, y en muchos casos al PIB per c¨¢pita.Aunque uno de los datos que se ofrecer¨¢n en el congreso de Vancouver es important¨ªsimo -la tasa de infecciones ya no es geom¨¦trica, si bien esto es s¨®lo as¨ª en los pa¨ªses desarrollados: no en ciertas ¨¢reas de ?frica-, la cruda realidad es que alrededor de 40 millones de seres humanos ser¨¢n portadores o enfermos en los umbrales del a?o 2000. Unos 7.500 nuevos casos de infecci¨®n se registran cada d¨ªa, la mayor¨ªa de ellos en pa¨ªses con insuficientes recursos para afrontar los costes de los tratamientos. De hecho muchos enfermos de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo mueren por no tener acceso a medicamentos b¨¢sicos para combatir infecciones oportunistas o deshidrataciones. Miles de ellos mueren sin haber sido atendidos jam¨¢s por un m¨¦dico.
El congreso de Jap¨®n supuso un soplo de optimismo, al reducirse desde el 30% a menos del 5% la tasa de transmisi¨®n maternoinfantil gracias al AZT. Este porcentaje podr¨ªa bajar considerablemente -y ser¨ªa especialmente ¨²til en los pa¨ªses en que es dif¨ªcil acceder a este medicamento- gracias a los partos por ces¨¢rea: la mayor¨ªa de los estudios indican que la transmisi¨®n del VIH de madre a hijo se produce en el parto. Pero se investiga poco en este. campo.
Estamos ante una de las mayores cat¨¢strofes humanitarias de este siglo: ninguna otra enfermedad provocar¨¢ la muerte de m¨¢s de 30 millones de personas en un plazo relativamente tan corto, y pese a ello, no se invierte bastante en investigaci¨®n sobre vacunas. Los pa¨ªses ricos siguen priorizando la investigaci¨®n por sus propias necesidades, con inversiones que no van a tener resultados en los pa¨ªses pobres. Muchos creemos que ser¨ªan m¨¢s ¨²tiles para estos pa¨ªses, donde se concentra el mayor n¨²mero de enfermos, las inversiones en vacunas y en medidas preventivas.
Vancouver, aunque mostrar¨¢ grandes satisfacciones a la comunidad internacional y permitir¨¢ evaluar los resultados de los cambios de h¨¢bitos, deber¨ªa servir para iniciar una reflexi¨®n profunda sobre el derecho de millones de seres humanos a disponer de tratamientos y medidas de prevenci¨®n. Poca utilidad tendr¨¢n los avances en el campo del sida para el control de la epidemia a escala internacional si s¨®lo los enfermos de los pa¨ªses desarrollados pueden acceder a ellos. Vancouver debe impulsar la movilizaci¨®n masiva de recursos procedentes de las grandes compa?¨ªas farmac¨¦uticas y de los pa¨ªses ricos y canalizarlos en apoyo de los pa¨ªses que carecen de medios contra la enfermedad. No se tratar¨ªa s¨®lo de un gesto de solidaridad: la supervivencia de decenas de millones de personas, quiz¨¢ de gran parte de un continente -?frica-, est¨¢ en juego.
Por ¨²ltimo, a¨²n existen zonas en las que actuar antes de que la situaci¨®n sea realmente alarmante: en Centroam¨¦rica, por nuestros v¨ªnculos culturales e hist¨®ricos, por la gran experiencia que ahora tenemos, estamos a tiempo de controlar la extensi¨®n del VIH. Si no intervenimos a tiempo, acabaremos por arrepentirnos.
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