Viajeros

En estos d¨ªas la gente s¨®lo piensa en una cosa: en las ricas vacaciones que vendr¨¢n o en la pena de las vacaciones que ya han sido. Pero conviene recordar que no s¨®lo viajamos nosotros en el mundo. Para las pr¨®ximas semanas, por ejemplo, anuncian una marea negra de pateras. Los desesperados emigrantes del profundo Sur aprovechan los meses del buen tiempo para echarse a la mar y la mitad ahogarse.Tambi¨¦n deben de andar todav¨ªa por ah¨ª los 103 africanos ilegales de Melilla que fueron deportados el mes pasado, en una operaci¨®n fulminante y silenciosa, a Mali, Senegal y Guinea-Bissau. El problema es que los emigrantes no proced¨ªan, al parecer, de estos pa¨ªses, sino de otros. Me pregunto qu¨¦ habr¨¢ sido de ellos. Si habr¨¢n regresado ya a sus casas o andar¨¢n perdidos por el centro de ?frica.

Es verdad que Espa?a no tiene capacidad para acoger un r¨ªo infinito de emigrantes hambrientos. Pero hay maneras y maneras de aplicar las leyes. Mayor parece ser un pol¨ªtico brillante, pero a lo peor es demasiado listo. Quiero decir que despach¨® el problema de los 103 africanos con una frialdad un poco aterradora. Prometi¨® aumentar la cooperaci¨®n con Guinea-Bissau, Mali y Senegal, pueblos paup¨¦rrimos, si se hac¨ªan cargo del centenar de hombres: es como un comercio de esclavos, pero a la inversa, a tantas pesetas el kilo de ilegal. No creo que la cooperaci¨®n est¨¦ para eso ni que se deban hacer las cosas de ese modo, con esa inclemencia sigilosa y dr¨¢stica, abusando del inmenso poder del Estado frente a unos pobres hombres tra¨ªdos y llevados como paquetes. Este verano, mientras viajamos por las playas festivas, recordemos a esos otros viajeros. A los que ahora est¨¢n intentando llegar a nuestras costas desde el dolor y la miseria. Y a los que deportaremos con horrible eficacia.