La excepci¨®n topa con la norma
El justo alborozo burocr¨¢tico ante la celebraci¨®n dedicada a Bu?uel suena estos d¨ªas a u?a que rasca metal oxidado, a absurdo de una secuencia surreal bu?ueliana. Digo estos d¨ªas, porque, desde hace pocos, los destinatarios de la imaginaci¨®n del cineasta, es decir: los espa?oles que aman su cine y, sobre todo, los que hacen pel¨ªculas y sue?an que siguen sus huellas, tienen todav¨ªa perplejos los o¨ªdos por el anuncio, en una apacible aula veraniega de Santander, de una chirriante agresi¨®n de la burocracia cultural espa?ola contra la existencia de un cine espa?ol futuro.Varios de estos herederos de Bu?uel, que estuvieron all¨ª, cuentan que en la actitud de Miguel ?ngel Cort¨¦s, secretario de Estado de Cultura, que hizo tal anuncio, percibieron un tono de provocaci¨®n, que choc¨® con el marco donde se produjo con tal desarreglo y tosquedad, que alguno de ellos vio la escena como una pera en dulce para una inefable ocurrencia del padre dinamitero Bu?uel. Y ciertamente no hay que forzar nada para deducir que algo de involuntario acto surreal hay en el anuncio de vitalizaci¨®n del cine mediante la muerte de sus dos fuentes esenciales de vida.
La primera fuente no es privativa del cine, sino de cualquier manejo noble de la ficci¨®n: la verdad. Y o¨ªr a Cort¨¦s que los 13 ¨²ltimos a?os son los peores del cine espa?ol es asistir a un disparate de tal calibre que s¨®lo puede tomarse como broma o como indicio -suponemos que falso- de que ignora aquello de que habla. As¨ª que dej¨¦moslo en broma, o en argucia poselectoral, para que no se solivianten quienes, d¨ªa a d¨ªa y de pel¨ªcula en pel¨ªcula, han encontrado en esos 13 a?os m¨¢s que indicios de que el cine espa?ol ha experimentado lentamente, pero de forma sostenida, un giro hacia lo contrario que dice Cort¨¦s, cosa que han olido desde hace tiempo los ojeadores de los festivales de cine.
La otra fuente de vida con que quiere acabar Cort¨¦s para dar vida, a su manera surreal, al cine espa?ol es m¨¢s grave, pues de ella dependen todas las dem¨¢s: la (es palabra suya) nefasta pol¨ªtica de la UE de aplicar al cine una clausula de excepci¨®n cultural. Pero lo cierto es que esta excepci¨®n permite a Europa frenar la norma de que nuestro mercado sea libre para los americanos, mientras los americanos cierran el suyo a la penetraci¨®n del cine europeo. ?Es eso, un limpio mecanismo de leg¨ªtima defensa, lo que Cort¨¦s llama nefasto? Si as¨ª es, parece obvio que nuestro jefazo de Cultura no considera cultura al cine. Y est¨¢ en su derecho, como los dem¨¢s lo estamos a decir que en ese caso no se entiende qu¨¦ demonios pinta en la celebraci¨®n del ingreso de Bu?uel en un museo.
Hay evidencias de que Francia debe a esa nefasta excepci¨®n la firmeza que goza en este terreno. Y para imaginar sin fantasear que, sin esa nefasta excepci¨®n, la norma ser¨¢ que nuestro cine entre en el copo de Hollywood, donde el chirrido surreal de Cort¨¦s ha sonado a Mozart. Pero aqu¨ª hoy es Bu?uel, excepci¨®n que no dej¨® norma con cabeza, y el aire suena a otra m¨²sica: que esa tabla de n¨¢ufragos llamada excepci¨®n se hunda y con ella se vaya al garete la ¨²nica garant¨ªa de que nuestra imagen persista, ambici¨®n que es la que debe mover a un dirigente cultural, si lo es.
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