La locura... Pues bueno

Qu¨¦ no ha o¨ªdo usted, vecino de la derecha, de la izquierda, de arriba, de m¨¢s arriba, del cielo, del entresuelo, de los s¨®tanos m¨¢s embarazados de enso?aciones, de los bulevares..., porque ayer vivimos la "ca¨ªda de los dioses", que as¨ª se oy¨® en la radio y tambi¨¦n se oy¨® en alguna televisi¨®n "ha comenzado la etapa de los pr¨ªncipes desheredados", o porque, dig¨¢moslo rotundo, Indur¨¢in no hab¨ªa nacido m¨¢s que para ganar el Tour. Vamos a ver c¨®mo hablaban hace siglos y cientos de siglos algunos chicos de aquella ¨¦poca ante derrumbes o faringitis semejantes. El juvenil estoico y luego emperador Marco Aurelio: "Ahonda en el interior y el bien no dejar¨¢ de brotar si no dejas de ahondar". El se?or Buda lleg¨® a intuir: "Bendecid cualquier p¨¢jara y seguidme". Pit¨¢goras, aquel individuo licenciado en ciertos n¨²meros: "No mires, no escuches, no hables, no bebas, no comas... Tampoco corras". Samuel Beckett, el Premio Nobel, en su novela Malone muere. "El aire entr¨® por la puerta entreabierta. El aire no entr¨® por la puerta entreabierta". Felipe Gonz¨¢lez, en declaraciones en la Embajada de Par¨ªs en 1984: "Cuanto m¨¢s se profundiza en la democracia, el poder aburre m¨¢s".-