Los m¨®viles de Calder encuentran en Par¨ªs el equilibrio exacto
Gran retrospectiva del artista americano
Estudi¨® ingenier¨ªa mec¨¢nica y, sobre todo, fue un experto navegante a vela. Eso le permiti¨® jugar como nadie con la gravedad, el equilibrio exacto, el movimiento. Alexander Calder (1898-1976) dio tres dimensiones a la pintura de su amigo Joan Mir¨® y despu¨¦s la ech¨® al viento. La gran exposici¨®n retrospectiva que el Museo de Arte Moderno de Par¨ªs dedica a Calder hasta el 6 de octubre es uno de los grandes acontecimientos art¨ªsticos del verano franc¨¦s.
Alexander Calder naci¨® en Filadelfia (Estados Unidos), hijo y nieto de escultores, pero en su juventud pas¨® largos a?os en Par¨ªs y vivi¨® en Francia, de forma m¨¢s o menos estable, desde 1953. En Par¨ªs, adonde lleg¨® en 1926 como miembro de la tripulaci¨®n de un barco, trab¨® amistad con Marcel Duchamp (inventor -del t¨¦rmino m¨®vil para sus obras colgantes), Piet Mondrian (cuyos cuadros le sugirieron el tema recurrente de las "relaciones interestelares") y Joan Mir¨® (de quien copi¨® aquellas fantas¨ªas biom¨®rficas y con quien colabor¨® en obras como la titulada El d¨ªa y la noche).La relaci¨®n de Calder con Par¨ªs empuj¨® al Ayuntamiento de la capital francesa a hacerse a cualquier precio con una exposici¨®n que, en principio, s¨®lo deb¨ªa instalarse en Copenhague y Estocolmo antes de desintegrarse y retornar a decenas de museos y colecciones particulares. Con la exposici¨®n de Calder, la oferta cultural parisiense de este verano puede presumir de contar con dos de los extremos m¨¢s fascinantes del arte de este siglo: el pesimismo desgarrador del pintor ingl¨¦s Francis Bacon en el Centro Pompidou y la alegr¨ªa vital del escultor estadounidense en el Museo de Arte Moderno.
La exposici¨®n cuenta con 125 esculturas y un pu?ado de dibujos y pinturas que abarcan toda la trayectoria del artista. Comienza con las peque?as esculturas y bocetos dedicados al circo (Calder pas¨® semanas acudiendo cada noche al circo Barnum en Nueva York para tomar apuntes del natural), sigue con las tallas en madera y las figuras de alambre, y dedica un amplio espacio a los m¨®viles.
'Bola blanca, bola negra'
Estas piezas, banalizadas hoy en jugueter¨ªas y tiendas de decoraci¨®n, fueron un hallazgo en los a?os treinta. Obras como Bola blanca, bola negra siguen constituyendo una sorpresa y un placer: un empleado del museo da cuerda de vez en cuando al montaje golpeando con un taco de billar una de las dos bolas que permiten el equilibrio general. Una vez en movimiento, la bola m¨¢s ligera golpea al azar nueve platos met¨¢licos de distinto tama?o colocados en c¨ªrculo sobre el suelo, y crea el sonido que completa la obra. El original de Bola blanca, bola negra desapareci¨® poco despu¨¦s de su creaci¨®n, en 1932. La que se expone ahora es una reconstituci¨®n efectuada en 1969 por la galer¨ªa Maeght, con la que Calder mantuvo una relaci¨®n estrecha durante toda su vida. "Ante todo, el arte debe ser feliz y jam¨¢s l¨²gubre" dec¨ªa el artista de Filadelfia, quien, como Mir¨®, consideraba asimismo que el arte debe ser "serio sin parecerlo".En el Museo de Arte Moderno s¨®lo faltan los grandes estables, las piezas mastod¨®nticas que Alexander Calder concibi¨® como contraposici¨®n a los m¨®viles. Uno de los m¨¢s conocidos est¨¢, sin embargo, tambi¨¦n en Par¨ªs. La ara?a roja, el estable de mayor tama?o, construido en 1975, un a?o antes de la muerte del artista, reposa sobre la gran explanada del barrio de La D¨¦fense.
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