El derecho a la impaciencia
El mando a distancia, que cumple 40 a?os,ha revolucionado el mundo de la televisi¨®n
Naci¨® hace 40 a?os para que los telespectadores pudieran saltarse los anuncios, porque a los fabricantes de televisores les preocupaba quedarse sin clientela, y al final no s¨®lo ha revolucionado la concepci¨®n misma de los programas, sino que es el signo de una modificaci¨®n profunda de la relaci¨®n entre p¨²blico y televisor. Ramonear, zapar, flipar son t¨¦rminos de un nuevo lenguaje (grazing, zapping, flipping) y una pr¨¢ctica com¨²n, el derecho al pataleo, que salta de una cadena a otra, que se come los anuncios o picotea aqu¨ª y all¨¢ en busca del propio men¨².La huella del impacto del mando a distancia est¨¢ en esos plat¨®s convertidos en cajas de Pandora, como Sorpresa, sorpresa; en esos presentadores expertos en quitarle la palabra al invitado despu¨¦s del umbral de los fat¨ªdicos 30 segundos (el principio del t¨²nel); en la publicidad cada vez m¨¢s promiscua con los programas, desde Farmacia de guardia a Qu¨¦ me dices; en las ficciones que multiplican historias y agilizan el ritmo interno, como Urgencias; en telecomedias de laboratorio como M¨¦dico de familia, que trabajan sobre la ley de fugas (detectar los bajones y las cimas de audiencia); en ese ir y venir general de un tema a otro, de un invitado al siguiente en intervalos de tiempo dignos del Guiness.
Con el mando y una oferta te¨®ricamente multiplicada, el espectador cautivo se ha convertido en espectador fugitivo (m¨¢s inconstante y tambi¨¦n m¨¢s alienado con esta nueva l¨®gica televisiva que prima la impaciencia. Y los programadores y anunciantes exploran nuevas formas de retenerlo).
La del mando a distancia es una vieja historia que empieza con la radio y la preocupaci¨®n de los norteamericanos por evitar anuncios y programas no deseados. Ya en los a?os veinte hab¨ªa aparatos que permit¨ªan darle ¨®rdenes al aparato de radio sin levantarse del sof¨¢. El problema era ese cord¨®n umbilical en forma de cable que un¨ªa el mando con el receptor y con el que la familia sol¨ªa tropezar. Hasta los a?os treinta a¨²n suenan a inventos del TBO.
Un invent¨® de 1953 llamado blab-off discrimina la m¨²sica del parloteo del anunciante y corta el sonido (no la imagen) cuando aparece ¨¦ste. La aparici¨®n de los anuncios cantantes neutraliza el ingenio. El cambio de canal y el control del sonido es una realidad por estas fechas, pero el engorroso cable s¨®lo desaparece cuando Zenith (1955) lanza su Flash-Matic: un mando con forma de pistola apunta a las cuatro esquinas del televisor, cada una con una c¨¦lula fotoel¨¦ctrica que activa una funci¨®n. El problema es que cualquier fuente de luz pod¨ªa activar el sistema (como ocurri¨® cuando se utilizaron ondas de radio, con lo que el mando actuaba no s¨®lo en la propia casa, sino tambi¨¦n en la del vecino).
Finalmente, es en 1956, y en el mes de junio, cuando los mandos a distancia sin hilos se materializan. Eugene F. McDonald, el presidente y fundador de Zenith, estaba convencido de que la publicidad terminar¨ªa por matar la televisi¨®n a menos que los telespectadores pudieran evitar los anuncios. Fue entonces cuando Robert Adler puso en el mercado el Space Command Television, el definitivo aparato de control remoto que ahora celebra su 40? cumplea?os.
El programador y el productor de la era del mando a distancia tienen un primer reto: no perder al espectador de un programa a otro. Por eso los t¨ªtulos de cr¨¦dito finales son una especie en extinci¨®n. Ni la extrema popularidad de Expediente X salva su sinton¨ªa final y la lista de sus creadores. Si se conservan, aparecen minimizados (aqueszed credite es el t¨¦rmino anglosaj¨®n con el que se conoce este recurso) o yuxtapuestos a la escena final, desde el correcaminos de los cr¨¦ditos de Qu¨¦ me dices a los m¨¢s creativos de Roseanne (living end credits), que trabajan sobre la ¨²ltima escena. La inmersi¨®n en el programa siguiente (hot switching) sin transici¨®n tampoco nos es desconocida. Por el contrario, se pone toda la carne en el asador al principio (top loading) con t¨ªtulos de cr¨¦dito que llaman la atenci¨®n y anticipos constantes como los del Mississippi de Pepe Navarro o Gente, o cualquiera de los telediarios en curso:"No se vayan... ". La misma proliferaci¨®n de cadenas especializadas es un arma antimando.
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